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 domingo, 10 de julio de 2005  
Editorial
Preservar la identidad rosarina

El inicio de la demolición, sin la autorización pertinente, de un magnífico inmueble situado sobre el bulevar Oroño se erigió como otro ejemplo del tradicional descuido de la ciudad por su pasado edilicio. Debe procurarse una armonía entre el progreso y el respeto por la historia.

Notoriamente favorecida por el cambio de modelo económico implementado en el país, que privilegia la producción y devaluación mediante benefició a los productores agropecuarios, Rosario vive horas de reactivación febril. En ese marco, el boom de la construcción constituye uno de los aspectos más destacados. A partir de allí, el metro cuadrado ha duplicado su valor. Sin embargo el notable incremento en los precios no detiene a los inversores interesados en erigir edificios de departamentos, que buscan terrenos apropiados en zonas estratégicas de la urbe. Uno de sus objetivos predilectos son las casas antiguas, que suelen ser adquiridas para demolerlas de inmediato. El proceso es lógico y se relaciona innegablemente con el progreso, pero deberían existir límites en función de los necesarios criterios urbanísticos y el respeto al pasado histórico.

El flagrante caso de la mansión de Oroño al 1300 que fue noticia principal de la tapa de La Capital del pasado jueves se erige como otra nítida señal de alerta en torno de un tema que merece más atención: la preservación de la identidad urbana. Es que lamentablemente la tendencia dominante ha sido la indiferencia. Y así la piqueta se ha alzado con impiadosa frecuencia para demoler inmuebles emblemáticos, uno de ellos la recordada mansión situada sobre el mismo bulevar Oroño en su intersección con Córdoba.

La alternativa de la destrucción indiscriminada es la búsqueda del equilibrio: no impedir que se erijan nuevos inmuebles, sino exigir y controlar que éstos respeten las características de su entorno. En el caso de Oroño, las palabras de la secretaria de Planeamiento municipal se instalan como una severa advertencia de los potenciales costos que puede significar el progreso: "Si nos dejamos llevar vamos a transformarlo en una nueva avenida Pellegrini, que es un murallón de edificios", comentó Mirta Levin.

Existen soluciones arquitectónicas adecuadas para plasmar el deseable objetivo de la compatibilización entre pasado y presente, entre tradición e innovación. Del municipio -pero también de la conciencia de la ciudadanía- depende que Rosario pueda crecer sin perder los rasgos más queribles y valiosos de su historia.


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