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 domingo, 30 de enero de 2005  
Editorial:
Las elecciones en Irak

Finalmente el pueblo de Irak podrá acudir hoy a las urnas para elegir a sus nuevas autoridades. Sin embargo, aunque el gobierno de los Estados Unidos se ha esmerado en presentarlos como los primeros comicios libres en décadas, lo cierto es que la situación interna del país difícilmente pueda garantizar a todos los iraquíes la posibilidad de ir a votar masivamente para legitimar así a quienes resulten electos.

En efecto, Irak está hoy sumido en un verdadero caos esencialmente provocado por la ocupación militar estadounidense y por las operaciones terroristas de la resistencia. En el medio, la mayoría del pueblo iraquí trata de volver a la normalidad aunque deba convivir con el miedo, la inseguridad, la incertidumbre y la miseria.

Pero hay otros datos que impiden ser optimistas en cuanto al éxito de unos comicios que en principio sólo servirán para que George W. Bush tenga algo para mostrar al mundo como justificativo de una invasión que en realidad nunca lo tuvo. Y uno de esos datos, acaso el principal, es que no todas las comunidades que forman el delicado entramado de la Nación iraquí están dispuestos a concurrir a los comicios.

De hecho, el boicot a las elecciones de los principales grupos suníes arrojan un gran manto de dudas sobre la legitimidad que vayan a tener en el futuro las nuevas autoridades. Sólo la voluntad de participar, expresada por la mayoría chiíta, y también por la de los minoritarios kurdos, parece darle ciertos visos de seriedad a un proceso electoral que debería permitir la instalación del primer gobierno auténticamente iraquí desde la caída de Saddam Hussein.

Por si fuera poco, nadie parece estar en condiciones de garantizar la transparencia de unos comicios que podrían presentar cantidad de irregularidades. Para colmo de males, prácticamente no habrá observadores internacionales y ni siquiera la prensa mundial parece muy interesada en seguir de cerca un acontecimiento que al menos debería acaparar la misma atención que concentró la ocupación militar, la caída de Hussein y todo lo que vino después.

Aun así, hay que valorar las elecciones de hoy como un episodio histórico para los iraquíes. Es que, como han destacado en los últimos días distintos observadores internacionales, lo que queda claro es que el gobierno que surja de estos comicios será sin dudas más legítimo que el que encarnó Saddam y que el que luego puso en Bagdad el propio Bush.

Más allá de los resultados electorales, lo cierto es que después de hoy al presidente estadounidense no le quedarán muchos motivos para prolongar la ocupación militar que justificó en la búsqueda de armas de destrucción masiva que jamás aparecieron. El futuro de Irak, en cambio, seguirá siendo una verdadera incógnita por mucho tiempo, aunque los comicios de hoy signifiquen un paso hacia adelante en la búsqueda de su nuevo destino.
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