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 domingo, 27 de noviembre de 2005  
[Nota de tapa] - Hilos mágicos
El oficio de tejer la vida
En Rosario se conformó el grupo "Tejiendo redes" que intenta difundir y revitalizar la actividad como salida laboral para más de 40 mujeres emprendedoras

Fabiana Monti / La Capital

Las historias de vida se entrecruzan entre hilos y urdimbres, entre tintes de la naturaleza, ruecas y telares. Se encuentran de a poco, a partir de las experiencias, las expectativas, las ganas de aprender, de transmitir, de encontrar un oficio que les permita una salida laboral. Los espacios que los convocan son distintos talleres organizados desde el Programa de Capacitación en Oficios Artesanales (Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario). Así, cuarenta tejedoras de Rosario, Granadero Baigorria, Pérez, Carcarañá y Casilda se unen y forman el grupo "Tejiendo Redes", un microemprendimiento que busca una identidad. Y con los tiempos que conlleva el proceso textil, donde se mezclan la tensión de la creación y la calma del trabajo, este grupo de mujeres se amplía con la integración de 26 tejedores con discapacidades visuales. La red crece y, en la medida que surjan nuevos proyectos, se extenderá aún más. De a poco pero a paso firme.

Precisamente su nombre responde a un objetivo común: es el de hacer redes entre los distintos saberes que contiene el oficio textil, que van desde el hilado de las fibras y su teñido hasta el producto final que puede trasmutarse en un tapiz, una faja, una paschima o alguna prenda tejida.

El grupo está conformado por mujeres y también hombres de distintas edades, experiencias y modos de vida. Una heterogeneidad que le brinda riqueza y que representa la mixtura de culturas, saberes y técnicas que estos artesanos de hilos fueron encontrando a lo largo de su historia y que forman parte de la identidad cultural de la región.

Lo que convoca es lo textil y así fueron participando de los distintos talleres sobre hilados, tintes naturales, telar, triángulos y diseños. Allí, se fueron conociendo, entre búsquedas y encuentros, entre mates compartidos, madejas que se enredaron, saberes que se van aprendiendo.

Entonces surgió la idea de formar el grupo para revalorizar un oficio que tiene sus raíces en tiempos ancestrales y que sobrevivió a pesar de los tiempos de industrialización y producción en serie.

A modo de anécdota, cuenta la historia que en el Imperio Inca los talleres de tejedores eran de suma importancia para la comunidad, ya que sobresalían por su especialidad. Los artesanos que tejían las telas más exquisitas para "El Inca", denominado cumbi, eran llamados los cumbicamayos.

Los integrantes del grupo por ahora se autodenominan emprendedores.


REVITALIZAR EL OFICIO
"Este es un oficio que les permite a quienes participan continuar con sus actividades en sus casas sin perder el entorno", explicó Claudia Goldín, coordinadora del programa, ya que cada uno de las integrantes del grupo sigue trabajando en su hogar y el equipo se reúne una vez por mes en la Casa de la Poesía (Sargento Cabral y el río) para consensuar acciones que les permitan difundir su labor.

La coordinadora apuntó que si bien el reconocimiento del oficio es "algo lento" hay como una vuelta a lo artesanal, ya que muchas empresas que indican las tendencias de la moda han incorporado este tipo de tejido a sus prendas.

Así en "Tejiendo Redes" algunos trabajan en el tema del hilado de las fibras naturales, la lana o algodón; otros, se dedican a tejer y están quienes hacen ambas tareas. También se hace hincapié en el trabajo del teñido de las hilos con pigmentos naturales para darle una impronta regional a los productos.

"Queremos recuperar lo que la naturaleza nos da, con un criterio ecologista, de no destruir sino aprovechar. Por eso teñimos con materiales que se pueden encontrar en la ciudad como corteza de árboles, flores (jacarandá o magnolia) y hojas de tilo. También se utilizan verduras, como la remolacha y el repollo, que dan colores bien propios", detalló Goldín.

Tras los pasos que apuntan a obtener recursos naturales los integrantes del grupo salen a buscar los materiales a los parques, como el Independencia, y ya están diseñando rescatar algunos elementos de las islas.

Precisamente como el lazo que va dando forma el tejido, el trabajo grupal es también uno de los puntos más enriquecedores de la tarea. Es un importante desafío. Saben que algunos recién se conocen, que tienen que trabajar el concepto de compartir, pero están convencidos de que hacerlo de esa manera les da un plus, los contiene, les permite el intercambio para un mayor aprendizaje, les permite escucharse y también "los ayuda a crecer como seres humanos, entendiendo de manera concreta eso que se llama solidaridad", coinciden los miembros del equipo.

Muchos de los espacios donde desarrollan sus actividades o los materiales que utilizan provienen de personas o empresas que se "solidarizaron" con el proyecto. Así por ejemplo, los vellones que algunas hilanderas trabajan vienen de ovejas de Tucumán o Entre Ríos.


MARCA REGIONAL
"La idea es que la actividad vaya creciendo de a poco y, si bien cada trabajo tiene una impronta personal, el objetivo es crear una línea de productos con identidad propia, que implique una marca regional para que puedan ser reconocidos", explicó Goldín.

Tímidamente, los tejedores fueron empezando a mostrar su trabajo a través de distintas iniciativas en espacios que se les abrieron. Así pasaron por una muestra didáctica educativa que se realizó en setiembre pasado en la sede de Cultura de la Municipalidad, por una clase abierta de hilados y tinturas con plantas naturales que se desarrolló en el Portal Rosario Shopping en octubre y por la exhibición que se montó en la explanada trasera de la Isla de los Inventos durante este mes. Y esa posibilidad de mostrar el trabajo los lleva a tentarse con otros escenarios para el resto del año

Los integrantes de "Tejiendo Redes" explicaron que buscan comercializar sus productos y que para ello han logrado conseguir un espacio en dos locales de la firma Pachamama (uno en el centro y otro en Fisherton), pero lo que se pretende es difundir y rescatar las técnicas del hilado y del tejido que utilizaron los pueblos precolombinos, que conforman parte de una identidad olvidada.

Igual, no descartan las técnicas más urbanas y en esa combinación está perfilándose su perfil, porque Rosario no tiene la tradición textil que existe en determinadas regiones de Salta, Santiago del Estero o Jujuy, donde funcionan emprendimientos similares. En rigor, se están extendiendo las redes con estos grupos para intercambiar experiencias.


LAS CLAVES
En la organización de un emprendimiento textil es fundamental tener en cuenta la creatividad, la innovación y la viabilidad", advierte Goldín. Pero estas características no son las únicas. Al momento de producir. también se debe considerar la sustentabilidad del proyecto junto con criterios de funcionalidad, calidad y gestión. "Todo esto entra en juego para lograr la puesta en valor del producto artesanal", agrega.

Esa idea lleva a otra. "Entender a la artesanía textil no sólo como un producto-destaca la coordinadora del programa-, sino como un proceso de oficio, conviertiéndose en un soporte transformador, donde el diseño interviene para conseguir propuestas más logradas", sintetiza.

Por eso el entusiasmo crece en la medida que se abren espacios. situación que lleva a que la producción aumente y el grupo se consolide.

Así como el trabajo artesanal, este crecimiento requiere de experiencia, acuerdos y sobre todo mucho tiempo. Como cada hilo que se cruza, como cada vellón que se hila, como cada fibra que se tiñe.
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Desenredando. Dejar que el tiempo trabaje sobre las manos de los hacedores de tejidos es uno de los secretos del oficio.

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