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 domingo, 29 de mayo de 2005  
AAPRESID. Historia de la agricultura mundial (I)
Producción, equidad y medio ambiente
Primera entrega del curso del prestigioso científico argentino: un análisis sobre la agriculturización en el país

Otto Solbrig

La agricultura y ganadería argentina a pesar de la enorme crisis económica y social que azota al país desde hace varios años ha seguido desarrollándose. El sector agropecuario -incluyendo el sector frutihortícola y vinos- ha sido el único sector de la economía argentina que ha mantenido un crecimiento significativo en estos últimos años. Entre 1990 y hoy la producción de granos y oleaginosas se duplicó. Gran parte de estos excedentes se exportaron, creando un superávit comercial que ha permitido disminuir el impacto negativo de la crisis. El éxito del sector agrario se ha derramado a otros sectores generando empleo en estos sectores.

A pesar de este éxito se ha desatado un debate en torno al modelo de producción intensivo que ha acompañado el incremento de la producción. Este debate se centra en la sustentabilidad del sistema, y es parte de un debate que existe a nivel mundial.

El alto contenido ideológico de este debate y las pasiones que ha suscitado auguran en contra de una resolución racional. Sin embargo, la pregunta central sobre la sustentabilidad de la agricultura de altos insumos es una pregunta muy valedera y susceptible de investigación.

El desarrollo económico

La agricultura y la ganadería son las actividades más esenciales de toda sociedad humana. Y, sin embargo, a medida que un país se desarrolla, la agricultura y la ganadería pierden importancia relativa en relación a la industria y los servicios. Esto fue interpretado como un indicio de que en términos del desarrollo la agricultura es de menor importancia que la industria, y que el Estado y la sociedad no necesitan preocuparse por la actividad agropecuaria.

Al influjo de estas ideas, empezando en la década de los cuarenta y con el objeto de transferir fondos a la industria se gravó a la agricultura, lo que retardó su desarrollo. La excepción fue en los 90, que vio un enorme desarrollo en el sector rural, facilitado sin duda por la inserción de capital debido a la eliminación del impuesto a la exportación.

Sin embargo, esa interpretación del rol de la agricultura en el proceso de desarrollo es incorrecta. Si bien la contribución relativa de la industria agropecuaria al PBI se reduce a medida que un país se desarrolla, ningún país puede avanzar en su desarrollo sin una industria agropecuaria productiva y eficiente. El éxito económico de los llamados "tigres" asiáticos se basa en que impulsaron a su agricultura a través de medidas estatales de apoyo para que aumentara su rendimiento. Una agricultura más eficiente crea superávits comerciales y genera divisas que se pueden invertir en el desarrollo industrial. Una agricultura moderna y eficiente es un mercado para toda una serie de productos industriales y una agricultura eficiente libera mano de obra que encuentra empleo en las nuevas industrias. Pero la agroindustria de un país moderno y desarrollado tiene que ser eficiente, productiva y sostenible.

Definición de sustentabilidad

Hay innumerables definiciones, pero el concepto básico es que un sistema es sostenible si permite que su producción se mantenga en el tiempo. Aquí utilizaremos la definición propuesta por la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, que tiene la virtud que es específica para el medio agrario y muy operacional. De acuerdo a esta la sostenibilidad es: "...un proceso que mantiene en el largo plazo la integridad biológica y ecológica de los recursos naturales, es rentable para la empresa agrícola e industrias relacionadas al agro, contribuye a la calidad de vida de la población rural y ayuda al desarrollo económico de los países...".

La definición merece ser analizada. El primer punto que hay que enfatizar es que se trata de un proceso, o sea que es un sistema que cambia con el tiempo. El segundo punto es que tiene tres ejes fundamentales el económico, el ecológico y el social. Estos interactúan entre ellos, y para que un sistema agropecuario sea sustentable las interacciones entre los tres ejes deben ser más o menos simétricas. En otras palabras, la conservación de la capacidad productiva del medio ambiente debe ejercer una fuerte presión sobre el eje económico, obligando al productor a encontrar tecnologías conservacionistas rentables. A su vez, las tecnologías deben ser socialmente aceptables y equitativas.

En el debate mundial alrededor de la agricultura moderna, los defensores del medio ambiente muchas veces ignoran lo económico, mientras que los productores a veces tienden a olvidarse del eje social y ecológico, y los que se preocupan por lo social, le dan primacía a las relaciones humanas y a la equidad por sobre toda otra consideración. La existencia de ideologías ambientalistas, productivistas o anticapitalistas en ciertos sectores asociados al debate alrededor de la sustentabilidad, hace que cada campo produzca datos y observaciones a favor de sus posiciones, pero que rara vez se trate de analizar el problema por sobre los prejuicios personales o las ideologías prevalecientes. Aunque reconocemos que no hay análisis exento de ideología, el rol de la ciencia es de analizar la información lo más objetivamente posible.

La agricultura y ganadería argentina siempre han sido muy dinámicas desarrollando e incorporando nueva tecnología. Desde la época de la colonia se fueron incorporando toda una serie de tecnologías: el saladero, la cría de ovinos, el alambrado, el molino, el ganado vacuno de alta calidad, la rotación agricultura-ganadería, la mecanización, la incorporación de semillas mejoradas, etc. Hasta el principio de la década del 50 estos cambios fueron dados dentro de un contexto que se ha dado en llamar "extensivo".

Comenzando en la década de 1970 se intensifica notablemente la agricultura argentina incorporando una serie de tecnologías de la llamada "revolución verde": uso de genotipos especialmente adaptados, incorporación de maquinaria de mayor potencia, uso de agroquímicos para combatir malezas y pestes.

Estas tecnologías, que fueron adaptadas en varias partes del mundo, han sido muy exitosas en aumentar la producción agrícola al nivel mundial, que ha crecido a una tasa de algo más que 3% anual entre 1960 y 2000 y de esa manera se pudo alimentar a la población mundial que se duplicó durante ese período. Estas tecnologías son capital-intensivas, prevaleciendo el factor capital sobre el factor tierra, por lo que generalmente son llamadas "intensivas".

La intensificación

Este paso a una agricultura "intensiva" ha sido un proceso gradual. Pero las tecnologías originales de la revolución verde no fueron sostenibles debido al impacto negativo de ellas sobre el eje ecológico y el eje social. Las tecnologías de la revolución verde incrementaron la erosión de los suelos, llevaron a la contaminación de acuíferos, redujeron la biodiversidad en las zonas en que se aplicó, y llevó al desempleo rural. Además, el alto contenido informático de estas técnicas requiere mayor capacitación por parte de los agricultores, lo que favoreció a productores mejor preparados, y con más dominio de tecnología. Las nuevas tecnologías que reemplazan tierra y mano de obra por capital, no están al alcance de muchos pequeños productores en países como la India, que por ende no pueden competir con aquellos que tienen acceso a capital, lo que llevó a la concentración de tierra y producción.

Estos problemas son especialmente serios en países con una población campesina grande, como son los de Asia, algunos de Africa y América latina. El efecto de la agricultura intensiva sobre el eje social de la sustentabilidad no es tan grave en países desarrollados que no poseen una población campesina. En éstos el problema principal es el efecto negativo sobre el eje ecológico.

La Argentina si bien no es un país desarrollado, posee una agricultura bien desarrollada. Aquí nunca ha habido una población campesina clásica, especialmente en la zonas donde más se intensificó la agricultura. El problema principal aquí ha sido el impacto ambiental. El problema principal ha sido la erosión de los suelos. Sin embargo hasta hace diez años los problemas principales que enfrentaba el productor eran de índole económica más que ecológica.

Es que la sustentabilidad es un proceso. El paquete tecnológico que la Argentina importó en los años 1970 fue evolucionando respondiendo a factores económicos, sociales y ambientales. La respuesta a los problemas ecológicos producidos por la intensificación fue la gradual incorporación de lo que llamaremos "agricultura conservacionista". Si bien todavía sólo una minoría de los productores la ha adoptado, es una minoría significativa que comprende entre el 30 y el 50% de los establecimientos agrícolas del país.
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