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 domingo, 30 de enero de 2005  
Pese a la reactivación, a los ricos les va mejor y a los pobres peor
Un estudio revela que las mejoras en la economía aún no se tradujeron en una más justa distribución del ingreso

Las políticas impulsadas por el gobierno con el declarado fin de mejorar la distribución del ingreso, una de las asignaturas enarboladas por la administración de Néstor Kirchner como primordiales para reducir la pobreza y la indigencia, todavía no han dado los resultados esperados.

Así concluyó un informe del Centro de Estudios Bonaerense (CEB), no obstante lo cual precisó que luego de la devaluación la relación entre el índice de salarios del Indec y la Canasta Básica Total (CBT) sufrió un fuerte deterioro del 41 por ciento a diciembre de 2002, recuperándose luego un 20,8 entre ese mes y noviembre de 2004.

Sin embargo, al analizar la distribución del ingreso se observa que el primer quintil -20 por ciento más pobre de la población- se vio fuertemente afectado, empeorando la brecha entre sus ingresos y los gastos necesarios para poder alimentarse. Esta diferencia, que en octubre de 2001 era negativa en 7,30 pesos, aumentó a 85,20 en el primer semestre del 2004. Este segmento está compuesto por casi 4 millones de personas indigentes.

Por el contrario, el quinto quintil -20 por ciento más rico de la población- mejoró su nivel de ahorro (calculado como la diferencia entre el ingreso y el gasto) entre octubre de 2001 y el primer semestre de 2004, aumentando en un 18,6 por ciento respecto de la Canasta Básica de Alimentos (CBA) y un 15,1 en relación a la CBT.

Desde el abandono de la convertibilidad hubo un efecto negativo mayor sobre la población de menores ingresos que sobre los individuos más ricos.

Así, entre octubre de 2001 y el primer semestre de este año, el 40 por ciento de la población con más bajos ingresos (primer y segundo quintil) vio fuertemente afectada su capacidad de ahorro debido al incremento de precios generado tras la devaluación del peso. De hecho, su desahorro aumentó tanto en términos de la CBA como de la CBT.

Este efecto fue menos notorio en la categoría más elevada, la que pudo incrementar sus niveles de ahorro.

Luego de tres años del abandono del régimen de convertibilidad y el estallido de 2001, el gobierno logró estabilizar la situación económica, recuperando niveles de actividad e incluso creciendo a tasas comparables a los mejores años de los 90. Sin embargo, esta evolución favorable tuvo poca incidencia en términos de equidad distributiva.
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La brecha entre ricos y pobres se siguió ampliando.

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