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 domingo, 08 de mayo de 2005  
opinión: "La traición en los negocios del fútbol"

Luis Alberto Yorlano / especial para Ovación

En los últimos días el mundo futbolístico fue sacudido por el gol del joven rosarino Messi, que en su debut oficial en primera división , con sólo 17 años, le sirvió a Barcelona para ir consolidándose en el camino hacia el título de la Liga Española. Esta es la crónica deportiva del momento. Pero lo vivido por este pichón de crack es lo más sabrosa y que muestra de cuerpo entero la realidad del fútbol argentino.

Como otros tantos jugadores, el pequeño Messi, allá por el año l999, y en esa mañana, de Semana Santa, tenía que defender la camiseta de Newell's en un torneo en San Lorenzo. La espera del técnico Adrián Coria fue infructuosa.

Cuando Puppo, en aquellos años coordinador de las divisiones inferiores, mandó a buscar al pequeño recuperado por el doctor Diego Schwarsztein por problemas de crecimiento, él ya había viajado a España, con su padre representado por Martín Montero y Fabián Soldini. Una semana después, en la cancha de las inferiores que el club catalán tiene frente al Nou Camp, comenzó a deslumbrar a los cule como se los llama a los hinchas de Barcelona.

Esa tarde hizo tres goles, en el segundo, gambeteó a cinco y metió un cañonazo de afuera del área y fue aplaudido por toda la gente. Junto al padre de Leonel Messi estaba el ex director técnico de Argentino, Víctor Milanese Comizzo, que fue quien me lo contó, y que en esos momentos estaba haciendo un curso de fútbol polifuncional que se dictaba en esa ciudad Mediterránea.

Aún recuerdo algo muy gracioso con respecto a la potencia de ese diminuto jugador argentino. Me dijo que era una Fiat 600 con un motor BMW adentro. Lo que pasó después en lo futbolístico nos lo contaron los medios periodísticos del mundo y sus intimidades en Ovacion en la extensa nota realizada por su corresponsal en la ciudad Condal.

Atrás quedaron broncas, resentimientos por las cosas que hizo el chico aconsejado por grandes. Seguro que ahora ocurrirá algo similar al caso Saviola.

Joaquín Martínez, ex jugador de River y del fútbol español, hizo la gestiones para Saviola y después apareció otra persona robándole sus laureles.

Por estas cosas raras perdió el arco de Barcelona Bonano, porque también ahí hubo traición por parte de otros representantes involucrados. No sería descabellado pensar que en el caso Messi se pida resarcimientos por el derecho de formación. ¿Qué derecho les asiste de cobrar algo a los primeros representantes que lo único que hicieron fue llevarlo al cine y comprarle un par de zapatillas? y ¿de qué derecho de formación me hablan cuando estamos frente a un chico de 12 años?. Y lo más grave, que cuando los padres necesitaron una ayuda para los medicamentos, todos dieron un paso al costado.

En el fútbol no existe la palabra ética. En Europa y otras partes del mundo están cansados de los intermediarios y representantes argentinos. Cansados de sus traiciones que terminan enlodando a las instituciones. Es común que se roben jugadores. Estos, no tienen problemas en firmar con varios a la vez.

Un ex volante del interior de nuestra provincia y jugador de un club de la ciudad vendió la representación a pesar de tener contrato firmado con otros porque a su padre le iba mal en la actividad agropecuaria. Hoy ese jugador está en el fútbol europeo y les adelanto que se le viene un juicio millonario. Otro, a pesar de haber recibido más de 10.000 dólares para su representación no tuvo problemas en dejarlo sin nada y firmar con otro para que lo metiera en el fútbol brasileño. El tema más conocido por la gente del fútbol es el ocurrido con Carlos Tevez, que después de un fugaz noviazgo con una conocida modelo argentina terminó representado por gente del entorno de ésta, dejando en el camino a Tessone, que lo venía asistiendo hacía varios años.

El representante le reclama 3 millones de dólares. Y estas historias no terminan entre representantes y jugadores. Las hay entre representantes y dirigentes. Entre inversores, jugadores y dirigentes. Las legislaciones sobre estos temas, son muy débiles y como las deudas de honor, tan respetadas antes, hoy están fuera de circuito, el único que pierde es el que pone la plata. Y en este caso el inversor, al que sólo se lo toma en cuenta cuando gana. Lo castigan porque a cambio de su dinero pide porcentajes de jugadores y muchas veces por travesuras de los dirigentes se quedan sin la plata y sin el jugador, como ocurrió con Ezequiel González, Germán Herrera y cuántos más.

Pero cuidado que esto no es patrimonio solamente de nuestro fútbol. Toda América Latina está así. Un ministro brasileño denunció blanqueo de dinero en la empresa que compró a Corinthians, señalando que provenía de la mafia rusa. Las grandes potencias que en muchas oportunidades salvaron a las instituciones futbolísticas de nuestro continente, comprándole jugadores, ya no quieren seguir sufriendo las traiciones y corrupciones y apuntan a otro tipo de negocios más rentables, como el gran mercado demográfico de Asia.

El ejemplo más claro es Gustavo Mascardi, quien cansado de las traiciones de sus asistentes se instaló en el fútbol de china. l
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