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 domingo, 27 de febrero de 2005  
Crónica de una reforma que no fue
por falta de consenso el gobierno provincial no tratara este año su proyecto de modificar la Constitución de la provincia. Una historia donde nada fue lo que parecía ser

Rodolfo Montes / La Capital

La historia comenzó el año pasado. El gobernador Jorge Obeid sorprendió a propios y extraños con un proyecto de reforma parcial de la Constitución de la provincia de Santa Fe. La propuesta tomó volumen político en los calurosos días de enero de 2005 y asomó como un organizador consistente de la discusión política provincial para el año electoral. Con la ley de lemas derogada, todo parecía caminar a la velocidad de nuevos tiempos. El ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, no dudó en interrumpir vía teléfono celular las descontracturadas caminatas por la arena, junto al mar, de algunos políticos de la oposición. Quería, con urgencia, involucrarlos en el armado de una ronda inicial de consultas y acuerdos mínimos. Pero no llegaron a nada. La idea, se supo esta semana, quedará en el archivo.

Nada fue como parecía. Ni el propio justicialismo, en su abanico interno, entendió ni deseó seriamente concretar la reforma imaginada por Jorge Obeid. Mucho menos los socialistas, que quieren una reforma, aunque con contenidos distintos y ampliados. Radicales, aristas, demoprogresistas, cavalleristas y el Encuentro Popular, por su parte, tampoco encontraron en el proyecto firmado por Roberto Rosúa y Jorge Obeid una letra que los sedujera. La reforma constitucional amagó en constituirse en el tanque del debate de ideas del año, pero acaba de salir de escena sin dejar más que una estela de humo.


La autonomía tan deseada
En el primer párrafo del proyecto del Ejecutivo provincial se hablaba de un "proyecto de ley especial para declarar necesaria la reforma parcial de la Constitución provincial a fin de incorporar la autonomía municipal". También se preveían "efectuar otras modificaciones, agregados o supresiones".

Danilo Kilibarda, el veterano dirigente desarrollista y justicialista, ahora diputado provincial, lo supo desde siempre y no se le guardó: "para consagrar las autonomías municipales y distintos estatutos de democracia semi directa basta con promulgar leyes específicas. La Constitución nacional de 1994 consagra esos derechos", le dijo a Señales.

¿Para qué una reforma? Sin dudas, la palabra "autonomía" para los rosarinos tiene una resonancia excitante. En un tiempo de cierta resurrección económica, expansión de obras de infraestructura y hasta roce internacional, la ciudad recupera autoestima y busca poner en valor su capital simbólico. Rosario se sabe dueña de los flujos económicos fundamentales de toda la bota provincial, pero contrariamente percibe un retorno muy menguado, desde Santa Fe. Su peso específico relativo, no cuenta en la eterna siesta de la burocracia santafesina.

"Autonomía", entonces, suena natural. Una palabra unificadora en el sur provincial. ¿Podía quedar esa potente palabra en manos exclusivas de los socialistas, en un año electoral?, como lo reclamó Miguel Lifschtiz en varios tramos de 2004. "Claro que no", pensó para sí el gobernador Obeid, y contragolpeó con una propuesta de reforma constitucional, que en la segunda línea del primer párrafo decía, textual: "a fin de incorporar la autonomía municipal"

Por lo demás, el mismo ministro Roberto Rosúa asumió ante dirigentes políticos amigos -y no de su partido-, matiz más, matiz menos, el operativo de enmascaramiento -a través de una propuesta de reforma constitucional- del verdadero núcleo de interés: disputar a la oposición la redituable bandera de la autonomía. No impide, desde ya, que la reforma impulsada provoque, por añadidura, importantes beneficios en los derechos ciudadanos y el crecimiento de la democracia.

Pero, ¿dónde se traba, sin remedio, la discusión reformista? Para los abogados Vildor Garavelli y Norberto Ferrari, consultores legislativos que analizaron la propuesta del Poder Ejecutivo provincial, la única discusión de fondo, sustancial, en la hipótesis de reforma constitucional está por constituir la unicameralidad y cambiar el sistema electoral que asigna en la actualidad una mayoría automática de 28 legisladores (sobre un total de 50) a la primera minoría electoral, por uno de representación proporcional directa, como en el Congreso nacional.

Y lo más importante: "Reforma integral del Poder Judicial, que deje atrás la Corte Suprema provincial producto de un pacto político viejo -Partido Justicialista, cinco miembros, Unión Cívica Radical, uno-, generando un régimen de autolimitación constitucional, y que todos los jueces pasen por oposición, antecedentes, e impugnaciones que pudieran hacerles distintas organizaciones", apuntaron Garavelli y Ferrari, para quienes estos son los únicos temas que no deberían quedar fuera de una posible reforma. "Son los temas donde la Constitución nacional no tiene ninguna injerencia en la provincia; en los demás, en general, manda la Carta Magna nacional y se pueden sacar a través de leyes".


Razones o excusas
Distintas fuentes consultadas por Señales ratificaron que en el oficialismo no piensan poner en discusión una reforma integral del Poder Judicial, que incluya a la Corte, ni el sistema de mayoría automática para la primer minoría en la Cámara de Diputados provinciales, ni la liquidación del Senado provincial, a favor de la unicameralidad. "Son temas innegociables porque garantizan la gobernabilidad", aseguran desde el PJ. Se sabe, en el marco de una correlación de fuerzas siempre favorable, en 22 años de recuperación de la democracia, el justicialismo provincial impone hegemonía.

"Lo de la gobernabilidad es una excusa" disparó Eduardo Di Pollina, diputado nacional del socialismo que participó junto a una delegación de su partido en la ronda de consulta convocada por Roberto Rosúa, en este atípico verano de 2005.

"Los socialistas gobernamos la ciudad de Rosario durante quince años sin tener mayoría en el Concejo, con la presidencia en manos de la oposición. ¿Alguien piensa que en ese tiempo no garantizamos la gobernabilidad? ¿Alguien cree que la espectacular transformación que experimentó Rosario la hicimos sometiendo a la oposición, o la hicimos con consensos políticos permanentes? El ejemplo en Rosario es irrebatible", soltó Di Pollina, resguardado del calor de febrero bajo un fuerte aire acondicionado en un conocido café del Paseo del Siglo.
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El gobernador Jorge Obeid propuso la reforma.

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