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 domingo, 30 de octubre de 2005  
La soberanía alimentaria y las corporaciones
Fuerte debate de organizaciones en Rosario sobre la estructura del comercio de granos

Patricia Martino / La Capital

Con más de 6 mil millones de habitantes en el planeta, el desafío de alimentar al mundo no sólo es un problema de producción sino de mejorar los índices de distribución. Sobre un escenario en el que la expansión del negocio agroalimentario no siempre va de la mano con la resolución del problema del hambre, el concepto de "soberanía alimentaria" gana espacio entre organizaciones no gubernamentales .

El canadiense Brewster Kneen asegura que las corporaciones trasnacionales delinean la política agrícola de los países, y no los gobiernos. En ese sentido, considera que "no es una buena idea poner el control de los alimentos en manos de un número muy pequeño de hombres cuyo trabajo es estar al servicio de lo corporativo en oposición a los intereses públicos".

Kneen es el autor de "Gigante invisible, Cargill y sus estrategias transnacionales", cuya segunda edición se presentó recientemente en Rosario. La presentación disparó el debate sobre las modificaciones que sufrió el sistema productivo nacional.

El ingeniero agrónomo Adolfo Boy, del Grupo Reflexión Rural y traductor del libro de Kneen, realizó un repaso de cómo con el tiempo los cultivos regionales cedieron terreno al monocultivo de soja, el grano más demandado por los complejos agroindustriales radicados en la región.

"En la zona había frutas, hortalizas, legumbres, pero apareció la soja y comenzó el cambio, se levantaron los alambrados y se dejó el sistema mixto de ganadería-agricultura que hacía que no se necesiten fertilizantes ni químicos, la urbanización llegó a la familia y desapareció la gente de los campos; como consecuencia, desapareció el pequeño productor", describió Boy, quien dijo que el libro de Kneen detalla una reunión de la familia Cargill en 1943 donde se "pactó hacer desaparecer a los pequeños productores".

El sistema actual sería algo así: Cargill le da la semilla al productor porque previamente pactó que le comprara su producción, también le vende los fertilizantes que necesita y una vez obtenido el cereal lo transporta del campo a la planta industrial. Luego se hace cargo del procesamiento y finalmente exporta.

Respecto al concepto de soberanía alimentaria, Carlos Vicente, responsable de información y redes para América latina de la organización Grain, explicó que la idea de soberanía alimentaria significa "priorizar la producción agrícola local para alimentar a la población". En suma, se trata del acceso de los campesinos y de los sin tierra justamente a la tierra, al agua, a las semillas y al crédito.

"Nos meten el cuento de que hay que producir mucho pero en realidad el planeta produce lo suficiente para alimentar a toda la población pero la distribución es desigual", dijo Vicente, quien puso el ejemplo de Argentina, que "hace años tiene cosechas récord y cada vez más pobreza".

A su turno, Kneen fue al grano: "Cargill es ciertamente una de las corporaciones más poderosas y eficaces del mundo, y merece ser conocida y entendida. Cargill delineó la política agrícola de cuanto país pudo, y lo seguirá haciendo mientras que el papel del público en dicha política quede confinado al de consumidor pasivo", dijo.

Según el análisis del autor, luego de una investigación que ya lleva 17 años, Cargill tiene un perfil bajo y prefiere no mostrarse públicamente. Desde 1864 cuando se fundó en Estados Unidos la política de la empresa es silenciar sus operaciones. "Ellos dicen los vamos a alimentar...pero a nuestra manera, ellos dicen vamos a alimentar a todos...los que tengan dinero".

El canadiense considera que las corporaciones quieren que las diferentes regiones (Canadá, EEUU, China, Argentina) compitan entre sí para conseguir un mejor precio y asegura que "trabajan juntas, no quieren una competencia feroz, y cada vez establecen más diálogo para repartirse roles en el mercado".

Uno de los hechos más alarmartes que menciona Kneen es que el sistema global es totalmente destructivo porque la producción de alimentos depende del petróleo, un recurso escaso que hoy es el principal causante del cambio climático.

P.M.
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