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 sábado, 04 de junio de 2005  
Sin excusas. La provincia puntualizó la norma que obliga a los hospitales a ofrecer métodos de anticoncepción quirúrgica
Ya se reglamentó la ley y hay luz verde para la ligadura de trompas
Todos los efectores públicos santafesinos podrán practicar esa cirugía y vasectomías a los pacientes que lo pidan

Silvina Dezorzi / La Capital

La ley de anticoncepción quirúrgica aprobada en la provincia el año pasado ya tiene su reglamentación, una condición largamente pedida por los médicos para aventar cualquier riesgo de denuncia posterior a la práctica. "La ley ahora reglamentada no sólo faculta, sino que obliga a los hospitales a practicar vasectomías y ligaduras de trompas", afirmó ayer a La Capital el ministro de Salud provincial, Juan Héctor Sylvestre Begnis. Su importancia radica en que democratiza el acceso a esos métodos, que ya tenían una larga tradición en el sector privado pero no se hacían en los hospitales. "Esta ley, como todas las que se crean para el sector público, apunta a extender la cobertura a toda la sociedad, porque el que no disponía de recursos económicos tenía vedada la posibilidad de practicarse ese tipo de intervenciones", dijo el ministro. Así, con la letra chica bien clara, ahora ningún hospital santafesino, provincial ni municipal, podrá negar esa alternativa a sus pacientes.

La ley 12.323 de anticoncepción quirúrgica fue más que debatida en la provincia, hasta que finalmente recibió el okey del Senado el 26 de agosto del año pasado. Sin embargo, pasó casi diez meses sin estar reglamentada.

Fue el caso de una mujer embarazada de su undécimo hijo que el 16 de mayo pasado solicitó una ligadura de trompas en el Hospital Centenario el que repuso el tema en la agenda pública (ver recuadro). Sobre todo cuando la propia directora del hospital, Gilda Tamagno, admitió entonces que, en ausencia de la ley reglamentada, aún estaban trabajando para ver "cómo abordar" la práctica.

La respuesta de Sylvestre Begnis no se hizo esperar. El ministro dejó claro que "las leyes deben aplicarse, estén o no reglamentadas", y deslizó que si los médicos se excusaban por la falta de letra chica para no practicar esas cirugías era para justificar que no querían realizarlas.

De inmediato sonaron otras voces. Por ejemplo, la de la secretaria de Salud municipal, Mónica Fein, quien argumentó que no era renuencia, sino temor a eventuales demandas por lesiones posteriores a las cirugías, lo que llevaba a los médicos a exigir que la ley se reglamentara para ampararlos. Además, aclaró que no se harían ligaduras de trompas ni vasectomías en los hospitales del municipio hasta tener una "reglamentación clara".

El temor de los médicos se fundaba en la posibilidad de que un paciente optara por algún método quirúrgico de anticoncepción y más tarde, arrepentido de haberse practicado lo que en Argentina es una intervención de muy difícil reversión (por costo y complejidad), demandara al profesional por "lesiones graves", tipificadas en el Código Penal.

Sin embargo, ayer Sylvestre Begnis fue taxativo. "La ley ampara a los médicos", sentenció, y puso como ejemplo la inexistencia de "conflictos" con las miles de intervenciones ya practicadas en otras provincias, como Mendoza o Río Negro. Básicamente, porque "los hipotéticos damnificados antes habrán firmado su consentimiento", dijo, como ocurre de rutina en cualquier cirugía.

Fein también expresó su satisfacción por el paraguas legal que representará de ahora en más la ley reglamentada, "para que cualquier mujer, vaya a un hospital provincial o municipal, tenga las mismas posibilidades y reciba los mismos procedimientos", afirmó. Incluso, con ánimo de avanzar sobre el tema, desde la secretaría ya habían mantenido reuniones con profesionales del Colegio Médico para consensuar una "protocolización".

En síntesis, lo que la reglamentación deja en claro es que los hospitales deberán garantizar las prácticas, que habrá un formulario de consentimiento a firmar tanto por el paciente como por el médico, y que un equipo interdisciplinario por hospital deberá informar de forma pormenorizada "los riesgos, las consecuencias del procedimiento, la evolución previsible en lo mediato e inmediato, sus posibilidades de reversión y sus secuelas psicofísicas, espirituales y sociales".

Lo importante para el ministro de Salud es que de ahora en adelante "ningún hospital podrá negarse a hacer estas prácticas", ni aun argumentando que faltan elementos, "porque se trata de la operación más simple del mundo: sólo se necesitan dos hilos, un bisturí, un poquito de gasa y ningún aparato especial".

Los médicos que, en forma individual, expresen objeción de conciencia para realizar una vasectomía o una ligadura de trompas, podrán ejercer su derecho, pero las cirugías se harán igualmente en el hospital, obligado a garantizar que otro profesional las practique. "Sólo si no hay quién las haga se puede derivar al paciente a otro establecimiento para garantizar que se le dé la prestación que pide", afirmó Sylvestre Begnis.

Al menos en el ámbito de las maternidades municipales (Martin y del Roque Sáenz Peña), Fein afirmó no conocer a ningún profesional que pueda objetar la realización de esas cirugías.

De cualquier modo, tanto por sugerencia del profesional como por demanda de los pacientes, hombres o mujeres, ahora se podrán hacer vasectomías y ligaduras de trompas en los hospitales, algo que se practicaba de hecho y desde siempre en el sector privado. Por eso la ley viene a reparar una flagrante situación de injusticia e inequidad.


Cobertura para todos
"Esta ley, como todas las que se crean para el sector público, apunta a extender la cobertura de algún tipo de práctica a toda la sociedad, porque el que no contaba con recursos económicos tenía vedada la posibilidad de practicarse este tipo de intervenciones", admitió el ministro.

Es más, según explicó, en los sanatorios el procedimiento sólo requería de un simple acuerdo entre paciente y profesional. Y aunque se invocara "riesgo de vida del paciente o de un órgano", amparado por la ley 17.923, en realidad se hacía ante situaciones de multiparidad (muchos hijos) o multicesáreas, con frecuencia aprovechando alguna otra cirugía.

"Hay miles de casos anuales en el país. Si una mujer planteaba «yo ya tengo cuatro hijos, doctor, ¿no me podrá ligar las trompas?», con eso solo se hacía", ejemplificó el ministro.

Para Fein, hay casos más claros que otros para aconsejar esos métodos. Por ejemplo, no es lo mismo "una chica joven con cuatro hijos, pero que quizá en el futuro pueda cambiar de opinión", que "una mujer de edad más avanzada con un número alto de hijos". Aun así, ambas tendrán ahora la opción.
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Los profesionales temían eventuales demandas por lesiones posteriores a la cirugía.

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