Sobre gustos

Carlos Mac Allister nació en Pergamino en 1944, vive en Rosario desde la década del sesenta y dice que desea morir en la parte vieja de Lisboa, brindando con vino verde, antes que la llamada globalización estandarice a las personas y sus roles. Hombre de la bohemia y la noche rosarina, es autor de "El retorno del Principito" y "Libídine, concuspiscencia y apetitos lúbricos", entre otros trabajos.

-¿Qué lugar prefiere de la ciudad y por qué?

-Alberdi sobre cierto sector de la avenida Puccio, a un paso del río: oxígeno, luz, verde y discretos bares e improvisadas parrillas no registradas aún por un público abrumador ni por los sabuesos de los inspectores municipales ni la policía.

-¿Cómo es su momento ideal?

-Me encanta comer y beber con amistades mixtas, preparar yo mismo elaborados menúes con la condición de que el número de comensales no supere los seis. Caso contrario el arte del anfitrión es servilismo. También pueden ser convocatorias más íntimas, de a dos...

-¿Qué plato elegiría para agasajar a un amor imposible?

-Si se deja agasajar, no es tan "imposible". Más que plato un menú. Quizá algo que la decida o impulse: pechugas rellenas con pasta de nueces y apio condimentadas con tintura de cantáridas y cola de quirquincho en gotas. Para beber Chablis o champán que son buenos euforizantes. De postre un solo bombón de licor agridulce para cada uno.

-¿Qué consejo le daría a su peor enemigo?

-Que beba a fondo blanco un gran vaso de cicuta concentrada y nunca más se confíe de mis consejos.

-¿Qué libro modificó su forma de sentir o de pensar?

-Desde mi primer libro, "Upa", todos, que no son pocos. Por eso me apena que el promedio anual de libros leídos en la Argentina post 1975 fue descendiendo hasta el 0,05 por ciento frente a más de 16 que ostentan Estados Unidos, Europa o Japón.

-¿Cómo se llamaría un libro que contara su vida?

-Podría ser: "Historia de alguien que quiso y no pudo, pudo y no quiso, pero -no escarmentando- cree querer y poder..."

-¿Existe el espíritu de Baco?

-¡Tanto! Soy uno de los que fundaron la Peña La Herradura, "siempre prendida al vaso", la más antigua entidad enófila bajo la advocación del dios Baco y del poeta persa Omar Khayyam y cuyos miembros por cantidad y calidad superan a los del propio Jockey Club, a simple título enunciativo.