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 sábado, 17 de septiembre de 2005  
Artesanos > Platería
Con espíritu criollo
Para Eduardo Taborda, las piezas trascienden sólo cuando son creativas y respetan la tradición

Paulina Schmidt

Tradicional, valiosa y artesanal, la platería criolla participó de importantes acontecimientos de la vida social y cultural; enalteció cada ceremonia religiosa; acompañó al hombre de campo en sus tareas y lo llenó de lujo junto a su caballo en los días de fiesta. Hoy, con la pluma refinada de los cinceles, los plateros recrean un estilo con identidad propia. El artesano Eduardo Taborda charló con Estilo acerca del oficio y señaló que lo más importante es alimentar la creatividad al momento de plasmar sobre el metal.

Si bien durante la época de los incas se conocieron los primeros trabajos realizados por plateros, con la llegada de los españoles se incorporaron nuevas técnicas y los artesanos autóctonos fueron adoptando otras modalidades para la creación de ornamentos más complejos. Aperos para el caballo, fustas, espuelas y accesorios para jinetes, facón (cuchillo gaucho), pavas, mates y bombillas, son realizados artesanalmente en plata cincelada e identifican el espíritu criollo.

El metal se encuentra estrechamente vinculado con los orígenes del país, incluso con la denominación de Argentina que deriva de argentum y significa plata.

Sobre una mesa, listas para la sesión de fotos, reposan las piezas más preciadas del artesano. La base de un mate con la figura de una garza en cuyo pico tiene un sábalo y el chifle o cuerno de cebú negro sobresalen entre las demás. Aunque Taborda asegura que todos los objetos fueron hechos para uso diario o doméstico, en verdad podrían permanecer en exposición y lucir sus minuciosos detalles. "Primero se diseña el trabajo en la mente", explica el artesano.

Cada pieza tiene un dibujo diferente y casi siempre son de animales o paisajes, que se vuelcan directamente sobre el metal, sin necesidad de un dibujo previo.

Antes de descubrir su faceta artística, el platero ya conocía de cerca el oficio de los metales. Había trabajado en montajes industriales con chapas de hierro gruesas, como trazador y cortador. Estos conocimientos le facilitaron la tarea pero luego debió aprender a cincelar.

"Mi interés por la artesanía despertó hace veinte años cuando me mudé a la zona céntrica de la ciudad. Como me sentía encerrado en el departamento, empecé a ir a la plaza Pringles, donde se reunían los artesanos. Allí, un amigo me convenció para que empezara a fabricar bijouterie. Primero armé una simple cadenita, después engarces y piezas de joyería", recuerda.

Para pulir el oficio que nunca más dejó, pasó por el bronce, los alambres y las piedras; luego vino la alpaca, la plata y el oro que enaltecieron sus piezas de platería gauchesca, entre las que se destacan los mates, estribos, rastras, cabezadas y casquillos.

¿Por qué se inclinó por la platería criolla? "Me encanta mi trabajo y lo aprendí solo, consultando textos o directamente con el gaucho. En verdad soy un bicho de ciudad pero apasionado por todo lo relacionado con el campo. Cuando iba a las ferias de los pueblos, si el gaucho miraba alguna pieza y se reía, yo le preguntaba cuál había sido mi error".

Arte para entendidos
Instalada entre los hombres de campo, la platería criolla también despierta el interés y la curiosidad del ciudadano común. "Muchos se animan a vestirse de gaucho cuando no lo son o adoptan un estilo criollo sin saber de qué se trata. Lo importante es conocer el oficio. Chapear una carona, colocar punteras de vasto o empilchar un caballo dependen del gusto del gaucho y los brillos del metal. En nuestro país adoptamos la tradición de los moros y la combinamos con cuero crudo y suela, materiales que se emplean mucho en el norte", remarca Taborda.

La plata, al igual que cualquier otro metal, se puede combinar con una infinidad de materiales. Piedra, ébano, oro, cuero crudo o madera distinguen el trabajo de una pieza que se convierte en única e irrepetible. "Cuando los trabajos se realizan a pedido y gusto del interesado, muchos prefieren la alpaca porque es mucho más accesible y con su brillo reemplaza muy bien a la plata", dice.

Cada trabajo es ciento por ciento artesanal y diferente; este es el mayor desafío para cualquier hacedor que busca sorprender con piezas únicas. De acuerdo a la pieza que se desea realizar, diferentes procesos se ponen en práctica. Para hacer un mate se emplea una técnica que se denomina batido a martillo y sirve para soldar las dos semiesferas. En cambio, para hacer una yunta, el dibujo se cala en el interior y exterior, luego se cincela, se suelda y coloca el ácido. "A diferencia del cincelado que requiere de mucha habilidad, el pulido es el trabajo más duro durante la etapa final de cada pieza".

El platero, acostumbrado a trabajar sobre bases huecas y no fundidas, prepara piezas nuevas con miras a la Feria de Maestros Artesanos que se realizará el próximo mes. Afecto de trabajar bajo la mirada de los visitantes en casi todas las exposiciones donde asiste, Taborda supo hacerse de varios premios nacionales. Córdoba, Cosquín y Entre Ríos son los principales ámbitos donde concentra la actividad que comparte con su esposa, especializada en calar sobre el metal. También sus dos hijas practican la técnica y se animan a armar alguna pieza cuando el artesano mayor se encuentra fuera del taller.

Hace doce años que el artesano dejó atrás las ferias urbanas, una decisión que le permitió continuar su evolución. "Cuando permaneces en el mismo lugar, a veces sucede que el trabajo no progresa, decae la creatividad y terminás haciendo siempre las mismas piezas".

Con nuevas ideas y anhelos, el platero aspira a convertirse en el artífice de una obra seriada de mates con figuras alusivas al río Paraná.

"Es preciso aprender a ser artesano que no es lo mismo que hacer una artesanía. Es una forma de vida que posibilita cierta libertad de trabajo y creatividad para salir de lo convencional y la moda del momento. A veces uno se da el gusto de hacer piezas que luego no se venden por su valor o simplemente porque a la gente no le gusta, pero son riesgos que se corren cuando uno elige esta forma de trabajo", reconoce.

El oficio se nota en el tiempo y la dedicación puesta en cada pieza. "Quien sabe fabricar una pieza a partir de una chapa lisa, calando y cincelando, es un verdadero orfebre", afirma finalmente.


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