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 domingo, 04 de diciembre de 2005  
Andrés Calamaro: "Ya no quiero usar la pasión autorreferencial"
El rockero porteño, que editó el CD en vivo "El regreso", habla de su vuelta a la música y sobre cómo serán sus próximas canciones

José Luis Cavazza / Escenario

El año del regreso de Andrés Calamaro terminó a pura gloria con tres conciertos en España junto a la Bersuit. El regreso a unos breves días y largas noches en Madrid y después volver rápido a Buenos Aires para seguir defendiendo su álbum en vivo "El regreso" que, precisamente, documenta eso: volvió una noche, tocó en el Luna Park y el concierto tomó forma de disco. "Ni siquiera yo recuerdo si me parecía una buena idea regresar", dice ahora Calamaro desde un teléfono móvil, con una risa que tiene como fondo una calle ruidosa del centro porteño. Calamaro afirma esto sabiendo que la jugada le salió bien, al regresar a la música en un momento en que no tenía proyectado regreso alguno, en un pasaje apacible de su vida, en que las revistas de chismes no dejan de comentar su romance con la actriz Julieta Cardinali y su alejamiento de las drogas.

-En los regresos alguna gente se emociona y disfruta de diversas cosas. ¿A vos qué te sucede?

-No sé bien. En el tango, hay algunos regresos que no funcionan, como "Dos extraños". La verdad es que después de cinco años hoy en día uno puede ser regresado o simplemente olvidado olímpicamente. Por suerte este no fue mi caso, ¿no? Yo no sé si mi obra estaba hecha con buenos materiales pero en este regreso me sentí muy querido por la gente. No sé si me admiran pero me di cuenta de que me quieren, entonces yo sigo humilde y sorprendido con este regreso, porque no estaba en mis planes... Quiero decir, yo creía en aquel troilismo cuando Pichuco decía "porque dicen que me fui si siempre estoy llegando". Bueno, son frases que uno hace propias...

-Y después de los 40 años esas frases, generalmente, tienen que ver con el tango, ¿no?

-Es cierto. Yo llegué a sentir esas letras de tango como pensamientos míos en este momento de la vida y alguna vez me sentí gaucho leyendo el "Martín Fierro", pero no perdí mi amor al canto ni vivo como cantor. De todos modos, siguiendo con el tema de los regresos, creo que el mío no fue tan serio como el del Indio Solari, porque él estuvo preparando un disco de música nueva y después de hacerlo, sin apuro, lleno de letras y texturas, empezó a preparar una banda para presentarlo en vivo y lo hizo frente a 80 mil personas. Mientras que yo hice muchas grabaciones, pero cuando hice "El Cantante" no fue mi regreso, cuando grabé "El salmón" tampoco lo fue, y el regreso me encontró en un momento en el cual yo no tenía proyectado ningún regreso... Ni siquiera yo recuerdo si me parecía una buena idea regresar y no tendría que decirlo ahora porque todo salió bien.

-Te gusta darle vueltas al asunto. ¿En cada regreso buscás significados y comparaciones?

-Bueno, los meses anteriores a tocar en el Luna Park no quería pensar en ese recital y eso que ni siquiera habíamos pensado grabar el show para un disco. En realidad, eso signficaba pánico, quería olvidarme del concierto y pensar en otra cosa. Unos meses después en España, trabajando con Javier Limón en la grabación de un disco de tangos junto a los músicos de Paco de Lucía que pensamos sacar el año que viene, le hice escuchar la grabación del Luna. Le pareció que estaba bien para sacar el disco. Y ahora fuimos a España y dimos tres conciertos para presentarlo, y me encontré con muchos más registros vocales y haciendo más diabluras con la voz y con el piano. En cambio, los conciertos en el Luna Park me encontraron un poco exigido. No es como un disco en vivo que recoja los mejores momentos de shows, porque yo hacía cinco años que no tocaba y uno tiene que grabar un disco después de estar tocando un tiempo. Creo que es como un disco documental; un día yo volví a tocar en Buenos Aires y bueno... se grabó.

-Vos dijiste una vez que cuando uno es feliz no hace falta escribir canciones. Por lo que cuentan las revistas del corazón, ¿se viene una especie de sequía compositiva?

-Yo creo que es una cuestión técnica. Hay que tener más respeto por la música y por la palabra. Y esa frase mía corresponde un poco al tópico del poeta maldito, pero en realidad los músicos de rock también intentamos crear música cuando nos juntamos en una sala de ensayo. Me parece que ahora es posible tomar distancia con lo autorreferencial. Es una frase más...

-También, una frase que puede interpretarse como que los períodos de genialidad siempre son oscuros.

-Quizá, pero no sé si todos, aunque hay que reconocer que a veces es sencillo desconectarse del mundo y obsesionarse con grabar y escribir como si uno fuera un loco. En lo aparente es sencillo pero en realidad es complicado, ahí está Guns'N'Roses grabando un disco desde hace once años y nunca lo edita. Aislarse del mundo para escribir versos está bien pero la música, realmente, sale de todos lados. Es una forma más de escribir. Yo a veces la practiqué y otras me junté en otros ámbitos con el Gringui Herrera, con Los Rodríguez o con Los Abuelos de la Nada. A veces se nos acusa de grabar el disco, después presentarlo y hacer el show. Viste, que se habla de una especie de mecánica típica rockera del tipo Rolling Stones. No siempre es así. A veces los músicos actuamos como científicos, como poetas o como religiosos.

-Y a veces también "como podemos".

-(Risas) Totalmente, y creo que al final siempre es así: hacemos lo que podemos. Por eso, este regreso al disco es como una especie de resumen crítico y agridulce de lo que fue mi vida y mis canciones en los últimos años. En mis tiempos de tristeza hubiera cambiado cien canciones nuevas por cinco minutos de felicidad, y en los tiempos de felicidad no cambiás la felicidad por nada, y eso lo sabe cualquiera, porque es como tener hambre y sentarse a comer o tener frío y conseguir abrigo.

-¿Hoy te sentís así? Las revistas hablan de que dejaste las drogas, de tu relación con Julieta Cardinali...

-Tampoco me pasé la vida solo y drogado, ¿no? Tengo 44 años... hoy no escribí ninguna canción pero estoy más contento que otro día que había escrito dos. En realidad, desde "El salmón" hacia adelante pasé por una etapa prolífica y ahora de repente... (pausa larguísima) me doy cuenta de que mi vida no es sólo hacer canciones. Desde hace dos años experimento mucho con la música fuera del formato de canción, me junté bastante con músicos de jazz, con Jerry González, practiqué varios instrumentos, jugué mucho con la música como si fuera mi campo de batalla, exprimí bastante el look analógico y después me puse a revisar un poco las grabaciones que había hecho, y en el medio de eso di un paso al costado con "El Cantante"... La verdad es que un año atrás yo estaba un poco despistado y no sabía muy bien cómo iba a seguir, y alguna vez pensé que ya no era música y que lo dejaba estar. Sin embargo hice ahora estos conciertos importante, y en España creo que canté mejor.

-¿Cuáles creés que son tus mejores canciones?

-A mí me gustan mucho "Qué ritmo triste" de "El salmón", y también "Para no olvidar". La verdad, es que nunca escucho mis discos y yo creo que por lo menos una vez año tendría que sentarme y escucharlos. Pero nunca lo hago. Cuando hice "El salmón" ya no era un disco de canciones; es existencialista, experimental, y lo das vuelta y se le caen tangos, Rolling Stones, futurismo y política. En "El Cantante" me pongo el traje de intérprete, un poco en broma y otro poco en serio, y ahora este especie de regreso un tanto involuntario, siempre tratando de cantar lo mejor posible (risas).

-¿Y cómo serán las canciones post adicciones y en medio de las mieles del amor?

-Yo creo que voy a buscar otras técnicas. No quiero usar la pasión autorreferencial como herramienta, ¿verdad?

-¿Querés contar historias de otros?

-Tampoco; no quiero ser un músico existencial. Creo que se puede tomar más distancia. No quiero que la cabeza de la gente sea mi diván de psiquiatra. Me gusta el ejemplo del Indio Solari. Ahí tenés un regreso que me gusta a mí. Sus letras no hablan de su vida. Además yo escucho música en inglés y entiendo las letras, y no me importa; entonces, no veo la necesidad de estar confesándome o parodiándome en las letras de mis canciones, ni la necesidad de obligar a la gente a escucharme hablando sobre mí mismo. No es la única fórmula. Me gusta también el ejemplo de Litto Nebbia, que tiene una dinámica bárbara para trabajar con la música, tanto la propia como la ajena a través de todo el universo Melopea. Para mí en el rock es más importante la guitarra y la batería que la letra, y ahora no quiero olvidarme de eso.

-Ya no se zapa.

-Claro, y a mí me gusta la zapada, la jam session... Prefiero buscar la música por ahí, y me gustaría que la gente no intente darse cuenta de lo que me está pasando a través de las letras de mis canciones. Creo que sería un buen paso para adelante para dar.

-¿Sentís la necesidad de armar una buena banda?

-No sé bien si empezar por la música o por los músicos. La verdad es que me gustaría seguir el ejemplo de Solari, y ya no lo nombro más (risas), de armar primero una música, después rodearse de un par de personas que lo ayuden a grabar, familiarizarse con los aparatos, y recién al final preparar una banda que pudiera tocar esa música. Ese es un regreso de verdad. Yo, en realidad, andaba naufragando y me encontré con unos muchachos (los músicos de la Bersuit) que pusieron humildad y muchas ganas para tocar mis canciones. Y si saco algo útil de esta charla será repensar los regresos, cómo tienen que ser. Realmente, la charla empezó por ese lado y me di cuenta de que no tengo que ser autorreferencial y que las canciones no son sólo letras tristes. ¿Para qué otra cosa puede servir un regreso?

-¿Para no empezar a vivir de la nostalgia?

-Estoy de acuerdo. Gracias entonces regreso por terminar con la nostalgia.
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