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 miércoles, 06 de abril de 2005  
Cuando las arritmias en niños son peligrosas

Florencia O'Keeffe / La Capital

El ritmo del corazón puede presentar variaciones conocidas como arritmias. Esto no sólo ocurre a los adultos, sino también a bebés y niños. Si bien las arritmias aparecen con relativa frecuencia entre la población menuda, en su mayoría se trata de un fenómeno "benigno" que no pone en riesgo la vida ni afecta las actividades cotidianas. En un pequeño porcentaje aparecen las "malignas" que requieren particular atención por sus potenciales riesgos para el niño pero que detectadas a tiempo pueden revertirse, como el sindrome de pre-excitación o de Wolf Parkinson White (WPW), que lleva el nombre de sus descubridores.

"Las arritmias peligrosas que pueden desencadenar síncopes o muerte súbita son muy pocas pero por la magnitud de sus potenciales efectos es imprescindible su detección temprana", señaló a La Capital el cardiólogo infantil Carlos Mackey.

Habitualmente el bebé nace con una vía por donde pasa el estímulo eléctrico que le da el ritmo al corazón. Se trata de la vía normal con la que el organismo regula la cantidad de latidos que se necesitan de acuerdo a la actividad realizada. Quienes tienen WPW, que es una disfunsión congénita, cuentan además de la vía normal con "caminos accesorios" que provocan que el estímulo eléctrico actúe sin ningún tipo de freno, pudiendo pasar de 70 u 80 latidos en un minuto a 250.

La mejor manera de conocer si el niño tiene esta dificultad es por medio de un electrocardiograma, "estudio simple y fácil de realizar que debería hacerse a todos los chicos alrededor de los 5 y 11 años, en coincidencia con el ingreso y el cambio de ciclo escolar", apuntó Mackey. "Los niños que hacen actividad deportiva en forma frecuente y deportes de competencia deberían cumplir con este chequeo una vez al año", recomendó el especialista.

El electrocardiograma alterado puede dar la pauta de que existe un WPW. "En la mayoría de los casos es asintomático y sólo se determina con estudios. En los bebés y menores de dos años algunas veces se manifiesta con síntomas que pueden ser advertidos por el pediatra pero también por los padres, por ejemplo, si el bebé llora mucho sin motivo aparente, si no puede comer, se pone pálido y está visiblemente incómodo. En esos caso es importante efectuar una consulta", agrega el cardiólogo.

Cuando el niño ya puede expresarse, aquellos que tienen el problema suelen señalar que sienten molestias en la zona del pecho (a causa de las palpitaciones), o que se cansan mucho o "les falta el aire".

"Hay casos extremos en los que el WPW debuta con un paro cardíaco -explica Mackey- aunque la posibilidad de una muerte súbita es muy rara".


Métodos correctivos
Una vez detectado el WPW, las soluciones dependen de cada caso. Hasta los diez años, si se determina la existencia de vías accesorias y el niño no presentó arritmias importantes, se indican sólo controles periódicos. También se utilizan drogas con "pocos efectos colaterales que resultan efectivas", explica el profesional.

Luego, si el niño practica deportes frecuentes o sintió palpitaciones, se recomienda un cateterismo para la ablación de la vía anormal por radiofrecuencia. La intervención dura aproximadamente dos horas y en dos días retoma sus actividades normales. "En manos experimentadas -remarca el cardiólogo- es una situación relativamente fácil de resolver".

Si bien el sindrome es congénito, son poco frecuentes las situaciones en las que aparece en más de un miembro de la familia. "Hemos detectado el problema en hijos de papás con WPW o en hermanitos, pero realmente no es lo más común", remarcó el cardiólogo.

En el último año la sociedad se conmovió por la muerte súbita de jugadores de fútbol jóvenes fallecidos en plena actividad. Estos hechos, comenta Mackey "conmocionan porque se trata de deportistas, que se supone no deberían tener problemas de salud. Puede que alguno de estos jugadores hayan sido portadores de un WPW aunque es difícil de determinar".

En la opinión de Mackey los controles a los deportistas de alta competencia deberían ser "más frecuentes y exhaustivos", a la vez que señaló que no todas las instituciones deportivas, clubes y escuelas solicitan los chequeos de rutina que deberían ser obligatorios.

"Con un electrocardiograma, un ecocardiograma y una ergometría (prueba de esfuerzo) se puede conocer el estado cardiológico de la persona y el riesgo de que algo suceda es realmente ínfimo", completa Mackey.
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El ritmo normal del corazón puede alterarse.

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