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 domingo, 13 de noviembre de 2005  
El viaje del lector: hacia la nostalgia

El sueño de mis viejos, buscando la tierra de las oportunidades, me hizo para siempre rosarina. La generosidad de mi esposo y de mis hijos, me regalaron, 50 años después, la dulce sensación de estar volviendo a la casa de la infancia.

Llegué en junio, Roma resplandecía de sol y flores, pero los ancestros tiraban al sur, más precisamente a la región Basilicata, o como le gusta llamarla a sus habitantes y a sus poetas Lucanía, no por el origen clásico del nombre que recuerda al pueblo de los lucanos (habitantes de los bosques) sino por la dulzura, por la musicalidad de la palabra, que según me dijeron hace pensar en un determinado paisaje, en un antiguo pacto entre sus hombres y la tierra.

En esta región se reunieron los hombres del monte con los que llegaban de las orillas del Jónico, el mítico mar de la magna Grecia y los de las costas del Tirreno, de Maratea donde el mar se ofrece como una promesa. Es justamente sobre el Tirreno donde la naturaleza realizó por su cuenta, el proyecto mar-montaña que subyuga a los visitantes, precisamente Maratea, en el golfo de Policastro que deslumbra con sus 30 kilómetros de litoral rocoso interrumpido apenas por playas chiquitas e increíbles grutas que se desploman sobre un mar limpísimo.


Pueblos de piedras
Pueblos de piedras, antiguas torres saracenas y a sus espaldas imponentes, se alzan los montes de la cadena del Sirino que forman parte del complejo Alpenínico y llegan a superar los 2000 metros de altura. Y esto por nombrar un lugar porque la Basilicata tiene en su naturaleza un potencial altísimo que se enriquece con pequeños pueblos colgados de las montañas, lugares escondidos, misteriosos y exclusivos lagos, bosques, pequeñas playas que se transforman en oasis protegidos de un mar siempre limpio e increíblemente azul.

Es que debajo del Mezzogiorno italiano, se descubre otra Italia, con el dominio de las montañas sagradas (el sugestivo Parque del Pollino) tan apreciado ya por los viajeros del "ottocento", con las cuales solamente el mar desde el Jónico al Tirreno, puede competir en grandeza y majestuosidad.

De verdad me deslumbró esta pequeña región que con apenas 11.000 kilómetros cuadrados cautiva a los turistas que se animan con sus historias entre Oriente y Occidente, con sus pequeños pueblos desde donde emergen valores culturales, usos, costumbres, el respeto por las tradiciones milenarias, antiguas creencias, gestos que el tiempo no ha podido borrar. Todo esto confluye para convalidar el valor de una cultura que siglos de sabiduría han conservado intacta.

Los viejos tenían razón, su tierra es increíblemente bella.

María Isabel Martone (ganadora de esta semana)
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La región Basilicata, con pueblos de pìedras, rodeados por montes, bosques y mar.


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