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 domingo, 27 de febrero de 2005  
Robo en V.G. Gálvez. Capturaron a dos ladrones, uno de los cuales tenía un permiso de salida por buena conducta
Pesadilla para una familia asaltada en su casa por tres encapuchados armados
El atraco tuvo ribetes dramáticos cuando los maleantes, disconformes con el botín de 1.200 pesos, quisieronviolar a una hija de 19 años. El héroe fue el benjamín, de 8 años, que logró escapar y avisar a la policía

Tres delincuentes armados y encapuchados sorprendieron antenoche a una familia en su vivienda de Villa Gobernador Gálvez, donde les sustrajeron 1.200 pesos y joyas. Una pesadilla de no más de 15 minutos, cuyo punto más crítico fue cuando encerraron a los padres en el baño e intentaron violar a la hija de 19. Y como en un cortometraje de acción, dos de los maleantes fueron atrapados gracias a la valiente reacción del hijo menor, de apenas 8 años, que logró escapar antes de que entraran los ladrones y avisar a un policía. Una última sorpresa: a uno de los cacos apresados lo estaban esperando en una cárcel desde noviembre, cuando le otorgaron un permiso de salida por buena conducta, pero nunca volvió.

Marcelo Conde, de 44 años, vivió toda su vida en lo que hoy se conoce como el barrio Parque Alegre. Siempre tuvo minimercados, primero en Rosario, pero desde 1988 se estableció en la esquina de Las Heras y bulevar Libertador, donde también construyó su casa. Eran las 23.15 del viernes. Marcelo, su mujer Norma y sus hijos Gisella, de 19 años, y Joel, de 8, miraban en la tele el final del entretenido partido entre Lanús e Independiente. El otro hijo de la pareja, Maximiliano, no estaba en casa porque fue a visitar a la novia.

Un poco más sereno, y luego de finalizar los engorrosos trámites en la comisaría 26ª, Marcelo narró la traumática experiencia y la determinante actitud de su hijo. "Este fue el héroe de la noche", dijo mientras acariciaba la cabeza de Joel.

Es que unos minutos antes de que llegaran los hampones, el pequeño se había ido hasta un quiosco cercano a comprar cigarrillos y un postrecito. Joel entraba a su casa cuando vio venir a tres tipos con sus rostros cubiertos con gorros y cuelleras. Al pibe le llamó la atención la vestimenta, inapropiada para una noche calurosa y húmeda. Todo se desencadenó muy rápido y no hubo tiempo de nada.

Cuando Joel entró en la casa y cerró la puerta, los tres sospechosos hicieron su violenta aparición con un puntapié que hizo saltar la cerradura. "Abrieron la puerta de un patadón. Los tres tenían armas. A mí y a mi hija nos hicieron tirar al piso boca abajo. Mi mujer quedó sentada y le hicieron apoyar la cabeza sobre la mesa", rememoró Marcelo.

Sin embargo, al mismo tiempo el escurridizo Joel salió corriendo por el pasillo que conduce al patio de la casa sin que los hampones se dieran cuenta. El pibito trepó por una reja de casi tres metros de altura y se tiró a la vereda. Primero se encontró con los vecinos de al lado, a quienes les contó la historia, pero no le creyeron. Entonces cruzó corriendo el bulevar Libertador y fue hasta la casa donde vive un policía. Allí sí le creyeron y llamaron al Comando Radioeléctrico de Villa Gobernador Gálvez.

A todo esto, dentro de la casa la situación era más que tensa. "Yo les pedía que nos dejaran tranquilos, que no había plata. Pero nos insultaron y siempre nos tuvieron apuntados con las armas", narró Marcelo. Los delincuentes se mostraron nerviosos no sólo porque no hallaban el dinero buscado, sino también porque estaban sofocados por las gorras y cuelleras que usaban para taparse la cara.

A medida que iban poniendo la casa "patas para arriba" fueron apoderándose de dinero. "Primero encontraron lo de la caja chica del negocio. Y después fueron hacia el aparador. Ahí estaban los ahorros que teníamos para la escuela de Joel y para un tratamiento médico de Norma. Te juro que cuando lo encontraron se me paró el corazón", confesó Marcelo en relación a los 1.200 pesos que estaban dentro de un cajón.

Pero esa plata no los conformó, por lo que las amenazas siguieron subiendo de tono. En tanto, uno de ellos siguió revisando las dos habitaciones. Pero todo se complicó cuando la banda decidió encerrar en el baño a Marcelo y Norma y quedarse con Gisella en el comedor. Allí, uno de los intrusos intentó violar a la chica, que entró en una crisis de nervios y se desmayó. Eso los hizo desistir y la llevaron desvanecida con sus padres. "Le mojamos la cabeza con la ducha para que se reanimara y en eso escuchamos un portazo. Esperé unos segundos y al salir comprobé que se habían ido", contaron los Conde.

A los pocos minutos arribó un patrullero del Comando villagalvense que comenzó a buscar a los ladrones. La redada dio sus frutos en un descampado de Chubut y las vías del ferrocarril. Dos de los ladrones fueron detenidos. A uno de ellos lo encontraron sumergido en una zanja con agua podrida. Al otro, mientras corría por una calle de tierra. Pero el tercero en discordia logró escapar.
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Marcelo Conde relató como los delincuentes revolvieron la casa buscando dinero.

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