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 domingo, 23 de octubre de 2005  
Historias de la noche. Cómo deslumbrar desde atrás de la barra de una fiesta
El oficio de hacer tragos y revolear botellas
El título de bartender profesional se convirtió en una interesante salida laboral y un modo de ganar mujeres

Pablo R. Procopio / La Capital

Cómo no van a estar las paredes descascaradas si las botellas vuelan todo el tiempo y se golpean. En una escuela de bartenders (algo más profundo que barman) esto es moneda corriente. Se trata de un oficio ligado a los tragos, las barras, la noche y el show que está en crecimiento constante de la mano del boom de los llamados "eventos", acontecimientos y presentaciones de todo tipo en los que todos los condimentos de un buen servicio no pueden faltar.

Si bien hasta los más jóvenes recuerdan a un adolescente Tom Cruise haciendo malabarismo en la película "Cocktail" (1988), a los alumnos de las escuelas rosarinas los mueven distintos intereses.

Tener el título de bartender profesional abre más puertas que las que se pueden imaginar. Y el mito de que desde atrás de la barra es más fácil conseguir mujeres no es tan disparatado.

El ahora docente y hace un año y medio alumno, Javier Kelman (20 años), se dio cuenta inmediatamente que esto era lo de él. "La gente se te caga de risa cuando le decías qué hacés", agrega Maximiliano Butticé (19). "Pero porque no conoce el término", aclara su compañero para terminar señalando que "cuando le empezás contar, se termina enganchando".

"Me gustó la idea y era una buena chance de meterme en esto", comenta también Ezequiel Isach (21) al asegurar que siempre le había gustado mirar el mundo desde atrás de una barra. Aparte, "se dice que hay levante", sostienen los tres profesores al unísono. En efecto, "si todas las miradas del boliche pasan por la barra en algún momento, es una buena forma de empezar", remarca Javier.

Justamente, se trata de comenzar. Animarse y observar las técnicas del revoleo de botellas. En la escuela Forum de Rosario, los pisos del salón de clases son de goma para evitar posibles (la probabilidad es mucha) roturas. De todos modos, al inicio se usan las llamadas botellas de entrenamiento, hechas en plástico pero con el mismo peso de las de vidrio. A la hora de tener que practicar en casa se recomienda encintar los envases o trabajar sobre césped o arena.

Sin embargo, la actividad depende mucho de la habilidad, el carisma y la destreza natural. "En una hora el profe te enseña un montón de movimientos, pero está en uno que te salgan lindos y fluidos", dice la propietaria del instituto de Santa Fe e Italia, Cecilia Barragán.

La directora y su socio vieron a la actividad como un verdadero polo en crecimiento al abrir su minicolegio. Los seis campeones mundiales del working flair (la especialidad que se basa en hacer volar a los envases) son argentinos. Como están ranqueados en los primeros puestos mundiales, las ciudades del país y en especial Rosario, se convierten en anfitrionas de estudiantes de otras latitudes. "Tuvimos chicos de Filadelfia (Estados Unidos) y ni hablar de Chile, de donde vienen siempre. Si te llevás un título argentino, mejor", subrayó Barragán.

Se dictan dos clases por semana con una carga horaria de seis horas cada siete días que incluyen conocimientos sobre coctelería clásica, moderna, internacional, inglés técnico, vinos, cervezas, champagnes, cafés y hasta magia. Y, una vez recibidos, los bartenders hasta se dan el lujo de salir a actuar por los pueblos.

A diferencia del barman, aprenden conocimientos sobre el origen y la elaboración de las bebidas, el proceso químico de las aguardientes y su destilación. Saben calcular onzas y hacer control de stock en las barras.

Los alumnos son mayoritariamente adolescentes. "Aunque hemos tenido en un mismo salón a un chico de 14 años y a un hombre de 60", asegura la dueña de Forum. Ezequiel (22) llegó desde Cruz Alta (Córdoba) y reveló haberse inscripto porque le sirve como "terapia", aunque aparte piensa difundir la actividad en su zona con la firme intención de crear una fuente de trabajo. ¿Por qué no?
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Las técnicas del "working flair" se aprenden en clase.

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