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 miércoles, 06 de julio de 2005  
Alimentación inteligente
Buscan bajar el colesterol de la población
Tostado es la quinta en el orden nacional que integra un programa destinado a cambiar la conducta de los consumidores

María Laura Favarel / La Capital

Por primera vez en el territorio santafesino, la localidad de Tostado participa de un programa nacional cuyo objetivo es cambiar la alimentación de la población. Lo novedoso de la propuesta es que no apunta únicamente a cambiar la conducta de consumidores en relación a reducir la ingesta de grasas, sino que pretende influir en el contexto, de manera que también las empresas productoras de alimentos ofrezcan productos más saludables, sabrosos, a igual costo.

La iniciativa nacional impulsada por el programa Propia (ver aparte) y la Universidad Nacional de La Plata tomó el ejemplo de Finlandia. Aquel país, en la década del 70 ostentaba el triste récord de sumar la mayor cantidad de infartos en el mundo y el Estado no disponía de fondos para la salud pública. Así es como comenzaron a trabajar desde la comunidad y las asociaciones intermedias hacia arriba, abarcando las organizaciones estatales y privadas. Los resultados no se hicieron esperar: bajaron los niveles de colesterol y disminuyó la tasa de enfermedades cardíacas.

El programa Propia reproduce el modelo finlandés en cinco ciudades argentinas conforme los lineamientos de un documento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que establece estrategias globales de alimentación sana, actividad física y atención de la salud a nivel país. En el mencionado documento aparece un elemento distintivo: el rol del contexto. Y en ese marco, la industria de los alimentos juega un papel decisivo. El texto detalla las estrategias necesarias para cambiar los hábitos y resume el consenso de científicos mundiales respecto a qué comer y qué conviene evitar.

El doctor Marcelo Tavella, director de Propia y docente de la Universidad de La Plata, en diálogo con La Capital, comentó a La Capital cuáles son las estrategias de salud pública para mejorar el perfil graso de la alimentación, en el marco de una jornada sobre grasas y aceites en la alimentación organizada por la Universidad Abierta Interamericana.

Entre las estrategias imprescindibles, mencionó las siguientes:

  • Conocimiento: que la gente sepa, a través de una fuente confiable de información, que comiendo menos grasas malas reduce la posibilidad de infartos.

  • Motivación: generar acciones en la comunidad que provoquen cambios. Por ejemplo que un líder comunitario en una conferencia o en un recital diga que decidió comer más saludable. Otra estrategia puede ser medir el colesterol en las plazas. Eso motiva la consulta médica.

  • Instrumentos o habilidades: ofrecer criterios a la comunidad para que puedan saber qué es lo más saludable. Una forma de hacerlo es enseñar a leer la etiqueta de los productos u ofrecer clases de cocina sobre cómo utilizar los aceites.

  • Apoyo social: premiar los buenos ejemplos de empresas que optaron por eliminar las grasas de los alimentos o a las personas que adelgazaron. Esto gratifica y genera buenos ejemplos.

    "Solamente con estas cuatro estrategias no es posible cambiar la conducta alimentaria. Hace falta el quinto elemento, que es el contexto, y que consiste en poner a disposición del público (en las góndolas, por ejemplo) los alimentos sanos. Porque no siempre es fácil conseguirlos y esto hace que la persona desista. A ello se suma que si los alimentos saludables son feos o más caros, tampoco los comprarán", señaló Tavella.

    "¿Qué ocurre si empezamos a modificar los alimentos?", se pregunta Tavella. Así es como nació el concepto de alimentos funcionales, que mantienen la misma forma, gusto y precio, con el agregado de ingredientes saludables. Por ejemplo, en lugar de agregarle chicharrones al pan, incorporarle Omega 3. Lo mismo sucede con la leche enriquecida con Omega 3, las leches con fitosteroles, las galletitas sin aceite hidrogenado o exentas de grasas trans.

    Tavella comentó al respecto lo ocurrido en Bahía Blanca, donde se consume pan enriquecido con Omega 3, producto creado por la Universidad de La Plata. "En esa ciudad sólo se consume ese pan, que posee el mismo color, gusto y precio. La cooperativa obrera de Bahía Blanca vendía 50.000 kilos y ahora que es más sano, 100.000", remató.

    "No es que no se puede comer nada, no hay que ser absolutistas. Lo ideal es bajar al mínimo las grasas malas y aumentar las buenas, de manera que de a poco se puedan ir modificando los hábitos sin dietas estrictas. Por ejemplo, si comía medialunas con grasa todos los días, comer menos".
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    No todas las grasas son malas. Algunas logran aumentar el colesterol bueno.

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