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 domingo, 30 de octubre de 2005  
El trago más dulce
Rugby: Uni se consagró campeón del Litoral

Pablo F. Mihal / Ovación

Universitario perseguía un sueño y ayer lo hizo realidad. Gritó campeón y sumó la séptima estrella a su firmamento, poniendo fin a una sequía de 47 años sin cosechas. Fue el equipo más regular del Regional del Litoral 2005, el mejor de las tres finales y ayer consiguió el objetivo al sumar el último eslabón a su cadena de triunfos (ganó todos los partidos de la instancia decisiva). Pero para poder festejar, tuvo que sortear primero el durísimo escollo que resultó Duendes, equipo al que venció 30 a 29 en una final muy atípica.

Y si el partido decisivo fue distinto, fue porque los protagonistas hicieron los méritos suficientes para que así sea. Fueron ochenta minutos jugados con una intensidad inusual, donde los dos arriesgaron, se vieron muchos tries y el marcador no tuvo un dueño cierto sino con el pitazo final. Si antes del partido hubo alguna especulación en cuanto a un posible arreglo para que Jockey no salga campeón, los jugadores, dentro de la cancha, se encargaron de desestimarla.

No se guardaron nada y cada uno con lo que tenía y como podía trató de hacerse prevalecer. Uni ganó la pulseada en las formaciones fijas y Duendes se hizo sentir por afuera, con sus backs. Fue un partido donde hubo mucho juego, ritmo y pocos penales, a pesar de ser una lucha sin cuartel: fue un verdadero gustazo para el espectador.

El equipo dirigido por Rivas, Fasce y Cabrera terminó el parcial en ventaja (17-12) pero los verdinegros en ningún momento bajaron los brazos y dieron lucha hasta el final. Y murió de pie, como un grande.

Lo cierto es que Duendes también pudo haber dado la vuelta olímpica y de hecho estuvo muy cerca de hacerlo (cosa que nadie hubiera podido cuestionar). Hizo méritos pero también aprovechó los errores de Universitario que, preso de sus nervios, se equivocó muchísimos fundamentalmente en el momento menos indicado, en el último cuarto de hora que es cuando se definen los partidos.

Franco Della Vedova vio la tarjeta amarilla y todo se le hizo cuesta arriba, mientras que Duendes agrandaba su figura. A instancias de Rocatagliatta (el juez de touch), el árbitro Sergio Tizón convalidó un try de Duendes -ya que él desde su posición no pudo ver bien si Vignolo había apoyado en forma legítima- y el partido alcanzó uno de los picos más altos de emoción. El verdinegro se puso a tiro (26-27), consiguió el bonus y de yapa una inyección anímica importante.

Duendes aprovechó el envión y con un penal de Miralles dio vuelta la historia. Todo indicaba que el título se quedaba en la casa del fantasma, pero este era "el año de Uni" y no se le podía escapar.

El cetro, una vez más, dependió de un penal, y fue Juan Pablo Caterina quien una vez más cargó con toda la responsabilidad sobre sus pies. El partido (aún más, todo el año) dependió de esa patada. Y fue un derechazo furibundo, lleno de gloria el que desató el festejo contenido. Así cada uno de los académicos pudo beber de la copa el trago más dulce, el que tiene sabor a gloria. Salud, Uni. Salud campeón!
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El momento más esperado: el de la consagración.

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