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 sábado, 11 de junio de 2005  
El 15 de junio se celebra el Día del Libro. Las prácticas pedagógicas muestran fuertes contrastes: maestros que usan diversidad de textos y otros aferrados a las fotocopias
La comprensión lectora es la materia pendiente de los programas oficiales
Un estudio sobre los planes de lectura de 9 países revela que se sabe cuántos libros se entregan, pero no cuánto aportan a la formación de lectores plenos

Marcela Isaías / La Capital

La comprensión lectora sigue siendo el gran desafío de los planes de lectura. La afirmación se desprende de un estudio realizado por el Plan Iberoamericano de Lectura "Ilímita" sobre los programas que desarrollan 9 países, entre ellos la Argentina, y donde se asegura que se sabe cuántos libros se distribuyen, pero no cuánto se comprende de lo leído.

Y las primeras conclusiones de este estudio, que analiza los planes que tienen como eje la lectura y entre sus principales destinatarios a la escuela, se suman a las advertencias que en más de una ocasión realizaron distintos especialistas en la materia.

Así, no pocas veces se escuchó o leyó a la investigadora Emilia Ferreiro advertir que mientras que los países pobres no han superado el analfabetismo en el tercer milenio (a pesar de las cientos de declaraciones públicas y compromisos internacionales); los ricos han descubierto el iletrismo, o sea el nuevo nombre de una realidad muy simple: "La escolaridad básica universal no asegura ni la práctica cotidiana de la lectura, ni el gusto por leer, ni mucho menos el placer por la lectura".

Para ser más gráfica, indicó en varias oportunidades que "hay países que tienen analfabetos (porque no aseguran un mínimo de escolaridad básica a todos sus habitantes) y países que tienen iletrados (porque, a pesar de haber asegurado ese mínimo de escolaridad básica, no han producido lectores en sentido pleno)".

Y si los dichos de Emilia Ferreiro se llevaran a un terreno más cercano como el aula, bien podría demostrarse que son muy fuertes los contrastes que aparecen cuando de leer en la escuela se trata. Una cuestión que excede a la falta de libros o materiales donde circule la lengua escrita, y se vincula más con ciertas prácticas pedagógicas fuertemente arraigadas.

Prácticas que muestran docentes aferrados a los textos de lectura escolares, donde ya todo ha sido seleccionado, desde el autor hasta la actividad que cumple con la currícula; y maestros para quienes la fotocopia es la única hoja escrita que hacen circular en sus clases. Por suerte, también están los apasionados por la diversidad de textos escritos y que no ahorran esfuerzos para transmitirles esa pasión a sus alumnos.

Ahora, el estudio de este emprendimiento internacional viene a sumarse a la sospecha generaliza que indica que a la hora de distribuir libros en la escuela y otros ámbitos son muchos y valiosos en riqueza literaria los que llegan a los alumnos y a la comunidad; es grande el esfuerzo, hay compromiso del Estado, pero sin embargo quedan dudas si tales iniciativas alcanzan para formar lectores plenos.

Por eso no es casual que ante la consulta, el presidente de la Cámara Argentina del Libro (CAL), Jorge Setson asegure que "la debilidad de los planes sigue siendo la evaluación de los mismos". Setson de inmediato se remite a las conclusiones del estudio preparado por "Ilímita", que se conoció en la última Feria del Libro realizada en Buenos Aires, en un encuentro organizado por la CAL.

En la reunión se presentaron las conclusiones de "Ilimita" Plan Iberoamericano de Lectura, un programa de la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno que trabaja para articular las acciones del Estado, la sociedad civil y el sector privado en favor de la lectura. Y desarrollado por la Organización de Estados Iberoamericana para la Educación (OEI), y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc).

En el estudio comparado se tomaron los planes nacionales que desarrollan España, México, Colombia, Cuba, Venezuela, Ecuador, El Salvador, Brasil y la Argentina.

Según se sostiene, llama la atención que los indicadores de las evaluaciones que se refieren al contexto escolar estén asociados con el fortalecimiento de las bibliotecas escolares, realización de acciones de fomento de la lectura y la formación docentes, "pero no con el mejoramiento de la competencia lectora de los estudiantes". Lo cual, indica el análisis de "Ilímita", contradice el argumento principal que sostiene a la mayoría de los planes y que señalan a la comprensión como tema central.

Así, el informe sostiene que las evaluaciones se apoyan más en los productos que en los procesos, es decir el modelo de evaluación "está sesgado por una concepción predominantemente cuantitativa del proceso lector".

También que la mayoría de los planes nacionales concibe la lectura fundamental, o exclusivamente como lectura de libros. "Los valores de orden estético, psicológico, intelectual o civilizador que tiene el acto de leer parecen estar circunscriptos únicamente al contacto con los libros. Sólo muy pocos planes hacen referencia a otro tipo de impresos, y ninguno menciona el poder que tiene la prensa escrita como formadora de opinión".


Entre el boom y la práctica
Entre los argumentos que da el estudio de "Ilímita" para mostrar su inquietud sobre el alcance de tantos esfuerzos por la lectura, señala que los planes en estos países han surgido en medio de un verdadero boom por la lectura. Y para explicar las razones de este fenómeno apelan a la preocupación que surge de los diagnósticos alarmantes de los países de la Región, donde se indica que "se lee muy poco, que se lee más que todo para estudiar o estar informados y que la competencia lectora de la mayoría de los estudiantes no va más allá de una lectura literal de textos sencillos".

Pero también reconoce que en estos países que se han metido de lleno a trabajar por la lectura, hay una convicción cada vez mas generalizada de la función social que tiene la misma y por eso es incluida en las políticas sociales y culturales.

Además, el trabajo de investigación dice que los planes nacionales han surgido de la voluntad política por fomentar la lectura. Destacan en este sentido, que sea parte de las agendas de discusiones entre los jefes de Estado; y citan de inmediato como ejemplo, la Cumbre realizada en Santa Cruz de las Sierras en 2003 como en la última llevada a cabo en San José de Costa Rica el año pasado, donde el tema se sumó a la lista de discusiones.
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