Año CXXXVII Nº 48707
La Ciudad
Opinión
Policiales
La Región
Información Gral
El Mundo
Política
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales
Un camino de fe


suplementos
ediciones anteriores
Salud 30/03
Autos 30/03
Turismo 27/03
Mujer 27/03
Economía 27/03
Señales 27/03
Educación 26/03

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 03 de abril de 2005  
Interiores: Transferencias

Jorge Besso

Estamos frente a un concepto de gran amplitud, capaz de recorrer varios campos en los que va adquiriendo sentidos diferentes. En una enumeración seguramente no exhaustiva se pueden distinguir: transferencias económicas, jurídicas, administrativas y psicoanalíticas. En todos los casos entra en juego una idea de traslado, es decir el traslado o también el desplazamiento de un fondo de una cuenta a otra cuenta en el caso de que estemos frente a una operación económica. Del mismo modo que una escritura implica un cambio con respecto a la propiedad de una cosa, lo cual no sería posible si no se desplazara o trasladara dicha propiedad de un sujeto a otro.

También es éste el sentido del "08", el conocido formulario para la transferencia de automotores. También el término transferencia tiene un sentido y un uso en la psicología del aprendizaje: se trata de la aplicación de lo aprendido en un área a otra, es decir la transferencia de un aprendizaje en un campo determinado a otro diferente. Es el caso de las personas de las que se dice que tienen facilidad para los idiomas, o para los deportes, ya que lo aprendido en un deporte o en un idioma, les sirve de "experiencia" en el otro.

También el psicoanálisis habla de transferencia con un sentido propio. Se trata de los afectos, una moneda muy valiosa que tiene al amor en una cara y al odio en la otra, sin dejar de lado los afectos light ya que el descafeinamiento de la vida cotidiana pareciera haber afectado duramente al corazón dejándolo nada más que en su función de bombeador, pero como una suerte de músculo insensible. El asunto es que en estos terrenos no son muchas las novedades ya que el repertorio de pasiones y el de indiferencias nos preceden al nacer y nos suceden cuando nos retiran de circulación. Y es precisamente en este punto donde mejor calza el concepto psicoanalítico de transferencia, pues lo que viene a decir Sigmund Freud es que aún sin invitación el amor (o el odio) entran en el escenario psicoanalítico y el paciente impregna la figura del analista ya sea de amor u odio.

En la clásica visión del psicoanálisis estos enamoramientos resultarían ser el producto de un traslado de la trama de afectos con respecto a los padres, de forma que se habla de transferencia positiva en el caso del amor y de transferencia negativa en el caso del odio, y ambas forman parte del trabajo terapéutico, o por el contrario, pueden redundar en la interrupción de la cura.

Lo cierto es que, en definitiva, la transferencia de la que habla el psicoanálisis no es otra cosa que amor, y en este sentido no sólo hace su aparición acotada en el marco de la sesión analítica, sino que forma parte de la sal de la vida cotidiana en tanto y en cuanto sin la sal transferencial la vida resulta más bien insulsa. Claro está que si a dicha sal se le agregan pimienta y otras especias transferenciales pasamos de lo insulso a lo apasionado y las pasiones son maravillosas, pero también pueden ser como una especie de tsunamis capaz de llevarse consigo al propio sujeto, ya que, como se sabe, en las oleadas del amor son las pasiones las que deciden y no el portador de las mismas. Más aún, en rigor no hay individuos que portan emociones, sino que más bien se trata de sujetos portados por la pasión a destinos jamás pensados. Por todo lo cual a toda esta estofa transferencial se la conoce como transferencia salvaje, es decir una transferencia sin control que anda a sus anchas por los caminos del señor y sobre todo por los caminos que no trazó el señor.

Años atrás, a mediados del siglo pasado, entre los cincuenta y los espléndidos sesenta, Jack Keruac decía que cuando aparece un nuevo amor tiramos todos los mundos anteriores por la ventana, y de resultas de esa liquidación todo parece nuevo: colores, sabores, olores y todo sin dolores. Pero esos mundos anteriores, según Keruac, poco a poco vuelven a entrar por la ventana por la que habían sido expulsados por el amor naciente. En realidad en ese momento top de la existencia en medio de tanta luz vemos en exceso, ya que a ese otro maravilloso que irrumpió en el presente lo arropamos con sentimientos del pasado, y sin que los amantes adviertan esa disputa entre lo nuevo y lo viejo.

En cierto sentido la afirmación de Keruac viene a ilustrar la teoría de la transferencia del psicoanálisis ya que todo amor tiene al menos en parte un origen en el pasado, tramado en nuestra infancia, y esa trama infantil es la que maravillosamente se reaviva en el amor y en el enamoramiento. Algunas personas nunca se enamoran, otras viven para siempre enamoradas (con toda probabilidad las menos); muchas adecuan su amor después de la salida de la hipnosis del enamoramiento y en muchas ocasiones dicha salida termina en una crisis del amor que cae en la indiferencia o en el odio. Más o menos invariablemente los ex-amantes suelen decir la frase definitiva: no eres el mismo de antes, no eres la misma del principio. Es la magia de la transferencia, que nos pone en el camino una especie de alma gemela que vibra cuando vibramos y con la que recuperamos la atemporalidad de la infancia. Cuando la película transferencial se agota, resulta que el otro deviene precisamente lo que es: otro, y la ilusión deviene desilusión.

La transferencia es la gran responsable de los equívocos y los grandes malentendidos entre lo viejo y lo nuevo, razón por la cual, en la medida de lo posible, debemos dejar un espacio para la reflexión y para la duda respecto de lo que le atribuimos al otro, pues la certeza respecto del otro suele llevarnos a las peores equivocaciones. Fundamentalmente porque si el amor es ciego, no es porque vea poco, o acaso nada, sino porque suele ver demasiado.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados