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 lunes, 20 de junio de 2005  
Felipe Pigna prefiere rescatarlo como pensador y político antes que como militar
"Belgrano es mucho más que la bandera"
Para el historiador se trató del pensador más completo que tuvo la primera parte del siglo XIX y el hombre más preparado para gobernar el país naciente

Carlos Vallejos / La Capital

El historiador Felipe Pigna aceptó el diálogo que le propuso La Capital en ocasión del 20 de Junio y antes de la primera pregunta ya le puso su sello a la entrevista: “Prefiero hablar de Belgrano economista, político, pensador, que de la creación de la bandera, que es un tema sencillo”.

  Polémico como pocos y más mediático que todos, el autor de los best sellers “Los mitos de la historia” I y II, pidió luego que no se lo malinterprete, concedió que el izamiento de la primera enseña patria en Rosario fue un hecho importante en la génesis de Argentina, pero juzgó injusto que a un hombre de la talla de Manuel Belgrano —al que pone a la misma altura de San Martín— sólo se lo recuerde por eso. “Fue el atajo que encontró el poder para hablar de él; no tiene día, ¡es el Día de la Bandera!”, se quejó.

  Pigna es un rara avis entre los historiadores vernáculos. Mirado con desconfianza —y criticado— por el academicismo, es recibido con los brazos abiertos por los medios de comunicación. Participa del programa de Lalo Mir “Animados” (radio Mitre) y es columnista de Mario Pergolini en la Rock&Pop. Está en canal 7 con el programa “Vida y vuelta” y en septiembre hará, también con Pergolini, “Algo habrán hecho”, por canal 13. “Me considero un divulgador de la historia; tuve la suerte de acceder a los medios masivos”, no se amilana el estudioso.

  “Hablemos de Belgrano, porque la creación de la bandera es un tema muy fácil”.

  —¿En qué sentido muy fácil?

  —Sencillamente Belgrano eligió los colores borbónicos, ahí no hay nada nuevo.

  —Más que los colores, interesa su visión sobre el hecho de haberla creado.

  —Es un tema importante, pero no da para demasiado. Creo que en la vida de Belgrano hay cosas mucho más importantes.

  —Belgrano es, entonces, bastante más que el hacedor de la bandera...

  —¡Es diez veces más que eso! La creación de la bandera es un hecho muy importante porque marca el índice de rebeldía que tenía Belgrano. En aquel momento gobernaba al Primer Triunvirato, que era absolutamente conservador, centralista y estaba manejado por Bernardino Rivadavia, su secretario, quien era el que de alguna manera ejercía el poder. Entonces había una palabra prohibida: independencia, su sola mención molestaba a Rivadavia y a Inglaterra, que era aliada de España en las guerras contra Napoleón. Era políticamente incorrecto hablar de independencia, y don Manuel lo primero que hace es fundar dos baterías en Rosario y las llamó Libertad e Independencia, lo que no es un tema menor. Y él toma los colores borbónicos teniendo en cuenta que se decía que seguíamos obedeciendo a Fernando VII.

  —¿Cómo recibió Rivadavia la novedad?

  —Montó en cólera. Le mandó una carta fulminante donde le dice que guarde esa bandera, que no la use más, que no es momento de izar banderas.... Belgrano primero hace como que no se entera, pero finalmente le manda una carta donde le dice que no la va a usar más, que la va a destruir para que no queden recuerdos. Cosa que no hace porque después, ya en la campaña al Alto Perú, la hace bendecir en Salta y en Jujuy.

  —Entonces, más allá de la bandera, ¿quién fue Belgrano?

  —Quizá el pensador más completo que tuvo la primera parte del siglo XIX en la Argentina. Un hombre que, por ejemplo, en 1795 propuso una primera ley de reforma agraria y en 1798 un proyecto de educación gratuita y obligatoria que lamentablemente no se convirtió en ley. Se trata de uno de los primeros proyectos del mundo de educación gratuita y obligatoria. Se ocupó de la educación de la mujer. Fue un obsesionado con la industria, entendiendo que la ganadería es una actividad importante pero que no puede ser primordial porque no crea empleo y concentra la riqueza, así lo dice él. Esto está muy claro cuando trabaja en la creación del segundo periódico argentino después del “Telégrafo Mercantil”, que es el semanario “Agricultura, Industria y Comercio”, que comparte con (Hipólito) Vieytes. Ya el nombre denuncia a las claras que no está presente la ganadería. Las tres primeras son actividades dinámicas que van a generar empleo, riqueza más equitativamente distribuida que la ganadería, que sólo la concentraba. Esto habla de la capacidad económica y las ideas de Belgrano.

  —¿Cómo un intelectual y político de semejante fuste terminó al mando de un ejército, asumiendo una tarea para la que no fue formado?

  —Sólo había tenido participación militar durante las invasiones inglesas. Fue Mariano Moreno quien, por una cuestión de confianza, le pidió que tome las armas. Lo cual constituye un error, porque Moreno se fue quedando sin sus dos principales pilares al mandar a Belgrano al Paraguay y a Castelli al norte.

  —¿Belgrano no se opuso?

  —En una carta él dice muy claramente que asume contra su voluntad las misiones militares que se les encomiendan y que no está preparado para ser un soldado. Ciertamente la Revolución perdió así al mejor cuadro que tenía para gobernar: Manuel Belgrano.

  —¿No era un hombre débil como para comandar un ejército en plena guerra?

  —Para nada, era muy duro, inflexible, que hacía cumplir sus órdenes, como corresponde a un comandante en funciones. Le doy dos ejemplos: el 24 de mayo (de 1810) fue a presionar al virrey (Cisneros) y le dijo, y esto está en su biografía, “compañero, si a las tres de la tarde de hoy no renuncia lo tiraré por la ventana de la fortaleza”. Después, por supuesto, el Exodo Jujeño, donde hizo cumplir a rajatablas el bando que ordenaba el abandono y la quema de las propiedades. Los que más se resistían eran los terratenientes norteños. Quienes se negaban a acatar el bando militar eran fusilados, como corresponde a una situación de guerra. Hay que tener en cuenta que se trataba de un momento extremo. Se estaba parando una invasión que hubiese llegado a terminar con el norte argentino. Es un caso similar a lo que ocurre con Castelli cuando tiene que fusilar a Liniers, no puede dudar.

  —Belgrano parece tener tantos méritos como San Martín para ser considerado también padre de la patria.

  —El primero que reconoce el valor de Belgrano es precisamente San Martín, quien dijo de él “se trata del mejor de nosotros” y destacó su honestidad y capacidad política, a pesar de no haber contado con las habilidades de un Bonaparte en términos militares. De sí mismo Belgrano dijo algo interesante: “Estoy bastante lejos de considerarme un padre de la patria; quiero ser un buen hijo de la patria”. De todos modos, creo que en ese sentido las cosas están cambiando. Hubo una encuesta el año pasado donde daba un nivel de popularidad muy similar entre ambos, en algunos casos incluso Belgrano aventajó a San Martín.

  —La figura de general exitoso en un país con tantos gobierno militares posiblemente inclinó la balanza para el lado de San Martín.

  —Es así. Hasta la década del 30, cuando se produce el primer golpe de Estado, el gran prócer liberal era Rivadavia. Con el golpe se instala la figura de San Martín militar, dejando de lado al San Martín político, al magistral gobernante de Cuyo. Desde ese momento se destaca sólo su costado militar, y Belgrano queda como un personaje secundario creando la bandera y nada más. Se instala una visión sesgada de la historia.

  —Tradicionalmente se enseñó en las escuelas la historia como una seguidilla de batallas sin explicitar las ideas que las impulsaron.

  —Por supuesto, porque no les conviene. No les conviene a los que enseñaban historia, a los poderes de entonces. Particularmente a los gobiernos militares no les convenía que la gente razonara. Tampoco le convino al menemismo. De alguna manera con la decadencia del neoliberalismo eso está empezando a cambiar, tanto acá como en el mundo. La imbecilidad de los 90 se mostró a sí misma saturante. La gente se agotó de imbecilidades.


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"La creación de la bandera marca el índice de rebeldía de Belgrano".

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