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 domingo, 27 de febrero de 2005  
La distancia de la teoría a la práctica
La ConstituciOn de la ciudad de Buenos Aires incorporó nuevos mecanismos de participación popular. Pero la coyuntura la pone en crisis

En el dossier "Proyecto de ley, declarando la necesidad de la reforma constitucional" que con fecha 8 de febrero le presentó la delegación del Partido Socialista al ministro Roberto Rosúa, puede leerse: "Otros mecanismos de participación y democracia semi directa: Iniciativa popular, consulta popular, referéndum y revocatoria popular de mandato de la autoridad electa".

Esos estatutos no están, en principio, incluidos en la propuesta original del Poder Ejecutivo santafesino. Forman parte de un articulado de última generación, incluidos, por ejemplo, en la moderna Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En esa ciudad, luego de la tragedia de Cromañón, y de los 192 muertos, el gobierno porteño de Aníbal Ibarra busca campear la inevitable erosión política post catástrofe, a través del uso del estatuto revocatorio. En este caso, impulsado desde su propia persona, cuando el espíritu de la revocatoria de mandato supone una iniciativa popular y no del funcionario supuestamente a remover del cargo.

Pero, ¿cuál es el aporte real que la muy moderna Constitución de Buenos Aires está haciendo a favor de la ciudadanía porteña? ¿Qué cambia para la gente cuando la letra de la Constitución se modernizó? La Constitución porteña, de 1996, se divide en dos grandes capítulos: Nuevos derechos y garantías, y sistema de participación popular. "Es un buen catálogo, demasiado ambicioso. Le falta coherencia entre los postulados teóricos y la práctica, el cómo hacerlos cumplir, porque una constitución que no se cumple tiene el mismo valor que una guía de teléfono", explica Andrés Gallardo, juez contencioso administrativo y tributario del Juzgado número 2, de los nuevos tribunales de la ciudad.

Sobran ejemplos, no sólo en la nueva Constitución porteña, también en la propia Constitución nacional. El artículo 14 bis, ratificado en la reforma de 1994, pero que viene de 1957, habla de la "participación obrera en la rentabilidad de las empresas y también las decisiones". Es lo que se llamó cogestión obrera, una concepción que hizo suya el peronismo de entonces. "¿Vos viste alguna empresa importante entregando parte de la rentabilidad a los trabajadores?", pregunta Gallardo, retórico. "Eso está en la Constitución nacional, y no se cumple", remata.

En su comprimido despacho con balcón sobre la avenida de Mayo, Gallardo le explica a Señales cómo un hermoso postulado puede resultar un fiasco si está mal implementado. "Por ejemplo, ¿quién puede juntar 520 mil firmas debidamente verificadas, en un plazo de tiempo corto? Sólo una organización política muy poderosa o el mismo Estado, como está ocurriendo en estos días. La idea de la revocatoria es que la pueden llevar adelante una organización de vecinos, pero se puso un piso del 20 % del padrón, que en la Capital está muy inflado, entonces el estatuto de la revocatoria se transforma casi en un ficción", dice el juez.

Ficción sería, en el caso de que se junten las firmas y de que el referéndum se haga, que Ibarra lo pierda y deba ser removido. Para eso debería recibir más de 1,3 millón de votos en contra (50 % del padrón), una cifra cercana al 70 de la ciudadanos que se acercan normalmente a votar. Para intentar corregir, a su modo, el desajuste, el jefe de Gobierno porteño prometió que si pierde por mayoría simple, vote poca o mucha gente, él renuncia igual.


La dispersión
Helio Rebot, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Legislatura porteña, analiza el funcionamiento del cuerpo que integra, seriamente cuestionado por la sociedad a partir de la tragedia del Once. "Hay que resistirse a la tentación de hablar. Cuando no tenemos nada importante que decir es mejor callarse", señala, autocrítico. En cuanto a los sistemas electores, de representación en los cuerpos colegiados, opina: "No vamos a inventar nada, están los sistemas que favorecen la llegada a los parlamentos de un mapa bastante preciso de todas expresiones políticas de la ciudad; y están los sistemas que ponen el acento en fortalecer a las mayorías y garantizar la gobernabilidad. Podemos volcarnos por unos o por otros".

Rebot, de origen justicialista, ingresó a la Legislatura con una de las cuatro boletas de Mauricio Macri. "La dispersión actual no refleja el amplísimo menú ideológico de la ciudad de Buenos Aires -dice-. Tiene que ver con la crisis de los partidos políticos. Macri e Ibarra llegaron a la elección con tres y cuatro boletas cada uno. El día después no había dos bloques, había muchos proyectos e intereses distintos".

Respecto sobre qué sistema prefiere, señala: "Yo creo que el respeto a las minorías es necesario, pero el tema es qué hacemos con las mayorías, es todo un debate. Tenemos que mejorar las mayorías, que están amorfas." Por último, el ex diputado macrista y ahora kirchnerista, cree que "estalló un sistema que viene de años, la lista sábana. Se arman alianzas para ganar internas y después ya quedás en la lista. La lista sábana favorece las prebendas y la burocratización de la política".

-¿Y las minorías que se quedan afuera?

-Tienen que tratar de convertirse en mayorías.

Rebot se apartó del macrismo antes de Cromañón. "Mi diferencia con Macri no es de concepción política. El problema es que Macri quiere ser presidente y yo ya tengo el Presidente que quiero", dice. Un afiche con la foto de Néstor Kirchner rompe la monotonía de su oficina de trabajo.

R. M.
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