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 lunes, 09 de mayo de 2005  
Editorial
Trabajar para volver a ser dignos

El trabajo es el motor que mueve a la sociedad, lo que lleva a una persona a encontrar su lugar en una comunidad, dentro de cualquier sistema. El hombre posee su fuerza como herramienta de trabajo y las relaciones de producción son las que determinan dialécticamente el curso de la historia. Esta corriente de pensamiento, con la que podemos coincidir o no, enfoca el papel social del hombre como productor y más allá de las consideraciones siguientes, un sociólogo famoso definió al hombre en relación con su dimensión productiva y económica. Y esta ubicación continúa con el curso de la historia.

En otra línea, el trabajo dignifica. A través de él, los hombres desarrollan un entorno de relaciones productivas y sociales, y esto último contribuye a que se desarrolle y evolucione como persona. Hasta aquí todo bien con la teoría, pero la práctica ha demostrado y sin encontrar soluciones hasta el momento, que son muchas las personas que quedan al margen de los procesos productivos y por qué no decirlo, al margen del sistema.

Lo que sigue es historia conocida, miserias y carencias que nada tienen que ver con la dignidad humana, pérdida de significado de los valores sociales. Cuando en la crisis del 2001, las organizaciones no gubernamentales y fundaciones salieron a responder a la situación de emergencia que venía, nadie se cuestionó si se estaba aplicando el asistencialismo o no. O bien si la responsabilidad era del Estado o de las empresas, lo que se logró -viéndolo desde un punto de vista positivo- fue , más allá de la crisis, armar un entramado de relaciones de ayuda y asistencia que pocas veces se ha visto en la historia de nuestro país.

Para ese momento el logro, ya que soluciones no hubo, fue poder salir de las situaciones de emergencia en las que muchas personas cayeron, gracias a la solidaridad de la gente común, de las organizaciones y de todos los que se acercaron a brindarle un poco de esperanza a los que ya no la tenían.

Pero poco a poco la situación cambió, y muchas personas se encaminaron a lograr soluciones a sus problemas desde otros lugares y desde otros enfoques. Resurgieron el cooperativismo, las economías solidarias, las empresas recuperadas, las mutuales, los microemprendimientos productivos barriales y otras opciones espontáneas, que se pensaron desde otro lado, como la responsabilidad social empresaria.

Por eso surgió la idea de este suplemento, para darle un espacio a un sector importante de la población que apostó al crecimiento más allá del asistencialismo y de la misma manera que todos, se abocó a una tarea ni más ni menos difícil, como lo es resignificar el concepto de trabajo. En otras palabras, trabajar para vivir dignamente, lo que todos buscamos.
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