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 domingo, 07 de agosto de 2005  
El gobierno cayó en la trampa de los pesos

Salvador Di Stéfano

El gobierno trabaja incansablemente para tener un tipo de cambio alto. Sin embargo no tuvo presente que generalmente esto sucede cuando hay fuga de capitales como ocurrió en 2002 y 2003. Cuando hay ingreso de capitales el caudal de dólares que ingresa se canjea por pesos y esto permite la apreciación del tipo de cambio.

En la actualidad, el stock de dólares que están en el exterior es muy importante y los agentes económicos en un escenario mucho más predecible que en 2002 y 2003 están invirtiendo en el país y en algunos casos ingresan parte de lo girado en épocas de crisis.

Cuando el gobierno observa cómo en el mercado fluyen dólares para su venta, no desea que la paridad con el peso decaiga porque buena parte de los ingresos fiscales dependen de las retenciones a la exportación. Hay que recordar que los pilares del plan económico son la sustitución de importaciones y las exportaciones.

En este escenario el Banco Central se ve obligado a intervenir en el mercado sosteniendo la paridad en 2,90 y así mantener el tipo de cambio alto para exportadores. Sin embargo esta política de inyectar pesos en la economía hace que se dispare la inflación, que ya se ubica en niveles estructurales del 1% mensual.De esta manera, los agentes económicos deben convivir con una inflación esperada del 12% anual, por lo cual buscan inversiones que tengan como mínimo esta rentabilidad.

Los bancos toman depósitos en pesos y en dólares, los últimos a tasa muy baja. Como consecuencia, la tasa pasiva es bajísima, ya que es una mercadería que no necesitan. Los depósitos en pesos pagan una tasa de interés pasiva muy por debajo de la inflación esperada, por lo cual los agentes económicos invierten en bonos ajustados por inflación, que rinden la inflación esperada más un plus adicional.

Como muchos inversores tienen dólares y no obtienen un rendimiento atractivo están pasando sus tenencias en moneda estadounidense a pesos en busca de rendimientos más elevados. Así los bancos compiten en bonos con plazos fijos ajustados por inflación a un año de plazo con un plus que va entre el 0,2% y el 1% anual.

Los bancos utilizan estos fondos para cancelar redescuentos, por los que pagan una tasa equivalente a inflación más 3,5% anual. Los bancos que no tienen tomados redescuentos del Central no tienen incentivo para tomar depósitos ajustados por inflación, porque en el mercado nadie desea tomar créditos ajustados por inflación.

Por otro lado, las tasas activas nominales de las financiaciones están reguladas, por lo que el Banco Central le acota el margen del negocio cuando toman depósitos ajustados por inflación y en algunos casos es negativo. Esto hace que haya incentivo en comprar y vender dinero ajustado por inflación o comprar dinero ajustado por inflación y venderlo a tasa regulada .

Todos los agentes económicos terminan por financiar al Estado y salen a comprar bonos en pesos ajustados por inflación, cuyo stock asciende al equivalente de 48 mil millones de dólares, de esta forma se abastece a los que desean estos títulos.

Los bonos en pesos ajustados por CER comienzan a revaluarse y se arma una burbuja financiera en pesos que crece día a día solo para financiar al Estado. Los bonos en dólares rinden según tasas externas y están en un techo difícil de superar.

El gobierno ingresó en la trampa de los pesos. La gente cambia dólares para comprar bonos en pesos ajustados por inflación del Estado. El gobierno tiene que comprar los dólares y emite pesos lo que impulsa la inflación. Esto hace más atractivo a los bonos ajustados por inflación y acelera el proceso de venta de dólares por pesos y compra de bonos del Estado.

En algún momento esta rueda de la felicidad antiproductiva finaliza y las consecuencias podrían ser nocivas para la economía. La recomendación para el gobierno sería que permita la competencia de monedas, dando lugar a que los bancos presten en dólares y por ende puedan captar depósitos en dólares, lo que habilitaría a una demanda de dólares que permita mantener un tipo de cambio alto y lubrique la economía de crédito.
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