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 domingo, 16 de octubre de 2005  
Vestir con estilo
Carolina Yrigaray es diseñadora de indumentaria y apuesta a crear prendas exclusivas

El glamour de la mujer urbana y fresca inspiró a la joven diseñadora Carolina Yrigaray en su primer desfile, en el que presentó la nueva colección para la temporada.

Estilo propio, calidad, textura en las telas y estampados exclusivos son algunas de las condiciones imprescindibles consideradas por Carolina a la hora diseñar sus prendas. Ante una moda que tiende a estereotipar y un mercado limitado a la hora de elegir, la diseñadora de veintiséis años charló con Mujer acerca de la esencia y el sentido que busca transmitir en cada una de sus prendas.

La primavera irrumpe con un estilo oriental, hippie y gitano, con bordados y batik, hilos dorados, apliques, encajes y detalles en crochet. Las polleras largas con volados, lazos o en capas, hacen furor, así como los pantalones sueltos y las túnicas hindúes.

Las telas estampadas, principalmente floreadas, resaltan los colores de una temporada que propone el amarillo, coral, verde, naranja, rosa viejo, y la gama de los azules.

¿Pero cómo hacer para seguir la moda sin unificar? La creatividad de Carolina cobra vida en la calidad y los estampados de las telas. "Para diferenciarse hace falta trabajar duro, sobre todo cuando los modelos y dibujos no siempre fluyen con facilidad. Cuando se trata de mostrar las prendas en un desfile, es preciso tener en cuenta la música, la decoración e iluminación, que deben coincidir para generar un ambiente acorde al estilo de las prendas", resalta Yrigaray.

Perceptiva, segura en el trato, inmediatamente reconoce el gusto y las preferencias de cada una de las mujeres que visitan su taller. No faltan las indecisas, las exigentes y también las atrevidas. "Luego de charlar un rato puedo darme cuenta qué busca cada una y cómo lo quiere lucir. Me parece bárbaro que una mujer después de los cincuenta quiera vestirse diferente y despojarse de los condicionamientos que establece la edad". En su impecable local y también taller, Irigaray muestra a Mujer un completo y variado exhibidor. Detrás, una mesa amplia para cortar las telas, máquinas de coser y gran cantidad de moldes, conforman la antesala de la confección. "Desde chica me gustaba coser. En el taller de la artista plástica Beatriz Betori, me aproximé un poco más a la actividad. Aunque nunca imaginé que me iba a dedicar a esto", recuerda.

Luego de trabajar con su padre en el rubro inmobiliario y también junto a escribanos, abogados y contadores, decidió finalmente estudiar con la idea de distraerse y despegarse de una actividad que le insumía todo el día. Entusiasmada por una amiga y un interés que iba en aumento, comenzó a cursar la carrera de diseño de indumentaria en el Instituto Crea."Muchos desmerecen la carrera. Lo lamentable es que hoy se encuentran haciendo ropa y desconocen algunas pautas fundamentales. Todo depende del interés que cada uno manifieste en aprender", dice Carolina.

Entre los docentes que marcaron su profesión, la diseñadora destaca el desempeño de profesores como Román Vitali, artista plástico.


Telas y texturas
Para idear una colección, Yrigaray prefiere indagar primero sobre las tendencias y luego consultar viejas revistas que muchas veces no hacen más que reafirmar diseños y cortes todavía vigentes.

Avervine fue la primera marca que creó, inspirada en un estilo de ropa informal. En cambio, la colección actual se identifica con su nombre, valiéndose casi en forma exclusiva de telas italianas.

Las polleras, vestidos, remeras y camisas adoptan un look distinguido. Estampados coloridos, lisos clásicos y diseños atrevidos conforman una variedad de opciones al momento de elegir.

Para el recién iniciado en el mercado de la moda no resulta sencillo ingresar en el mundo de las telas. "Durante mis primeras incursiones en Buenos Aires, y sin proponérmelo, tuve acceso a las tiendas más famosas y reconocidas. Al momento de elegir la tela, la moda no me determina. Priorizo textura y calidad. Con las italianas me aseguro que no están muy vistas, y ahora se han convertido en un vicio para mí", admite.

Una de sus creaciones figura entre las prendas más bien logradas. Se trata de un vestido con múltiples usos. Sin añadir ningún accesorio y valiéndose principalmente de la caída de las gasas, se puede lucir bajo siete formas diferentes: cruzado adelante, con un escote pronunciado en la espalda, un hombro descubierto y muchos otros. La diseñadora utilizó por primera vez esta técnica sobre un tapado en el que a través de cierres dispuestos en forma de accesorios se convertía en pantalón y chaqueta.

"Siempre me sedujo la idea de crear una prenda que luego se transforme en otra. Estos diseños son revolucionarios y originales, y responden a una línea de creadores extranjeros. Los europeos, por ejemplo, consumen la moda de manera diferente, determinados por un alto poder adquisitivo. Si un color no se usa, jamás se lo pondrían, incluso los hombres siguen de cerca las tendencias. En cambio aquí, todo se adapta y se recicla", asegura.

"A veces prefiero visitar museos para mirar colores y formas, y luego volcarlos en las prendas. Porque cuanto más registro visual tenemos, las perspectivas de hacer lo mismo aumentan. También me gusta recorrer las vidrieras para saber lo que no debo hacer", confiesa la diseñadora en la búsqueda permanente de una identidad presente en cada creación.

Paulina Schmidt
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