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 domingo, 30 de enero de 2005  
El río de Juanele
El regreso del maestro secreto
"El Gualeguay", el texto central de Juan L. Ortiz, aparece en una minuciosa edicion anotada por Sergio Delgado. Un trabajo necesario para comprender una obra poetica fundamental

Osvaldo Aguirre / La Capital

Juan L. Ortiz se definió alguna vez como "un hombre sin biografía". Los hechos de su vida fueron a primera vista mínimos, en efecto, y pocas veces salió de Entre Ríos, su provincia natal. En silencio, alentado y leído por muy pocos escritores, fue desarrollando sin embargo una de las obras más importantes de la poesía argentina. La reedición de "El Gualeguay", un poema-libro de 2649 versos, en un volumen preparado por el escritor santafesino Sergio Delgado, tiene el valor de iluminar uno de los textos centrales de esa producción.

Ortiz nació en Puerto Ruiz, el puerto de la ciudad de Gualeguay, en 1896. Vivió sus primeros años entre Villaguay y Gualeguay, donde trabajó en el Registro Civil, y a partir de una temprana jubilación, en 1942, se radicó en Paraná. En 1924 se casó con Gerarda Irazusta y comenzó a escribir los poemas de "El agua y la noche", su primer libro, aparecido en 1933. Sus libros aparecieron en ediciones de autor hasta que entre 1970 y 1971 la Editorial Biblioteca, de Rosario, reunió su obra en tres tomos, bajo el título "En el aura del sauce". Allí apareció "El Gualeguay", hasta entonces un libro inédito y que el poeta -fallecido en 1978- pensaba continuar.

En 1996, en una edición preparada por Sergio Delgado, la Universidad Nacional del Litoral reeditó "En el aura del sauce" en un solo tomo y sumó textos de poesía y prosa que permanecían inéditos y una serie de estudios críticos. La primera edición de "El Gualeguay" como libro continúa ese trabajo. El volumen, publicado recientemente por Beatriz Viterbo, incluye un estudio preliminar y una extensa serie de notas que desmenuzan y ponen la lupa sobre las múltiples referencias que contiene la obra, sus correspondencias con otros pasajes de "En el aura del sauce" y las resonancias de las lecturas del autor.

Según plantea Delgado, quien actualmente reside en Francia, "El Gualeguay cuenta la historia del río Gualeguay. O mejor dicho: cuenta la "historia" vista desde la perspectiva del río. La génesis del territorio y la génesis del poema se confunden".

-¿Cómo y con qué propósitos apareció la idea de esta edición?

-La idea tiene quizás un origen doble. En primer lugar en mi inquietud de lector, en esa rara mezcla de fascinación y dificultad que me produjo el poema desde siempre; la aparición de una serie interminable de preguntas y también de claves, que no necesariamente se anulaban y que exigían su propio desarrollo. En segundo lugar en el trabajo de editor, que comenzó en 1992 con la preparación de la "Obra completa". Siempre consideré a este poema como "un clásico", es decir un texto frágil, que debe ser preservado y también un texto poderoso que resiste el desgaste del tiempo. Sólo la gran literatura puede abrigar esta paradoja. Esta doble motivación, la del lector y la del editor, difieren en sus objetivos pero sin dudas se alimentan mutuamente. En oportunidad de la edición de la "Obra completa", en 1996, el poema llevaba algunas notas críticas. Sin embargo fue necesario un tiempo mayor y un trabajo posterior más sistemático, que se desarrolló fundamentalmente en Francia, sin la urgencia ahora de preparar una edición, para comenzar a comprender el sentido que tiene la escritura de este poema en el seno del proyecto poético de Ortiz. Ha sido necesario todo este tiempo para editar "El Gualeguay".

-¿Por qué "El Gualeguay" es, como se afirma en la introducción del libro, el cauce central de la obra de Juanele?

-Porque siempre estuvo presente en el trabajo de Ortiz el proyecto de un poema dedicado al río natal. El río como motivo está latente en el primer libro, "El agua y la noche" -incluso antes, en un poema de esa época, que no fue incluido en este libro y que tiene el título de "El río Gualeguay"-; el río está en la génesis de una mirada sobre el paisaje, que es uno de los temas principales de la poesía de Ortiz. Este deseo se concreta finalmente en "El Gualeguay", que es el trabajo principal de los últimos años del poeta y no se agota aquí, puesto que los 2639 versos que alcanza en 1970, son para Ortiz sólo una primera parte de un esfuerzo mayor.

Cuando digo entonces que "El Gualeguay" es el "cauce central" de la obra, prolongando indudablemente la idea del río como metáfora de la poesía, lo digo desde esta doble perspectiva. La de la obra cumplida, en la cual "El Gualeguay" es la coronación de sesenta años de trabajo poético, pero también la perspectiva de la obra en marcha, que tantea desde siempre, desde el principio mismo, la dificultad de escribir un poema dedicado al río. Un poema, por otra parte, sin tradición en la poesía argentina, regida más bien por la llanura o por lo urbano.

-¿Por qué "El Gualeguay" permanece, según tu planteo, "inleído"?

-Principalmente, creo, por su dificultad. "El Gualeguay" es un poema de difícil lectura, como lo es la "Divina Comedia", es decir en el sentido que exige un esfuerzo del lector para la comprensión de un determinado sistema de claves y una determinada mirada del mundo.Me contaron de una vez que Juan L. hizo una lectura de "El Gualeguay", en alguna de sus frecuentes visitas al grupo de amigos que se reunían en Santa Fe, en Colastiné, en la casa de Juan José Saer o de Hugo Gola. Se trata del tipo de lectura que él hacía, es decir deteniéndose una y otra vez ante un verso o una determinada palabra para dar una explicación. Esto se puede verificar en las pocas grabaciones de sus lecturas y las explicaciones solían a veces ser más arduas que el texto. Aquella vez la lectura, que avanzaba de interrupción en interrupción, se prolongó hasta la madrugada y el auditorio, en su gran mayoría, se había quedado dormido. Siempre me digo que me hubiera gustado estar en esa lectura, aunque es probable que también me hubiera quedado dormido. La anécdota, que me la contó un testigo, ahora que la pienso se parece a la de Cristo en el monte de los olivos. La moraleja en todo caso sería la siguiente: es difícil luchar contra la vigilia del poeta, poseer sus ojos, su mirada sobre el mundo.

La poesía de Ortiz, que ha sido indudablemente olvidada o mal leída por la crítica, ha contado sin embargo con grandes lectores. Lectores movidos por esa fuerza secreta de la cultura que en algún momento impone su evidencia. Pero curiosamente sobre "El Gualeguay" se ha escrito muy poco. Como si dominara el bostezo de un auditorio somnoliento. Hay muchos lectores que prefieren guardar esa imagen, bastante penosa por cierto, del huerto de los olivos. Estoy convencido de que ningún texto necesita de ese tipo de protección. "El Gualeguay" es un poema que todavía espera sus lectores. Con mi trabajo no busco dar una respuesta ni una explicación al texto. No intento de ninguna manera anular su dificultad. El estudio preliminar y las notas que acompañan a esta edición, aportan en todo caso algunas claves y la propuesta de un sistema de lectura. Esto indudablemente puede ser discutido, incluso rechazado. Deberían aparecer otras ediciones, con otras lecturas, con otras propuestas.

-¿Qué definiciones pueden encontrarse en "El Gualeguay" respecto de la poética de su autor?

-La poesía de Ortiz, si estudiamos aquellos poemas que postulan una determinada "poética", que son varios, reniega de toda definición de la poesía y al mismo tiempo un poema como "El Gualeguay" es una definición de poesía. No por proponer un programa determinado sino por la intensidad que alcanza su lenguaje y por la manera como reúne las principales preocupaciones poética de toda una vida. Es un poema, pero también una figura que refleja toda la obra.

-¿Se puede conjeturar cómo iba a continuar Juanele el poema?

-Es muy difícil. No se encontró, al menos todavía, ningún borrador de este trabajo. Solamente un título, que parece ser, como es común en la poesía de Ortiz, una réplica de un primer verso: "Cuando el río me ahogue...". Allí llama la atención la presencia de la primera persona. Aquí me digo que lo que se puede conjeturar, más bien, es la dificultad que debía enfrentar el poeta en esta continuación. "El Gualeguay", en el estado que lo conocemos actualmente, en su progresión cronológica -porque una de sus materias es la historia- llega hasta mediados del siglo XIX. Es decir que una continuación debería alcanzar pronto la fecha de 1896, la del nacimiento del poeta. Es decir que vendría a desembocar en el inicio de "Gualeguay", otro de los grandes poemas de Ortiz, de tipo autobiográfico, que comienza en esta fecha.

-¿Cuál es en tu opinión la huella de Juanele en la poesía argentina?

-Para responder a tu pregunta debería remitirme simplemente al excelente trabajo de Martín Prieto "En el aura del sauce en el centro de una historia de la poesía argentina". Allí Prieto plantea que la obra de Ortiz, que se generó en el silencio y al margen del sistema poético argentino, de pronto se coloca en su centro y se vuelve insoslayable. También puedo responder imaginando la situación de un joven argentino que en este momento está comenzando a leer y a escribir poesía. Ese poeta en ciernes, pese a que la realidad de las cosas tienda a sugerirle lo contrario, no podrá ni deberá eludir la enseñanza de esta poesía. Como bien dice María Teresa Gramuglio, Juan L. Ortiz es el "maestro secreto" de la poesía argentina.
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Ortiz, de los márgenes al centro de la poesía argentina.

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