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 domingo, 14 de agosto de 2005  
Sociedad: los vitales vínculos de familia

Nuestra red más inmediata y significativa es la familia. En una época los expertos solían pensar que la única función era la de criar niños, pero actualmente parece más real pensar que, en estas relaciones tan cercanas y potentes, todos estamos en transformación y alimentación permanente. Muchos estudios sugieren que los adultos y adultos mayores que están en contacto con niños viven más y mejor. Así como sabemos que los conflictos crónicos en la familia son las peores fuentes de estrés para las personas de todas las edades, es igualmente cierto que el profundo cariño y la gratificación de las buenas relaciones con nuestros seres queridos nos cambia cuerpo y mente.

Las funciones creadoras, protectoras y orientadoras de la familia son hoy más necesarias que nunca para todos los integrantes; y a la vez, estas organizaciones tan flexibles y multifacéticas están exigidas y amenazadas. Los efectos nefastos de una globalización que ha sido instrumentada para la mercantilización sin límites, la precarización laboral y el empobrecimiento generalizado, se combinan muchas veces de maneras peligrosas.

Los adultos podemos ver con alarma las gratificaciones facilistas que se ofrecen a los niños y niñas, a muchachos y chicas en coloridas trampas para consumir y ser consumidos.

Solemos temer a la droga como si fuera la única de estas trampas, y no es que no sea cada vez más poderosa y temible. Pero también producen efectos dañinos, el consumo frenético y exhibicionista de objetos de moda; la competitividad sin sentido; la sexualización prematura y mediática de los niños y niñas que se creen púberes; la utilización light de los vínculos y la incorporación cada vez más temprana del alcohol como elemento que creen indispensable para sentir que se divierten.

La generalización de este modelo en las relaciones entre las personas, nos cuesta a diario muchas vidas. No conduce a la transgresión creativa sino a la avivada desgastante, a los riesgos innecesarios, a los sueños que se pierden. Porque cuando perdemos el elemento más básico del vínculo humano, que es la confianza, ningún diálogo ni pacto es posible, ninguna caricia es buena, y comienza el sobrevivir.


Calidad de vida
Aceptación de la realidad: muchas veces la nostalgia, el sentimiento de culpa o la creencia de que la nuestra no es una familia "como debería ser", nos impiden contactar con los vínculos que realmente tenemos. Familias de un solo progenitor, madres jefas de familia, familias de hermanos, familias divididas por conflictos crónicos no han sido inventadas hoy. Preguntémonos qué es lo mejor que tenemos en esas relaciones y dispongámonos a vivirlo con realismo y sin demora.

Establecer prioridades: cuando los seres humanos vivimos circunstancias que nos desafían y obligan a adaptaciones de todo tipo, aparece inmediatamente una tendencia a conservar y proteger aquello que consideramos necesario, prioritario, parte de nuestra identidad. Es bueno preguntarnos en ese momento, ¿qué es lo que hemos priorizado en nuestra familia?; ¿cómo nos ocupamos de los proyectos y necesidades de cada uno de los integrantes de la familia? Si hay niños y jóvenes, ¿cómo los protegemos y orientamos?; ¿cómo escuchamos y equilibramos el crecimiento permanente de las mujeres y de los varones?

Disfrutar juntos: no se necesita demasiado tiempo ni dinero, la disposición a gozar de todo lo que se comparte es lo que cambia la vida. Cómo sería su día sin el contacto que hoy tiene con sus seres queridos. Se puede convertir cada desayuno, llamado telefónico o momento compartido en algo valioso. Y para crear momentos especiales sólo hace falta preguntar y escuchar qué les gusta a los demás y a uno mismo, y ponerlo en acción. Todo el cuidado, el amor y el respeto mutuo que seamos capaces de desplegar en la vida familiar, vuelve a nosotros inmediatamente, multiplicado y lleno de nuevos colores, transformado en agua pura, aire limpio y luz para el corazón.

Relación entre familia y sociedad: serias investigaciones aportan evidencias de que una red social personal estable, sensible, activa y confiable protege de las enfermedades físicas y psíquicas, acelera los procesos de curación, aporta información para resolver problemas y evita la sobrecarga en los vínculos de la familia. Por otra parte, la participación ciudadana y la solidaridad activa constituyen una cura genuina para las sensaciones de desprotección y desorientación que venimos padeciendo los argentinos. Esto no significa postergar a la familia, dejar los niños en depósito ni perder la capacidad crítica, sino, por el contrario, ampliar las redes que pueden proveernos de sentido, alegría y amor.

Cuidado consciente: así como aprendemos y enseñamos que es necesario lavarse las manos antes de comer y apartamos un objeto sucio o contaminado que puede traer enfermedades al hogar, también es necesario que nos cuidemos mutuamente de la invasión y distorsión que el estrés puede provocar en nuestros mejores vínculos. Es necesario detenernos, parar las acciones, gestos y pensamientos automáticos con que llegamos de la calle, así como evitar la intoxicación del terrorismo mediático cuando la TV nos invade con imágenes que no nos conducen a pensar sino a la pura conmoción. Entender que estamos ubicados en un contexto socioeconómico de gran adversidad, del que no somos culpables, nos ayudará a proteger las relaciones que más necesitamos y con quienes más nos necesitan. Esto no significa "no hablar" de los problemas, sino evitar la invasión permanente y desgastante de temas que no podemos resolver en la familia y que nos impiden abordar aquello que sí está a nuestro alcance y que necesita de nuestra atención.

La familia no es un paraíso: todos tenemos conflictos con nuestros seres queridos, lo que no tiene nada de patológico; sin embargo, en un contexto exterior tan estresante conviene tratar de resolver los problemas que se presenten lo más rápidamente posible porque el buen ambiente familiar es necesario para la salud, desarrollo y recuperación de los niños, adolescentes y adultos.

Patricia C. D'Angelo

Psicóloga y terapeuta familiar

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