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 sábado, 06 de agosto de 2005  
Escritores y educadores se reunieron a debatir en Rosario, en las Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil de la maestría para niños de la UNR
El gusto por la lectura se aprende desde bebé
Los especialistas afirman que el amor por los libros se enseña desde los primeros años de vida y que la voz de la madre es clave en estos aprendizajes

Marcela Isaías / La Capital

El amor por los libros y la lectura se aprende desde muy pequeño, aun de bebé. Aunque parezca una verdad de Perogrullo, con esta afirmación insisten distintos especialistas que se dedican a cultivar y difundir la literatura para niños y jóvenes, algunos de los cuales debatieron intensamente en Rosario el fin de semana pasado. Coincidieron una vez más en que la función de los padres y adultos que rodean al bebé, desde sus primeros momentos de vida, es irreemplazable en el estímulo hacia este gusto por las historias. También atribuyeron a la narración oral un papel clave.

¿Y qué tipo de lectura puede hacer un bebé? "La primera es la de la cara de su madre, padre o bien el adulto que lo acompaña", dijo Nora Fonollosa, profesora de jardín de infantes, de lengua y literatura del Instituto Summa de Buenos Aires, reconocida experta en literatura infantil y juvenil. Según destacó la especialista, "la cara de la madre es un libro que envía información permanentemente" y eso, confió, "le dará luego sentido a otras lecturas".

Fonollosa recordó entonces la experiencia que realiza en distintos jardines maternales de Buenos Aires, donde se trabaja en la formación de bibliotecas para bebés. No tienen otra meta que el estímulo de la actitud exploratoria de los lactantes en los libros. También, y con el correr de los meses, en las lecturas sensoriales, en los juegos de palabras y en la belleza propia que trae la poesía. Claro que para esto, resaltó la especialista, la presencia del adulto es fundamental.

De tela, plástico, con juguetes incorporados o cartón duro, estos libros pensados para los más pequeños se encuentran en cualquier librería que guarde un espacio para la literatura de niños. Sin embargo, Fonollosa recomendó ser cuidadosos en la selección. Tienen una desventaja -dijo-: son textos caros y no siempre están nutridos de buenas piezas literarias.

Lo cierto es que cuándo, qué, cómo y por qué dar para leer libros a los niños convoca a más de un debate. Y esto no resultó ajeno a los más de 150 profesores, bibliotecarios, estudiantes de posgrado y de los profesorados, escritores, ilustradores y editores de distintos puntos de la Argentina, Paraguay y Uruguay que el último fin de semana de julio se reunieron en Rosario en las Jornadas de Literatura Infantil y Juvenil convocadas por la maestría de literatura para niños de la Facultad de Humanidades y Artes, de la Universidad Nacional de Rosario.


Narración e identidad
Luego de la presentación de Fonollosa en Rosario, la profesora Marcela Sabio, directora del programa de narración oral "La oreja verde", cautivó por más de dos horas de un sábado soleado por la tarde a los asistentes a las jornadas. Con una bella selección de textos literarios, una actuación impecable que unió con canciones y juegos de palabras, emocionó y sorprendió a los docentes.

La santafesina Marcela Sabio tenía un objetivo: demostrar el valor de la narración oral como iniciadora de la lectura de libros, pero sobre todo como posibilidad para recuperar la propia identidad.

Recordó para esto que "el trabajo con la oralidad es un espacio disminuido, diezmado, sobre todo en América del sur", y que esto no habla sino de "pérdida de la memoria".

"Lo sonoro viene desde antes de nacer. El niño nace ya con un montón de información de su cultura", dice Sabio para luego explicar el vínculo entre esta información y el oficio que tiene un narrador oral: "El narrador oral no cuenta para, sino que cuenta con. Su tarea tiene una meta primordialmente comunicativa y es la de reafirmar el valor de la comunicación oral".

Claro está que, según entiende Sabio, este lenguaje se ha ido perdiendo y por eso el papel de quienes trabajan narrando y recogiendo historias es también el de realfabetizar en el lenguaje no oral, aquel de los gestos, donde el cuerpo y la mirada también hablan.

Sabio y otras conferencistas que la precedieron introdujeron en este debate otro costado de la literatura: el derecho de los niños a leer. Y en todo caso llegaron para reafirmar las palabras que la autora y escritora Elsa Bornemann expresara hace décadas en su libro de estudio y antología Poesía Infantil: "El proceso de gustación poética comienza con las nanas, o la menos es como debería comenzar, puesto que crecen mutilados afectivamente los niños a quienes nadie les ha cantado una canción de cuna (y no podemos olvidar que -lamentablemente- también existen esos niños").


Qué pasa en la escuela
Ricardo Mariño es un reconocido escritor de literatura infantil. También participó en las jornadas de Rosario y, aunque su disertación fue ajustada en el tiempo, resultó tan precisa como eficaz para rescatar a los chicos como auténticos destinatarios de esta literatura, junto al valor estético de los textos.

Mariño tiene una mirada muy crítica sobre el trabajo que la escuela suele hacer con los cuentos, novelas y poesías, sobre todo cuando éstas resultan objetos de análisis didácticos que hacen perder de vista el placer por leer, y se descuida así el sentido estético propio de la buena literatura.

Para ser más explícito sobre esta opinión mencionó la deliberada intención de quienes buscan medir con la misma vara de las encuestas periodísticas el grado de compromiso social, político o de género, por ejemplo, que tiene la obra.

En todo caso -señaló- hay una moda equivocada que pretende vincular lo que se escribe con los problemas del momento. En realidad, es una versión más de la tendencia de ver a la literatura exclusivamente como una herramienta para transmitir contenidos o un sentido moralizante. En cambio, Mariño considera que "la buena literatura tiene modos más sutiles y eficaces de cuestionar la realidad y el poder".

"La literatura -agrega- por el contrario es algo no intercambiable en el mercado de lo intercambiable que marca el capitalismo. Pertenece al orden de lo espiritual y lo estético".

El lugar de la literatura en la escuela planteado por Mariño se sumó a una serie de otros interrogantes que develaron "la avidez por estos encuentros", según señalaron las profesoras Marisa Miretti y Beatriz Actis, integrantes del comité académico de la maestría para niños de la UNR.

De acuerdo con la evaluación de Miretti y Actis, la masiva presencia de los docentes confirma esta demanda. Una y otra valoraron el diálogo y análisis entablado en torno a temas complejos y variados como la formación literaria, los clásicos infantiles, la relación entre los textos y la discapacidad intelectual, y hasta los momentos creativos de los escritores y los ilustradores. También sobre el ensayo crítico, las nuevas tecnologías y la incidencia de los medios.

Antes -en la inauguración de las jornadas donde estuvo el decano de Humanidades, Darío Maiorana- el director de la maestría, Ovide Menin, había rescatado el lugar de la escuela y el valioso papel de sus maestras en la transmisión de los textos literarios a las nuevas generaciones.
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Sin límites de edad. En el jardín Vivir y Convivir, los libros son parte del trabajo cotidiano.

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