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 domingo, 08 de mayo de 2005  
[Nota de tapa] Tracción a sangre
La legión de bicicletas
Las bicis habitan las calles con debilidades y fortalezas. Postales del medio de transporte que acompaña a más de un tercio de los rosarinos

Paola Irurtia y Lisy Smiles / La Capital

Una multitud de almas en dos ruedas habita las calles cuando la ciudad se hace barrio. Las arterias que concentran la circulación de vehículos hacia los cuatro puntos cardinales muestran una postal diferente a la del microcentro, atestado de autos y colectivos que disputan cada palmo de asfalto. Empleados y obreros que van o vuelven de su trabajo en bicicleta ganan espacio, se unen en grupos, pedalean su cansancio solos, o al ritmo de la radio apoyada en el portaequipajes. En los barrios, la bici es un transporte popular. En el centro los espacios son más peleados y el walkman conectado a las orejas ocupa el lugar de la radio. Pero a pesar de los autos, el smog que despiden los caños de escape y la falta de respeto a las normas que rigen la circulación, cada día hay más personas que se suman a la legión de bicicletas. El transporte considerado en todo el mundo como el más económico, eficiente y que menos daño le ocasiona al medio ambiente, creció en Rosario alimentado por su bajo costo, la crisis económica y los aspectos aún irresueltos del transporte público.

"En Argentina no hay una cultura del ciclismo. La bicicleta en la calle es vista como un estorbo" dispara Fernando, un apasionado ciclista de 39 años, que adoptó las dos ruedas como medio de transporte. Esa falta de cultura no es sólo una percepción de los ciclistas. En ella coinciden desde funcionarios municipales hasta fabricantes de bicicletas.

Sin embargo, el último informe oficial en Rosario sobre el parque de bicicletas se realizó en 2002 y estimó que 340 mil circulan por las calles rosarinas. En una población de 900 mil habitantes -según el censo del año 2001-, las bicicletas acompañan al 38 por ciento de los habitantes.

Un relevamiento realizado por el Earth Policy Institute, de Washington, indica que la producción de bicicletas a nivel mundial duplicó a la de automóviles en los últimos años. El consumo aumentó en forma conjunta. Los empresarios locales lo adjudican, entre otras ventajas, a la variedad de modelos que se fabrican.

Las bicicletas constituyen un medio de transporte económico. Una flamante ronda los 120 pesos, mientras el más económico de los autos nuevos cuesta ciento treinta veces más. "Un trabajador con un sueldo de 500 pesos, que es un sueldo bajo, puede acceder a una bicicleta con lo que gana en cinco días de trabajo", señala el empresario Ernesto Aita, presidente de la Cámara de Industrias de Motocicletas, Bicicletas y Afines (Cimbra).

En concordancia, Fernando asegura que "acá se define a la bicicleta como el vehículo del pobre más que como un vehículo no contaminante, económico y eficiente. Es el vehículo por excelencia del obrero".

Algunos ciclistas encuentran claras ventajas respecto a utilizar el transporte público. Ana dice que con la bici "no sólo se ahorra dinero, sino tiempo. Para ir a trabajar desde Rondeau al 1500 hasta Alberdi y Juan José Paso, el colectivo y la bici tardan lo mismo, pero en la bici no tenés que esperar".

Su reflexión está avalada por los estudios comparativos entre los distintos medios de transporte que encuentran a la bicicleta como "el más rápido y eficaz" para la modalidad puerta a puerta en distancias de hasta 4 y 5 kilómetros. Los informes indican que en Londres la velocidad media actual de un vehículo no excede a la de las carretas del siglo XIX debido a la congestión automotor.

Aunque en Rosario encontrar los caminos para llegar en bicicleta al destino elegido puede volverse un desafío. "Uno intenta andar por donde no haya adoquines, y donde no te la roben", resume Fernando.

Los ciclistas buscan pedalear en grupos y por lugares concurridos para circular con más tranquilidad. Por eso las grandes avenidas como Presidente Perón, Ovidio Lagos, Travesía, Juan José Paso o calle Ayacucho se vuelven los corredores más transitados.

En los países desarrollados, que asumen como un problema a la congestión de tránsito automotor, el uso de bicicletas es alentado desde organizaciones no gubernamentales y políticas públicas. El espacio que ocupa un auto en la calle es el mismo que utilizan seis bicicletas y las ventajas se acrecientan al considerar el espacio que requieren los vehículos más grandes para hacer maniobras y aún para estacionar. Por eso, los gobiernos facilitan la circulación por las calles con ciclovías y destinan espacios para su estacionamiento. Eximen a las bicicletas del pago de los aranceles en las zonas de circulación restringida y promueven sistemas públicos de alquiler de rodados con sedes en distintos puntos de la ciudad.

Europa del norte es un ejemplo de ello. El 10 por ciento de los viajes urbanos en Suecia se hacen en bicicleta y en algunas ciudades holandesas el porcentaje alcanza a la mitad de los trayectos urbanos. En Copenhague, el municipio pone gratuitamente a disposición de los habitantes 3 mil bicicletas y un tercio de los trayectos desde el domicilio hasta el trabajo se hacen en dos ruedas.

En países más castigados económicamente la promoción de las bicicletas está más ligada a una forma de sobrevivir a la pobreza, e impuso la circulación por su bajo costo tanto para la adquisición como para el mantenimiento. Se podría decir que Argentina va algo por detrás de ambas posiciones.


PolIticas locales
La Municipalidad de Rosario intenta alentar el uso de la bici como medio de transporte con la construcción de bicisendas. El Concejo Municipal votó una ordenanza que exigía el uso de casco, espejos retrovisores y ojos de gato. Además contemplaba el patentamiento de los rodados y amenazó con cobrar altas multas a los infractores. Pero la realidad de los ciclistas impuso que esas medidas no llegaran a implementarse. La directora de Tránsito, Hebe Marcogliese, sostiene que "Rosario no tiene cultura ciclista" para explicar una de las razones que impidieron la implementación de las normas.

Como política hacia los ciclistas, la Dirección de Tránsito advierte a los conductores sobre la vulnerabilidad e inestabilidad de su vehículo y remarca a los ciclistas urbanos los riesgos de transportar pasajeros, cargas o bultos, entre otras cuestiones.

La empresa Aita participó de un proyecto para hacer ciclovías en la ciudad "hace 30 años" con técnicos de Ingeniería de Tránsito de la Municipalidad. Se contemplaban circuitos sobre arterias primarias, secundarias y terciarias, comunicadas con las salidas y las rutas. "Ahora se abrieron más arterias y de otras no se puede disponer -se queja Aita-. Después de mucho peregrinaje, las ciclovías se hicieron, pero se cortan en el centro. Hay sólo promesas". Señala que en otros países, las bicisendas son muy respetadas, cuentan con semáforos habilitantes y los peatones que las utilizan van muy atentos a los timbres: "si suenan es mejor que te corras, porque es su paso".

Los ciclistas rescatan las ciclovías como una buena idea, pero señalan que la falta de mantenimiento atenta contra sus posibilidades de uso. Las maniobras que se observan en los ciclistas que circulan por Presidente Perón son una prueba. Los conductores realizan una verdadera danza que circunvala los baches y en los casos más extremos se cruzan a la senda de sentido contrario para evitar a la vez los autos y los pozos.

Otro factor de riesgo son las zonas con posibilidades de robo. Los ciclistas señalan las que bordean los asentamientos y las grandes arterias que concentran la circulación hacia las afueras de la ciudad.

Después de la tercera bicicleta que le robaron camino a su trabajo, en Ovidio Lagos al 8600, Mario sólo les pidió a los ladrones que no se llevaran la bolsa con su comida. Conmovidos o apurados, le perdonaron el sandwich que guardaba para el mediodía. En la fábrica, el préstamo de rodados se hizo común entre las víctimas de los asaltos que, con un sueldo mínimo y una familia a cargo, padecen los problemas de costos y la falta de colectivos que los trasladen desde sus casas al trabajo.

Aunque no son los únicos riesgos que sufren los ciclistas urbanos.

Ante las falencias, Aita sostiene que lo más importante es velar por la seguridad. "Hay que decirles a los ciclistas por dónde pueden circular y de qué modo hacerlo" señala y recomienda a los agentes de tránsito que "emprendan una tarea educativa y preventiva más que la claramente recaudatoria que asumen respecto a los autos". También remarca que los ciclistas requieren "la estructura que merecen por las ventajas que ofrece el vehículo" y en este punto reclama por los espacios de estacionamiento y una señalización correcta.

Igual, insiste en que los ciclistas "hacen cualquier cosa" ante la ausencia de indicaciones claras. "No saben por dónde circular ni lo que tienen que hacer. Si el ciclista viene por una arteria en la que hay una escuela y los autos están en doble fila, ¿por dónde pasa, por arriba de los techos de los autos?", pregunta.

Sostiene que a los usuarios de bicicletas hay que exigirles el equipamiento necesario para su protección y que el rodado esté en condiciones. "Los ciclistas siempre esgrimen cuestiones de costo, dicen que no pueden gastar el dinero que necesitan para darles de comer a sus hijos -dice Aita-, pero tienen que pensar que si los levanta un auto, el hijo no va a comer más".

Entre las quejas compartidas hacia los otros conductores, los ciclistas apuntan a los colectiveros como los menos respetuosos y a los taxistas como menos prepotentes. La mayoría asume su responsabilidad en el incumplimiento de las normas de tránsito. Pero las quejas hacia el resto son tan innumerables como conocidas. Los automovilistas cargan con no usar las señas de luces para advertir maniobras, cerrar el paso en las esquinas y estacionar en doble fila obstaculizando la circulación o aumentando el riesgo de conducción de los ciclistas. "Te obligan a esquivarlos por la izquierda, a meterte entre el resto de los autos y encima abren la puerta sin mirar", señala Javier, un estudiante de Medicina y usuario regular de bicicletas.

Claro que la falta de responsabilidad es compartida por los ciclistas que circulan en contramano o se adelantan en las bocacalles como si las señales no rigieran también su circulación.

La mayoría coincide en que el único modo de circular es protegiéndose. "Si te dejás de cuidar, lo más probable es que te atropellen", asegura Fernando.


Contradicciones
Contra todos los que apuestan a la bicicleta como una actividad saludable, Fernando asegura que sobre dos ruedas "uno está permanentemente aspirando el humo contaminado que largan los vehículos, sobre todo los gasoleros. La bici deja de ser saludable para volverse insalubre y de alto riesgo".

Pero también están quienes buscan los espacios para disfrutarlas. Bruno Bello encontró en la bici "una forma de vivir y ver la vida" y desde hace un año y medio convoca todos los sábados a hacer paseos colectivos sobre dos ruedas. "Es un recorrido de unas dos horas -describe Bruno- y se arman grupos de hasta 10 personas". La actividad es gratuita y, según su mentor, tiene que ver sólo con el "placer" de pedalear. Las citas se organizan a través de Internet, en [email protected]. Los recorridos se hacen generalmente los sábados por la mañana y visitan parques o la costa hasta llegar al puente Rosario-Victoria.

Los ciclistas cuentan con las bicis para llegar a sus casas, hacer los mandados, trasladar a los chicos. Conocen el peligro del tránsito, las dificultades de convivir con otros conductores y estacionar aún sin tener un espacio designado. Pueden sortear pozos y charcos y pedalear contra el viento. Los problemas y necesidades que afrontan son en general coincidentes y reiterados en el tiempo. Esas expresiones son una forma de cultura. La que espera resolver los obstáculos es quizá la cultura que falta, la deseada.


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Cientos de obreros utilizan diariamente su bicicleta.

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