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 domingo, 04 de diciembre de 2005  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-Hoy vamos a hablar, otra vez, del fundamento existencial del ser humano; es decir del porqué estamos, para qué estamos. Como siempre, será nuestra opinión. Alguna vez hemos dicho, Candi, que la política, o mejor aún, la dirigencia estructurada en un régimen democrático, tiene como fin, en todo lo que le sea posible, asegurar la paz interior del ser humano. La paz interior, como también lo dijimos, es superadora del grado de felicidad pues la felicidad entendida como placer no es permanente y es más, si examinamos el pensamiento aristotélico un hombre puede alcanzar la felicidad pero no la paz interior. ¿O no lo cree así?

-El Eudemonismo o principio de Aristóteles según el cual la felicidad es el fundamento de la vida moral prestaba particular atención al cultivo de la virtud y si hemos de considerar que un hombre es feliz cuando se realiza en lo espiritual, debemos aceptar que ello no garantiza la paz interior, porque si un hombre, aunque bueno, sufre, ello es manifestación de la carencia de paz. De manera que yo coincido con usted cuando señala que más que la felicidad, entendida esta como placer de los sentidos o del alma a través de la virtud, se debe buscar el apacible estado del espíritu.

-Ya sabemos todos que el Estado pseudodemocrático, dirigido por hombres nucleados en corporaciones, no tiene por lo general el propósito platónico de conceder paz a los ciudadanos a través de la justicia. No es del caso hoy referirnos a esta cuestión, pero teniendo en cuenta que jamás la paz interior de un ser humano puede ser alcanzada mediante la abstracción del resto social (salvo excepciones) es menester tener en cuenta cuál es la situación del medio ambiente inmediato, del entorno, en el que vive la persona. Por ejemplo: la familia. ¿Son ambientes propicios o adversos para la paz interior?

-Claro, porque como bien usted dice nadie puede realizarse por sí mismo. El hombre es un ser social, interactúa y ello sin considerar factores metafísicos que aseguran que "uno" es apenas la parte de un "todo". Si un miembro de la familia, yendo ya al meollo de la cuestión, agrede a otro, la paz de cada uno de los miembros y del conjunto se quiebra.

-Y en vista, Candi, que son bastantes los problemas que debe afrontar el ciudadano como consecuencia de la monstruosa agresión estatal, ¿qué puede hacer, por ejemplo, la familia, para no agravar más la situación?

-Creo que toda sociedad básica e importante, como la familiar, debe responderse a la pregunta ¿por qué estoy?, ¿para qué estoy? Veamos la primera conclusión a través de un silogismo. ¿La estructura orgánica y no orgánica del ser humano está adecuada para no sentir? No. ¿El hombre por naturaleza busca la aflicción? No. De lo que se desprende que el ser humano fue creado para alcanzar la paz interior, porque ¿qué clase de Dios es aquel que hace a una criatura para la angustia? ¿Pero por qué usualmente no se logra la paz?

-Dispone de apenas unos renglones para expresarse y dar el motivo.

-Volvemos a Aristóteles: no basta con cultivar la virtud o la sabiduría. No alcanza el placer efímero. Tal virtud o tal sabiduría, a menos que uno sea un misántropo y asceta, y haya decidido vivir absolutamente retirado del mundo, no servirá para alcanzar la paz interior; debe ofrecerse y ser entregada al otro. Se preguntará usted, amigo mío: ¿pero esta tarea me corresponde a mí únicamente? Por supuesto que no, esta es la tarea del conjunto social en el que uno se encuentra. Nadie puede vivir en sociedad y bien sin celebrar y respetar un contrato moral básico, porque al no observarse tal convenio se desmorona el equilibrio y sobreviene la aflicción. ¿Dirá usted que en este mundo posmoderno mantener el compromiso es muy difícil? Sí, tiene toda la razón, es casi imposible que el contrato tácito o expreso celebrado una vez no se viole, pero sin embargo sería una buena práctica que toda la familia, regularmente sentada en torno de una mesa, reafirmara el convenio primigenio.

-¿Cuál es el primer orden de tal convenio? Amar al otro con todo lo que ello implica. Y yo creo que para eso estamos aquí, para amar primero y ser amados como consecuencia. Sólo en esa dirección nos elevamos espiritualmente y obtenemos la paz. Difícil tarea, claro.

Candi II

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