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 sábado, 19 de noviembre de 2005  
Fronterizos. El calzado resulta de gran ayuda para intentar el azaroso cruce hacia los Estados Unidos
Una argentina diseñó zapatillas para los inmigrantes ilegales mexicanos
Son rojas, blancas y verdes. De un lado de la frontera parecen una extravagancia, del otro una necesidad

Las extravagantes zapatillas cuestan 215 dólares en un comercio de San Diego, pero su diseñadora las está regalando a los inmigrantes que se congregan en la frontera mexicana para entrar subrepticiamente en territorio estadounidense.

No es un calzado ordinario ni mucho menos. De uno de los cordones cuelgan una brújula y una linterna. El bolsillo en la lengüeta es para guardar dinero y analgésicos. En una suela desmontable hay un mapa impreso de la región.

Son rojas, blancas y verdes, los colores de la bandera mexicana. En el talón ostentan una imagen de la Santa Patrona de los inmigrantes.

De este lado de la frontera, las zapatillas están en los armarios de los conocedores, los pudientes o acaso en alguna colección de objetos de arte. Del otro lado, en Tijuana, son una cuestión utilitaria: los inmigrantes ansiosos por calzárselas para su ingreso -subrepticiamente o a la carrera- al territorio de Estados Unidos.

Su diseñadora es Judi Werthein, una artista argentina que se mudó a Nueva York en 1997, legalmente, según aclara.

Una tarde reciente en Tijuana, después de regalar 50 pares en un albergue para migrantes, Werthein esgrimió una plantilla donde señaló la carretera interestatal 8, la principal vía entre San Diego y Phoenix.

"Esta línea azul es donde usted quiere ir", dijo la artista en español a su interlocutor.

"¡Buena suerte! Todos ustedes son muy valientes", deseó a una cincuentena de hombres que se habían congregado en un cuarto de recreación después de cenar. "¡Dios te bendiga!" fue la respuesta de varios.

Werthein llegó a la conclusión de que el calzado es la prenda de vestir más importante para intentar el cruce ilegal de la frontera.

"El problema principal que la gente tiene en el cruce son sus pies", dijo la diseñadora. "Como la gente va a intentarlo de todas maneras, al menos esto lo hará más seguro".

Solamente se han producido mil pares de las zapatillas "Brinco", fabricadas en China, a un costo de 17 dólares el par.

Fueron presentadas en agosto en InSite, una exhibición de arte en San Diego y Tijuana cuyos patrocinadores incluyen fundaciones benéficas y coleccionistas privados.

El proyecto recibió 40.000 dólares de benefactores; Werthein cobra un estipendio de 5.000 dólares más gastos.

Algunos dicen que Werthein está promoviendo la inmigración ilegal. Pero la artista rechaza la crítica y replica que la gente intentará cruzar la frontera con o sin su calzado.

Eloisa Haudenschild, que exhibe un par en su resplandeciente hogar de San Diego, dijo que las zapatillas reflejan una realidad incómoda sobre los peligros de cruzar ilegalmente la frontera.

"Es una realidad que preferimos no ver", opinó. "Eso es lo que un artista pone de manifiesto".

Del otro lado de la frontera, varios migrantes curiosos que esperaban el anochecer junto a la cuenca de un río recubierta de cemento se acercaron a Werthein cuando sacó las cajas de calzado de un vehículo deportivo utilitario.

Un hombre ya calzaba un par de Brincos sucias. Otro, Felipe de Jesús Olivar Canto, se probó un par y dijo que las usaría en vez de sus zapatos negros de cuero. "Estas son mucho más cómodas para caminar", aseguró. Agregó que se proponía ir a Santa Ana, a unos 150 kilómetros al norte de la frontera, para trabajar instalando puertas y ventanas a 6,75 dólares la hora. "Los zapatos que tengo son más de vestir".

De ese lugar de concentración en la frontera Werthein fue a la Casa del Migrante, un albergue de Tijuana que recibirá un porcentaje de las ganancias de los Brincos que se vendan en Estados Unidos.

"¿Tienen un sensor para alertarnos sobre la Patrulla Fronteriza?", bromeó Javier López, quien dijo que en Denver le esperaba un trabajo de mampostería de 10 dólares la hora.

En su investigación sobre el diseño más conveniente, que le tomó más de dos años, Werthein entrevistó a fabricantes de calzado, inmigrantes, trabajadores sociales y aun un "coyote", o contrabandista de migrantes. Se enteró de una salvadoreña en Tijuana quien dijo haber sido secuestrada y violada por su "coyote".

En base a estas entrevistas agregó un bolsillo, ya que los migrantes le dijeron que solían ser víctimas de robos. También añadió la linterna debido a que muchos cruzan de noche. Como algunos se pierden, incorporó la brújula y el mapa. "Si se pierden", les aconsejó a los hombres en el albergue, "sencillamente vayan hacia el norte".

En el centro de San Diego, una boutique llamada Blends exhibe las zapatillas sobre un pedestal negro. Werthein dijo que Blends y Printed Matter, un comercio en Manhattan, ha vendido unos 350 pares.

"Yo no las uso ni me gustaría que mi marido las usara", dijo Antonieta La Russa, una cliente de Blends. "Pero el motivo es notable. Hay mucha oposición a la inmigración. Ella (Werthein) lo está observando del otro lado de la frontera y preguntándose por qué". (AP)
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Judi Werthein tuvo una idea tan novedosa como controvertida.


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