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 domingo, 07 de agosto de 2005  
Educación: desafíos de la escuela media

Marcela Isaías / La Capital

A principios de este año, la Unesco sorprendía con el informe, por cierto auspicioso, del crecimiento de la escuela secundaria a nivel mundial. Lo hacía con cifras convincentes: cuatro de cada cinco niños que tienen entre 10 y 15 años (es el ciclo considerado obligatorio en esta etapa de la enseñanza para casi todos los países) están en las aulas. Y entre los países beneficiados en la buena noticia, están incluidos los de América del Sur.

Más allá de los buenos anuncios, la verdad es que el presente y futuro de la escuela media en la Argentina es una preocupación de todos los días. Porque si bien es cierto que ha crecido en número de estudiantes, todavía son muchos los que no logran permanecer y culminar estos estudios. Por otro lado, la opinión de los especialistas se inclina por hacer obligatoria esta etapa de la enseñanza que, como se sabe, en la mayoría de las provincias lo es sólo hasta el 9º año de la EGB. Y más que un capricho, el reclamo parece más que atendible si se lo piensa desde el punto de vista del derecho a educarse.

Pero no todo es cuestión de números, también la demanda pasa por la calidad educativa. Entonces sí, ahora el debate vuelve su mirada sobre cómo se estructura la vieja escuela media por esta época y las coincidencias de docentes, padres y alumnos indican que no convence a nadie.

Es que luego de las reformas encaradas por los años 90, la misma quedó dividida en el tercer ciclo de la EGB y el polimodal. Un cambio que todavía cuesta entender a más de uno. Y no por pocas razones: desde cómo se implementó, hasta los cambios de nombres y las distorsiones sobre la oferta que promete a los estudiantes.

Por si bastara un ejemplo bien gráfico: en Santa Fe hay más planes de estudio del polimodal que escuelas.

No es casual entonces que los profesores hayan pedido en cuanto foro educativo se presentan que la vieja escuela secundaria, media o técnica, sea de una vez por todas recuperada como una unidad de aprendizaje. Y para ser justos, el primer paso lo ha dado la educación técnica que por estos días espera la sanción de una ley nacional que le devuelva su identidad.

Mientras se debate cuál será el futuro de este nivel de la enseñanza, los chicos y jóvenes han hecho escuchar su voz pidiendo sobre todo una vuelta a las disciplinas clásicas como la historia, la matemática, la física o la filosofía. Igual, para ellos y sus padres, también llegan las demandas de recuperar lo propio que requiere el estudio: esfuerzo y responsabilidad.

Además, la complejidad social demanda la presencia de más un de profesional en el trabajo escolar. Es decir, el docente ya no puede trabajar solo, requiere del apoyo de distintas especialidades que trabajen codo a codo en las aulas.

El diagnóstico trazado es claro: una escuela dividida que no satisface ni a profesores ni padres ni alumnos y que espera de una vez por todas ser tomada en cuenta.
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