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 domingo, 23 de octubre de 2005  
Plebiscito inédito. Preocupación por los alarmantes índices de criminalidad y violencia
Un Brasil dividido se prepara para decidir si prohíbe la venta de armas
Los sondeos prevén que la iniciativa del gobierno a favor del desarme de la población sufriría un fuerte revés

Río de Janeiro. - Unos 122 millones de brasileños acudirán a las urnas hoy para decidir si ratifican o anulan una disposición legal que prohíbe el comercio de armas y municiones, incluidos en un estatuto sobre desarme que entró en vigencia en 2003. La consulta, obligatoria y vinculante, que representa el primer referéndum de la historia reciente de Brasil, generó en las últimas semanas un debate cada vez más duro, que hoy virtualmente divide en dos el país sudamericano, que obstenta una de las mayores tasas de muerte del planeta por la violencia delictiva. Según estadísticas, en Brasil hay más de 17 millones de armas de fuego, de las cuales nueve millones no están registradas.

Aunque la iniciativa de vedar las armas es apoyada por el presidente Luiz Inacio Lula da Silva, la influyente Iglesia Católica, los campesinos sin tierra y las mayoría de las fuerzas de izquierdas, las encuestas predicen un triunfo de los opositores a la prohibición. En julio, la propuesta de prohibir la venta de armas tenía el apoyo del 80% de la población.

De acuerdo con la encuesta realizada por el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (Ibope), los partidarios del "no" obtendrían diez puntos de ventaja, venciendo a los partidarios de la prohibición ("sí") por 51 a 41% de los votos. Teniendo en cuenta solamente los votos válidos, la diferencia se mantiene, con poco más de 55% votando "no" y poco menos de 45% manifestándose por el "sí".

La disputa entre defensores del "sí" y los del "no" se libra en bares, a bordo de taxis, en los hogares y -principalmente- en Internet, donde se multiplican los mensajes electrónicos que presentan estadísticas (fiables o no) para fundamentar su opinión.


Pobreza y desigualdad
La pasión desatada por la consulta popular se debe a la generalizada preocupación de los ciudadanos por los elevados índices de criminalidad y la precaria estructura de seguridad pública en un país con gigantescas tasas de pobreza y de desigualdad social, que alimentan un ambiente que muchos definen como de "guerra civil". Persuadidos por el temor de quedar desarmados frente al crimen y la violencia, los brasileños parecían encaminados a votar contra la prohibición.

Entre 1979 y 2003, más de 550.000 brasileños murieron por armas de fuego. El número de casos anuales de muertes por ese tipo de armas aumentó un 462% en ese período, mientras que la población brasileña se incrementó sólo un 52%. Actualmente, 40.000 personas son asesinadas cada año en Brasil, y casi dos tercios de ellas (un 63,9%) mueren por armas de fuego. La violencia afecta principalmente a negros, jóvenes y pobres.

Un estudio revela que la tasa de muertes por armas de fuego en Brasil es de 16,6 por 100.000 habitantes entre los blancos. Entre los mestizos, es de 28,5 por 100.000, y entre los negros asciende a 39,1 por 100.000, casi el doble del índice promedio del país, que es de 21,71 por 100.000 habitantes.

Nadie duda de la necesidad de "hacer algo" por reducir la violencia, pero los partidarios del "sí" y del "no" discrepan en torno a la eficacia que tendrá la prohibición del comercio de armas para contribuir a alcanzar ese objetivo.

Los defensores de la prohibición se basan en un estudio divulgado por la Secretaría de Seguridad Pública de Río de Janeiro -uno de los Estados más violentos del país-, que asegura que el 65% de las armas decomisadas por la policía en manos de delincuentes han sido originalmente compradas legalmente. Además, sostienen que el 77% de las armas que ingresan en Brasil a través del contrabando han sido fabricadas en el propio país, del cual salieron legalmente -como exportación- para luego regresar por la vía ilegal y ser vendidas a los delincuentes.

Otro argumento en favor de la prohibición se basa en los resultados de la campaña lanzada por el gobierno, que pagó entre 45 y 135 dólares por arma de fuego devuelta voluntariamente por los ciudadanos. En su primer año de vigencia, esa política resultó en la recuperación de unas 443.000 armas, y los índices de muertes por armas de fuego retrocedieron por primera vez en 13 años, en un 8,2%.

Recientes estudios de la Unesco han sido también usados por los partidarios del "sí" en su campaña en favor de la prohibición de la venta de armas de fuego. Un estudio de la organización divulgado en mayo, que comparó datos de 57 países, mostró que Brasil sólo es superado por Venezuela como líder mundial en la tasa de muertes causadas por armas de fuego.

Los sectores contrarios a la prohibición argumentan que, independientemente de la existencia de los comercios, la posesión de armas ya ha sido drásticamente restringida en Brasil por el estatuto del desarme, que establece condiciones duras para los que deseen tenerlas.

Además, insisten en que el Estado no ha logrado éxitos en combatir la delincuencia, por lo cual los ciudadanos tienen derecho a tener armas de fuego para ejercer su derecho a la "legítima defensa", y niegan validez a estudios que sostienen que una persona armada corre un riesgo de muerte 180 veces mayor que una desarmada, en caso de sufrir un asalto.


Más muertes que en Vietnam
En Brasil mueren 39.000 personas por año víctimas de las armas de fuego. Comparativamente, en 18 meses morirían más personas en Brasil que las que murieron durante toda la guerra de Vietnam. En las últimas semanas ganó terreno la afirmación de que el ciudadano común quedará inerme ante el bandidaje en ciudades como Río de Janeiro o San Pablo, donde los asaltos y atracos combinados con violencia son parte de la rutina diaria.

La encuesta reveló que en las regiones en las que estadísticamente existen mejores niveles de educación ganan de lejos los que están contra la prohibición. En Río Grande do Sul, Estado limítrofe con Uruguay, la ventaja de quienes votarían contra la prohibición era de 81% a 19%. Se trata de uno de los Estados más ricos de Brasil.

En cambio, en la región noreste, donde es mayor la pobreza y menores los niveles de educación, ganaría la tendencia por la proscripción con un 53%. Contra la prohibición estaría el 47%. El tema también divide a los expertos. El filósofo Denis Lerrer Rosenfeld sostiene que la prohibición del comercio de armas representa una violación de las libertades individuales, sin que el Estado haya asumido ningún compromiso con miras "al desarme de los bandidos".

A su vez, el ex "zar" antidrogas de Brasil, Walter Maierovich, no sólo defiende el "sí" en el referéndum, sino que también aboga por que, en el futuro, se prohíba la exportación de armas y se logre "el fin de la industria bélica que la mantiene". "Se trata de un imperativo ético", afirmó.
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En Brasil hay más de 17 millones de armas de fuego.

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