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 domingo, 14 de agosto de 2005  
[Revisiones] - Biografía no autorizada de Enrique Nosiglia
El estratega del silencio
Los periodistas Darío Gallo y González Alvarez Guerrero retratan en "El Coti" a un personaje clave de la política nacional

Paola Irurtia / La Capital

En los últimos años, Enrique Nosiglia ganó fama de personaje enigmático y poderoso, desde el radicalismo primero y después detrás de muchas empresas. La biografía no autorizada de este actor decisivo en la política inicial, "El Coti" (Editorial Sudamericana), marca un camino que empieza en las utopías de la democracia popular de los años 70 y concluye en el pragmatismo político y económico que marcó la política argentina hacia fines del siglo XX. Los autores, Darío Gallo y Gonzalo Alvarez Guerrero, logran contar su vida casi sin hacerlo hablar. Los silencios del protagonista y su contraste con los hechos se convierten así en una clave fecunda para la lectura de esta historia como metáfora de la vida política actual del país.

"El Coti" rastrea la constitución familiar de Nosiglia, desde antes de su nacimiento, no tanto para empezar el relato desde el comienzo de su vida como para constatar una pregunta que cruza todo el relato: cómo construyó Enrique Nosiglia su actual capital económico. Cuándo lo hizo, de qué modo, y para un rastreo exhaustivo, con qué fortuna contó en sus inicios un hombre al que pocas veces se le conoció un trabajo formal.

Las pocas citas que utilizan al respecto los autores lo definen como un hombre al que nunca le gustó trabajar, un joven militante que hacía política en Derecho sin haber leído jamás a ninguno de los autores de rigor -eran los años 70 y una obligación militante, además de una exigencia académica, imponía leer a Marx, Lenin o Gramsci. En cambio, desde esa época lo recuerdan como un joven atraído por las teorías terminales y predispuesto a las conjuras, con un temperamento "oceánico", en el que conjugaba una calma superficial con una fuerza incontenible.


El arquitecto en la sombra
Así, la biografía de Nosiglia se inicia aún antes del nacimiento de la Coordinadora, abarca la interna con Ricardo Balbín, el surgimiento, esplendor y retirada de Raúl Alfonsín, transcurre en simultáneo con el juicio a las juntas militares y las leyes de punto final y obediencia debida con los fantasmas de los levantamientos militares, cuenta sobre el apoyo a Carlos Menem en la interna peronista con Antonio Cafiero, el pacto de Olivos y, más cerca, la historia del arrepentido Mario Pontaquarto, que denunció las coimas en el Senado durante el gobierno de De la Rúa. En todos estos episodios Nosiglia tuvo un protagonismo, con frecuencia, primordial.

En el entramado de relaciones estudiantiles, cuando Nosiglia proclamaba utopías, se encuentran amigos que lo conectan a la historia de su hermana Magdalena -militante desaparecida del Ejército Revolucionario del Pueblo y compañera del cuñado del Coti, el hermano de su primera esposa- y a miembros del Movimiento Todos por la Patria, con quienes debió negociar en el copamiento de La Tablada, cuando era ministro del Interior.

Entre los atacantes del cuartel de La Tablada se encontraba Julio Provenzano, compañero de militancia de su hermana. Gallo y Alvarez Guerrero aseguran que el dirigente del MTP estuvo en permanente contacto con Nosiglia hasta poco antes del ataque al cuartel, organizando reuniones con Enrique Gorriarán Merlo, como lo asegura el mismo ex jefe guerrillero en su biografía.

Las críticas a su gestión muestran el lado flaco del hombre que se catapultó como operador del radicalismo justamente en el momento en que debía demostrar su habilidad de un modo más expuesto.

Las relaciones que Nosiglia construyó desde su infancia, su paso por la facultad al llegar a Buenos Aires y sus giras al interior como acompañante de Alfonsín durante su campaña para la interna del 82 pueden seguirse en las operaciones que realizó durante el resto de su vida. Muchas veces, los autores las utilizan como las huellas que prueban la presencia de Nosiglia en operaciones económicas y políticas.

La historia de Nosiglia es un buen ejemplo de un modelo político en el que los negocios personales forman parte de la gestión, y no orgullosamente. "El Coti" reconstruye esa trama a partir de una indagación minuciosa en el modo en que Nosiglia extendió sus redes a empresas ligadas a créditos, ventas y licitaciones en las que el Estado tenía participación a través de funcionarios, ex funcionarios, amigos y parientes. El pragmatismo que consolidó durante su trayectoria se complementó con la lealtad hacia sus fieles.

En esas relaciones hay una razón para comprender la impunidad que lograron, a merced de contactos políticos, muchos de sus amigos, procesados durante el gobierno de Alfonsín y De la Rúa. O los cargos que ocuparon quienes como él comenzaron en la política cebando mates o como chofer de los líderes partidarios del momento. Las dos características enmarcan la seducción del poder a la cual respondió Nosiglia durante los períodos que abarca su biografía, que termina sobre los talones del 2005, con sus acercamientos a la administración de Néstor Kirchner, sus proyectos hoteleros y su relación con la denuncia sobre el pago de coimas en el Senado.


Un rastro evanescente
Los biógrafos de Nosiglia articulan un relato en el que pocas veces recurren a sus fuentes en estilo directo. La estrategia es reveladora. Gallo y Alvarez Guerrero buscaron en los relatos de compañeros, correligionarios y conocidos las huellas que les permitieran reconstruir una historia que se sostiene con la complicidad del silencio. Así, la lectura se asemeja a la experiencia de ver una película con un relato en off. Permite a la imaginación desarrollar los movimientos, los gestos, hasta las estrategias de Nosiglia de un modo similar al que lo convirtió en mito: sin su palabra. Pero con buenas definiciones. Una de ellas la ofrece una señorita que con una mirada poco analítica sintetiza: "Tiene pinta, plata, poder y no necesita de un cargo para ejercerlo".

Algunos críticos señalaron que lejos de desmitificar al personaje, el libro acrecienta las fantasías. Lo que demuestra la historia documentada, chequeada, minuciosamente detallada, es la forma en que los amigos y leales a Nosiglia aparecen de repente en empresas de limpieza, de aeronáutica, alquilando edificios de oficina, o como titulares de empresas hoteleras en las que Nosiglia siempre es mencionado como protagonista de negociaciones aunque su nombre no se encuentra en ningún documento.

Esta historia también explica que así como durante los 70 y 80 al militante radical se le escuchaba decir, ante cualquier propuesta, "pongamos una seccional", en los 90 la frase había mutado a "formemos una sociedad anónima" Una síntesis del rumbo que ha tomado buena parte de la política nacional desde entonces a hoy.
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Enigmático. El ex ministro del Interior de Alfonsín es reacio a las declaraciones públicas.

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