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 domingo, 16 de octubre de 2005  
Lecturas. Una obra clave de Leónidas Lamborghini
Parodia y mescolanza

Irina Garbatzky

No sólo de la lírica vive el poema. La épica, la sátira, la parodia también se dan cita en él. Desde 1955 con "El saboteador arrepentido" y "Las patas en la fuente" de 1965 hasta hoy, Leónidas Lamborghini ha sostenido una voz marginal dentro de la poesía, que, de manera recurrente, ha construido un modo de leer la realidad.

Su poesía es una poesía de la risa y la política. La reedición de "Odiseo confinado", publicado originalmente en 1992 a la vuelta del exilio de su autor, es interesante desde esta perspectiva, ya que como en toda su obra presenta a la literatura y a la historia como una serie de repeticiones que vuelven indiscernible el límite entre el humor y la tragedia.

Leónidas Lamborghini repite la tarea de traer a Ulises a la actualidad y cantar su gesta. Joyce había imaginado un "Ulises" urbano que sin salir de su ciudad recorría un universo, Lamborghini viene más cerca e imagina a Cordero el paródico, un lector-escritor que navega por las páginas y la tinta: el vinoso Ponto.

Cordero es el viajero de las páginas ajenas y el que define la tarea del poeta como la tarea del bufón. Como Odiseo, él "es Nadie", un nombre vacío con mayúscula que haciendo garabatos retoma las voces ajenas para desmontarlas. Ocurre que la parodia es el verdadero soporte de la palabra: "la parodia/ que es/ lo verdaderamente/ serio,/ reveladora/ de nuestra verdadera/ tragedia:/ la de ser,/ precisamente, eso, / parodias".

Si la risa pone en suspenso toda esclerosis del lenguaje, la tarea del poeta es la de suspender y mezclar. Los grabados de Eduardo Stupía que atraviesan los poemas en este libro lo anuncian: estamos en el terreno de la "mescolanza" en donde ni los dibujos ni los textos se distinguen, están atestados por un mar de letras. Cordero, cuyo nacimiento acontece en las viñetas de un "cartoon", es un engendro de la cruza de un pájaro y una mujer. No es ninguno de los dos, es su fracaso.

"Las expectativas son enormes, los resultados, deformes", ha dicho Lamborghini más de una vez. Su trabajo con la dislocación y la parodia ha elaborado una teoría de la lectura y la escritura: escribir es fracasar, no sólo porque nunca se dice lo que se quiere, sino porque siempre una palabra es un contraste entre lo que parece y lo que es. El hombre y su mundo salen degradados en estas comparaciones, sin embargo esta degradación es la fuente de la risa y la risa es su poder de transformación.

A la escritura del "enchastre", que en el intento de parecerse a otra muestra, burlonamente, la enormidad de su diferencia, también se la llamó "mezcla", "hibridación" o "barroco". Cordero el paródico la llama "Palimpsestos": los cantos que guardan los restos de una escritura anterior. Así, entre los resquicios del palimpsesto, como entre los restos de un derrumbe, emergen algunos fragmentos de la historia que conocemos. Ya no los aqueos, sino "los s(aqueos)" redoblan su ataque, esta vez, hambrientos, en los supermercados. Cordero desciende al Hades a invocar la sombra de su padre proletario y visita los estadios de fútbol vacíos, elocuentes. Se encuentra con una Circe llamada "La tipaza" y con sus hijos cebando mate y recibiendo consejos.

Como siempre, la odisea de un hombre es la de todos. Tal vez un Odiseo confinado en el Río de la Plata sea el colmo del absurdo: "ese espejo/ en el que/ nuestra razón,/ desnudándose, nos muestra/ su verdadero rostro,/ su sinrazón,/ y con risa idiota/ ríe".
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Lamborghini. Cincuenta años de escritura transformados en una referencia insoslayable.

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