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 sábado, 30 de julio de 2005  
Tomás Sánchez Iniesta: "Educar hoy es mucho más que seguir un currículo de contenidos informativos"
El pedagogo español asegura que el reto es formar jóvenes críticos y comprometidos

Marcela Isaías / La Capital

Tomás Sánchez Iniesta es licenciado en filosofía y letras, maestro y director de distintas instituciones educativas españolas, además de miembro del Forum Europeo de Administración de la Educación. Pero es, sobre todo, un pedagogo convencido de que hoy la escuela tiene un desafío ineludible: formar jóvenes críticos, comprometidos con los problemas actuales con una mentalidad global.

Y para su afirmación encuentra sólidos argumentos: dice que es imposible no promover la reflexión cuando, por ejemplo, se desarrolla una doble moral que se escandaliza de las opiniones de un famoso por los medios y es insensible al hecho de que mueran treinta mil niños cada día en el mundo a causa de la desnutrición.

Sánchez Iniesta pondrá en debate estos desafíos en sus conferencias "El reto de educar personas hoy" y "Coherencia y competencia: aliados necesarios en educación", que dictará en el Congreso Nacional e Internacional Aula Hoy (ver aparte) que se desarrollará en Rosario, entre el 11 y 13 de agosto próximos.

El pedagogo español también es autor de diversos libros y publicaciones, entre ellos "El enfoque globalizador", "La construcción del aprendizaje en el aula" y "Un lugar para soñar", este último editado el año pasado por Homo Sapiens Ediciones.

-De acuerdo con su libro ¿sigue siendo la escuela "un lugar para soñar"?

-Cuando elegí el título del libro pretendía resumir mediante una frase el mensaje del contenido que se expresa en sus distintos capítulos. Puede ser que esta manera de definir lo que ocurre en las aulas parezca desmesurado. Cabe pensar, ¿cómo vamos a concebir las instituciones educativas como lugares en los que los docentes y su alumnado se dediquen a soñar cuando lo que se debería hacer es prepararlos para la vida y, por lo tanto, estar muy pegados a la realidad en la que se desenvuelven? Es cierto. Estoy de acuerdo con esta intención, pero en mi opinión no es posible preparar para la vida de manera eficaz si no somos capaces de anticipar cómo será esa vida futura en la que se va a desenvolver nuestro alumnado. Por eso necesitamos anticiparnos imaginando otro mundo posible, con el fin de hacerlo mejor, para superar los graves problemas que tenemos en el planeta en este momento. Para ello tenemos que soñar, porque soñar es anticiparnos con nuestras ideas, sentimientos y deseos, para conseguir esa sociedad más justa, más humana. Y si la escuela no prepara para esto, y lo que hace es reproducir simplemente lo que ya tenemos, sin pretender transformar la realidad, entonces no nos espera precisamente un futuro muy esperanzador.

-Si se revisa la historia de la educación, la tarea de educar siempre significó un reto diferente para cada momento ¿Cuál es el que le toca hoy a la escuela?

-En este momento, en el que los adelantos técnicos y científicos avanzan a un ritmo mayor que nuestras capacidades para asimilarlos; en el que las desigualdades sociales y las tensiones en el mundo son enormes; cuando estamos hipotecando la salud de nuestro planeta y cuando desarrollamos una doble moral escandalizándonos por la opinión de un personaje famoso a través de la televisión mientras nos hemos insensibilizado al hecho de que mueran treinta mil niños cada día en el mundo a causa de la desnutrición, a la escuela no le queda más remedio que preparar a nuestros alumnos y alumnas para ser ciudadanos que participen, que influyan con su opinión para intentar invertir estas tendencias. Ya no es posible, por mucho tiempo, la salvaguarda del Estado de bienestar para unos cuantos en los países desarrollados: o todos tenemos acceso a un futuro digno, o con el tiempo la situación llegará a ser insostenible. Y el reto hoy es preparar a ciudadanas y ciudadanos críticos, responsables, solidarios y comprometidos para enfrentar los problemas actuales con una mentalidad global.


Tarea ineludible
-Los cambios se producen de manera acelerada, las demandas sociales son enormes y los problemas crecen en las aulas en niveles, a veces, desproporcionados. ¿Es fácil para un docente advertir qué requieren sus alumnos y la comunidad en cada ocasión?

-Los docentes tenemos que desarrollar una doble faceta en nuestro trabajo profesional. Por un lado, debemos responder a las demandas que nos hace la comunidad a la que servimos, ya que somos los encargados de preparar a los hijos y las hijas de los demás siguiendo los contenidos culturales que la propia comunidad, a través de sus representantes legales, establece como necesarios para el mantenimiento de nuestra cultura. Pero, además, los docentes tenemos que elevar nuestra voz crítica para señalar las decisiones y propuestas que la sociedad nos hace y que nos parecen inadecuadas para educar integralmente a nuestros alumnos. No podemos seguir explicando en las aulas contenidos instrumentales, que sin duda son necesarios, sin abordar a la vez otros que hoy son imprescindibles: educar en la formación del juicio crítico para favorecer la participación a través del respeto, el diálogo, la responsabilidad; educar para cuidar el medio ambiente, para la resolución de problemas reales, para tener opinión sobre lo que en este momento acontece en el planeta, etcétera.

-Por lo tanto, ¿qué cosa no puede dejar de hacer un educador?

-Los docentes podemos desarrollar estas enseñanzas que mencionaba antes o no hacerlo, dependerá en muchas ocasiones de las circunstancias que rodean nuestro trabajo (directrices emanadas de los responsables educativos, de las direcciones de los centros docentes, etcétera), pero lo que no podemos hacer nunca es ignorar los verdaderos objetivos que deberían guiar nuestra labor docente. Al menos, nosotros sí debemos saber hacia dónde deberíamos dirigir la educación de nuestros alumnos y alumnas, y decir en voz alta, para que se nos pueda escuchar con nitidez, que la educación hoy es mucho más que seguir un currículo repleto de contenidos informativos y destrezas instrumentales.

-De su recorrido por distintas ciudades, en encuentros con docentes y educadores que trabajan en distintas realidades ¿qué puntos de preocupación encuentra en común?

-En primer lugar, me gustaría decir que no conozco ninguna profesión en la que quienes la ejercen dediquen parte de su tiempo libre a realizar actividades de formación para aprender más, que además en muchos países son ellos mismos quienes sufragan los propios gastos de estas actividades con su salario; y que en estos encuentros de formación y estudio, si son eficaces, lo que ocurrirá es que cuestionarán su forma de trabajar, con lo que tendrán que realizar un esfuerzo posterior para cambiar determinados aspectos de su forma de actuar en las aulas. Por todo ello, para mí los docentes constituyen un colectivo que se merece el mayor respeto y consideración social. Por eso mismo tenemos derecho a pedir, y así lo he podido comprobar en todos los lugares que he visitado, que la comunidad nos haga demandas claras, serias. No pueden -por ejemplo- decirnos que dediquemos la mayor parte del tiempo al estudio de la lengua, las matemáticas, para después manifestar que la escuela no se dedica al desarrollo de valores. Tenemos derecho a pedir que la comunidad se responsabilice con nosotros de la educación de sus hijos y sea copartícipe de los programas que se diseñen desde las escuelas; tenemos derecho a pedir que se nos tenga la consideración social que corresponde a unos profesionales que, en este momento de cambios rápidos y desconcertantes en muchos casos, estamos educando con un enorme esfuerzo personal a los ciudadanos y ciudadanas que van a ser responsables de construir el futuro de nuestra sociedad dentro de muy pocos años.
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Tomás Sánchez Iniesta disertará en el teatro El Círculo de Rosario entre el 11 y 13 de agosto próximo.

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