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 domingo, 27 de marzo de 2005  
[Perspectivas]
Bernardo Kliksberg: "La pobreza no es neutra, mata"
El especialista en gerenciamiento social advierte que America latina sufre un tsunami silencioso y propone una economia centrada en lo ético

Adrián Gerber / La Capital

¿Es posible una economía con rostro humano? ¿Por qué el continente más rico del planeta es también el más desigual de todos? Estos son los interrogantes que giran alrededor del pensamiento de Bernardo Kliksberg, quien exhorta a reintroducir en la sociedad y en la vida cotidiana aquello que jamás debiera haber sido olvidado: la ética. "En el mundo hay sed de ética", asegura, y señala que "los países que lideran actualmente en el mundo todas las tablas de desarrollo, como Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia y Canadá, son los que han apostado a la ética".

Nació en Buenos Aires en una familia de judíos pobres y desde 1973 vive en Washington, donde durante 20 años fue director del Programa Regional de las Naciones Unidas para América Latina de Gerencia Social. Tiene cinco títulos universitarios (economía, sociología, ciencias administrativas, contador y administración de empresa), se especializó en el estudio de la pobreza en Latinoamérica y es doctor honoris causa de cinco universidades.

Actualmente dirige la Iniciativa Interamericana de Capital Social, Etica y Desarrollo (BID-gobierno de Noruega) y también asesora a diversos organismos internacionales, como Unesco, OIT y Unicef, y a varios gobiernos, entre ellos Argentina y Brasil. Se lo considera una autoridad en cuestiones de desarrollo social y creador de la gerencia social (una nueva disciplina en todo el continente). Es autor de más de 30 libros, muchos de ellos traducidos a diversos idiomas. El más reciente, "Más ética, más desarrollo", ya va por la quinta edición en sólo seis meses y se convirtió en un best seller.

Kliksberg estará el próximo martes en Rosario para dictar, a las 17, en el teatro El Círculo, la conferencia inaugural de la Feria de la Gobernabilidad (las entradas se pueden retirar gratuitamente en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia), encuentro internacional organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Se considera profundamente religioso y sostiene que hay que poner en práctica la visión moral bíblica que exige que cada uno se haga responsable de los demás. "El tratado de política social más formidable que tiene el ser humano es el Antiguo Testamento. Allí está el mensaje de los profetas que siguen inspirando a todo el género humano. Desde el descanso semanal del trabajador y la duración de la jornada laboral, hasta la jubilación están en el texto bíblico. Los valores éticos que están en la Biblia no han perdido actualidad".

-Pese a que el tema de la pobreza está en la agenda de las cumbres más importantes, la desigualdad se profundiza en los países menos desarrollados, Para abordar el problema de la pobreza, ¿no habría que hablar también de la concentración de la riqueza?

-En América latina hay pobreza porque hay desigualdad, esto es así. Es uno de los continentes más ricos de todo el planeta y sin embargo tiene la mitad de la población pobre. Y lo mismo sucede en Argentina. Hoy sabemos que la desigualdad es generadora directa de la pobreza, reduce los mercados internos, incide en la formación del ahorro nacional, permea el sistema educativo... Y encima la desigualdad en América latina no es una más, sino que es la peor de todo el mundo: actualmente el 10 por ciento más rico de la población tiene el 48 por ciento del ingreso, mientras el 10 por ciento más pobre tiene el 1,6. Eso significa 45 veces la distancia entre uno y otro, cuando la de Corea es de 8 a 1 y la de Noruega de 1,5 a 1. El crecimiento económico solo, aunque importante, tiene un impacto muy pequeño en la reducción de la pobreza en Latinoamérica si se mantiene esta desigualdad.

-Por eso muchos sectores reclaman políticas de distribución del ingreso.

-No las llamo así, sino políticas de universalización de oportunidades. En uno de mis libros me he dedicado a desmontar lo que denomino las diez falacias o maneras de pensar el desarrollo. Una de ellas es la de decir que habría una cosa que sería producción y otra, distribución. Entonces enfatizar en la distribución perjudicaría la producción. Pero la realidad es más compleja. Una economía donde todos seamos productores y consumidores es la única base del desarrollo sustentable. Es lo que han hecho los países desarrollados, el modelo nórdico, las naciones del sudeste asiático. Y a eso no se lo puede llamar distribucionismo, sino al contrario, es construir una base sólida para una pirámide de producción. Combatir la desigualdad significa educación de buena calidad para todos, acceso a la salud y que en todas las áreas clave de la sociedad se rompan las brechas de inequidad. Esto debe ser desarrollado desde las políticas públicas, pero también con el concurso de toda la sociedad civil. Creo profundamente en el rol que pueden jugar las empresas privadas, el voluntariado y el conjunto del tejido social.

-Pero los gobiernos generalmente aplican meros planes asistencialistas y de contención social, y no de desarrollo.

-Hay que entender una cosa: a la gente hay que ayudarla ya mismo. En Argentina tenemos un 40 por ciento de pobres y en América latina un 50 por ciento. Y la pobreza no es neutra, la pobreza mata. Si un chico no come bien hasta los tres o cuatro años no desarrolla sus capacidades neuronales básicas. En Argentina, según un informe de Unicef que se acaba de publicar, murieron hace dos años 11 mil chicos; y de ellos, un 60 por ciento por causas relacionadas con la pobreza. Trato de llamar la atención diciendo que todos nos conmovimos con el tsunami, pero en Latinoamérica todos los años tenemos un tsunami silencioso, que son 190 mil niños que mueren por causas absolutamente evitables. La pobreza mata, entonces hay que ayudar ya, es una obligación ética, es una obligación del Estado montar políticas de contención. Ahora, esos programas pueden tener al mismo tiempo modalidades que signifiquen también capacitar a la gente, potenciarla productivamente, dar microcréditos... Eso es hacer buena gerencia social.

-Usted reclama a los empresarios que asuman prácticas éticas, pero siempre se dijo que el capital no tiene moral, ni buena ni mala, y sólo busca maximizar la ganancia. Entonces, ¿cómo se integra la ética a la economía?

-Nuestras sociedades funcionan muy mal. No estamos garantizando los derechos más básicos. Entonces hay una protesta social muy importante que en cada sociedad se canaliza por vías diferentes, y subyaciendo a esa protesta hay lo que llamo una sed de ética. Toda la sociedad exige una economía que sea coherente con nuestros valores. Todos creemos que los niños deben ser protegidos, que las familias deben tener derecho a desarrollarse, que los jóvenes deben tener oportunidades, pero la economía en América latina no lo está garantizando. Entonces necesitamos una economía que esté orientada por la ética y que cada uno de sus actores actúe en ese sentido. El Estado debe implementar políticas públicas de primera calidad, bien gerenciadas y transparentes para proteger los derechos básicos de los ciudadanos. Y las empresas privadas tienen que actuar con ética y responsabilidad social. Hay un fuerte reclamo de la sociedad civil en este sentido.

-¿No se corre el riesgo de que las empresas sólo respondan con una política de marketing social?

-No, porque la gente no reclama cosas abstractas a las empresas, sino cinco asuntos bien concretos: que tengan excelente trato con su propio personal; juego limpio con los consumidores, es decir productos de buena calidad y precios razonables; que preserven el medio ambiente; que participen en causas de interés público y que cuando las compañías de los países desarrollados inviertan en las naciones subdesarrolladas mantengan los mismos códigos éticos. Esto se mide actualmente, existe un ISO de calidad ética, y hay una tendencia creciente de los consumidores a sancionar en los mercados a las empresas que se apartan de códigos éticos. Esto empieza a transformarse en un factor de competitividad. En Europa y Estados Unidos claramente lo es.

-¿Pero en Argentina este tema no está recién en pañales?

-Estamos muy lejos, pero empiezan a haber señales positivas. Hay encuestas en Argentina y Chile donde la gente dice que, a pesar de la situación económica, estaría dispuesta a pagar un poquito más por productos de empresas socialmente responsables.

-El próximo martes viene a Rosario, que fue premiada por Naciones Unidas por su "experiencia exitosa en gobernabilidad y desarrollo". ¿Qué opinión tiene de la ciudad?

-Necesitamos muchas Rosario en América latina. Con los problemas difíciles que tiene Rosario, la pobreza que arrastra y las dificultades sociales, lo concreto es que se ha transformado en una referencia internacional de primera línea. La gestión que se llevó adelante en la ciudad produjo resultados muy concretos para sus habitantes y experiencias muy válidas como referencia internacional.
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Kliksberg estará en Rosario el martes próximo.

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