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 sábado, 15 de octubre de 2005  
Un nuevo actor en los sistemas pedagógicos
¿Cómo puede la empresa privada contribuir a la educación?
Una de las propuestas que crece en América Latina es la creación de un fondo permanente que contribuya a los presupuestos

Rosa Maria Torres (*)

El empresariado privado ha emergido, en los últimos años, como un "nuevo actor" privilegiado dentro del sector educativo. Mucho más que en el pasado, los sectores empresariales son convidados a la mesa de negociaciones y a participar de la toma de decisiones cuando de políticas educativas se trata.

Un sector clave y poderoso que, en efecto, puede hacer mucho por el avance y el fortalecimiento de la educación en nuestros países.

¿Cómo pueden los empresarios contribuir positivamente a la educación? No existe una única manera ni todas pasan solamente por el dinero ni ninguna exige renunciar a lo que es el objetivo propio de toda actividad empresarial: la ganancia.

Desde las formas de cooperación más elementales y más apegadas a los propios intereses de la empresa, hasta las formas más avanzadas y más inspiradas en una visión social y en un proyecto de país, los empresarios empiezan a aceptar que su propia condición privilegiada y las necesidades imperiosas de sus coterráneos los ubica en una situación en la que ya no es posible desentenderse del problema educativo y de su solución.

- 1. La educación de los propios trabajadores: velando por los intereses de la empresa y asumiendo algunas necesidades del personal. La forma más tradicional y común de involucramiento empresarial en el terreno educativo ha sido contribuir a la educación, capacitación y superación de sus propios trabajadores.

En ocasiones, esta preocupación se extiende a la familia del trabajador. Un trabajador alfabetizado, educado, calificado, es un mejor trabajador, más seguro de sí mismo, más competente y productivo en su trabajo. El núcleo familiar es soporte fundamental de todo trabajador, y la familia con niveles educativos aceptables es una familia con mejores condiciones para la supervivencia y el desarrollo integral de sus miembros.

- 2. La educación de la comunidad inmediata: velando por los intereses de la empresa y asumiendo algunas necesidades sociales del entorno Un salto importante lo dan aquellos empresarios que, siempre velando por los intereses de su empresa, abren los ojos a las necesidades no sólo de sus trabajadores sino de su entorno inmediato.

Esto suele tomar también distintas formas, desde las más afines a los esquemas paternalistas y clientelares hasta las más genuinamente potenciadoras del desarrollo comunitario. Contribuciones en dinero o en especie se destinan a mejorar la oferta educativa a nivel local: construcción (escuelas, aulas, canchas deportivas), equipamiento (materiales instruccionales, biblioteca, computadoras), becas de estudio, ayuda en gestiones, asesoría en la formulación de proyectos, etcétera.

El "apadrinamiento" de escuelas es una modalidad que empieza a extenderse en varios países: una empresa asume el rol de "padrino" o "madrina" de una o más escuelas de la zona, comprometiéndose a algún tipo de contribución regular (por ejemplo, una cuota mensual o anual) o respondiendo a pedidos específicos de sus "ahijados".

- 3. La educación del país: velando por los intereses de la empresa y ayudando a construir un futuro mejor para todos Es mucho lo que el empresariado privado puede hacer por la educación no sólo para bien de la empresa o de la localidad, sino para bien del país.

No se trata sólo de poner más dinero; se trata, más bien, de ponerlo de otro modo, posicionándose de otro modo frente al problema educativo, asumiéndolo como un problema de todos y potenciando las ventajas comparativas que tiene la empresa privada como convidada a este empeño.

Cuando es eficiente, la empresa privada posee un saber actualizado y probado en cuestiones financieras y administrativas que son de gran importancia en el campo educativo, desde el ministerio hasta la escuela. Saber armar un buen plan, un buen presupuesto, son competencias esenciales con las que a menudo tropiezan quienes diseñan y ejecutan la enseñanza.

Otro tanto puede decirse del saber indispensable para manejar la tecnología moderna y adaptarse a sus cambios. O de las cada vez más críticas relaciones entre educación y trabajo, entre conocimiento y empleo.


Una posición privilegiada
La empresa privada tiene en sus manos la enorme posibilidad y responsabilidad de contribuir a crear empleos no sólo como vía de subsistencia de millares de jóvenes sino, sobre todo, como vía de aprendizaje en y para el trabajo. La clase empresarial está en una posición económica y política privilegiada para presionar por una reforma educativa sólida, continuada, y de calidad.

Más allá de apadrinar pequeños proyectos aislados, el empresariado con sentido social y visión de país puede cumplir un rol significativo apadrinando el desarrollo de la educación nacional.

La creación de un fondo permanente que contribuya a incrementar el presupuesto educativo, y que se utilice para rubros y sectores específicos -los más necesitados de atención, los esenciales para un proyecto equitativo y de calidad-, viene siendo propuesta crecientemente al sector empresarial en América Latina y empieza a ser una realidad en algunos países.

La verdadera filantropía es la que da sin pedir a cambio, la que da sin aspavientos y sin esperar reconocimiento, la que da pensando menos en el propio interés que en el interés de los demás.

Cuando el empresariado asuma la importancia de un pueblo ciudadano, educado, pensante, creativo, crítico, no únicamente para beneficio de su propia empresa sino para bienestar de todos y para el desarrollo del país -su país, el país de sus hijos y de sus nietos-, ese día habremos dado un gran paso hacia la efectiva posibilidad de una educación de calidad para todos.

(*) Pedagoga. Ex ministra de Educación

y Culturas de Ecuador


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