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 domingo, 23 de enero de 2005  
El funcionamiento de la puesta en escena
La máquina del tiempo

Leonel Giacometto

"La estrategia del colgado" de Gustavo Bertol. Narrativa. Edición del autor. Rosario, 2004, 154 pág.

Un colgado es alguien que está "entregado", sin protección, a la "buena de Dios" detenido quién sabe dónde. Para el Tarot, siempre y cuando salga en su posición correcta (o sea, colgado), representa el sacrificio, la abnegación, la vida de alguien que no vive la vida de esta tierra sino que vive en un sueño de idealismo místico y que "pende" de su propia doctrina. Uniendo los dos significados, y teniendo cierta actitud de "colgado", llegamos a La estrategia del colgado, de Gustavo "Rody" Bertol (San Juan, 1958), donde este director de teatro devenido en escritor combina lo teórico (un posible seminario sobre puesta en escena) con lo ficcional (relatos) para hablar (escribir) sobre el tiempo. O sea, Bertol escribe sobre fantasmas.

"¿Qué es un fantasma?", se pregunta Federico Luppi al comienzo del film El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro. "Algo detenido en el tiempo, como un insecto en ámbar; que pugna por vivir, aún". Así se contesta la propia pregunta. Un fantasma como metáfora, como imagen perfecta de lo que fue y de lo que intenta seguir siendo. Algo detenido en el tiempo, algo que "es" y al mismo tiempo "fue" y al mismo tiempo "será" (reflejo de lo anterior). Eso es el teatro. El teatro como acción, como algo que "es" desde el momento inicial de su concepción (la primera imagen, la primera palabra, la primera sensación, el primer olor, el primer recuerdo); y ese otro (¿mismo?) algo que "fue" y que "será" durante y después de su hacerse. "El teatro es un objeto presente que recuerda un ausente", escribe al comienzo de La estrategia del colgado su autor.

Cuatro capítulos teóricos y cinco relatos (que se desprenden de cierta raíz "real") componen La estrategia del colgado donde la esencia de su procedimiento es la memoria y el olvido. Aquello de lo cual está constituido el tiempo es la maquinaria de funcionamiento de la puesta en escena y, por tal, de las personas que lo hacen. "El autor creó una trama en partes que dialogan y se cruzan donde nadie lo espera. Sobre el cauce del tiempo comenzará por Stanislavski y la memoria emotiva para, con respeto y sabiduría, dejar el siglo XIX rindiendo homenaje a esa ciencia imposible, a esa lógica de lo discernible, a un causalismo que no se resistirá. Sabrá que lleva huellas en su mochila, marcas para organizar el miedo, o el deseo, pero sobre todo la convicción de una cierta memoria en el trabajo del actor", escribe Chiqui González en el prólogo de La estrategia del colgado.

Según propias palabras de Bertol, para alguien que se expresa en lo efímero, en lo evanescente (el teatro), la letra escrita es terrible. Pero, como viene sucediendo hace algunos años con muchos directores de teatro del país, existe una necesidad muy profunda de dejar cierto registro escrito sobre la experiencia que resulta, sobre la experiencia que es "hacer teatro". Y Bertol, a pesar de las que él mismo llama "ligaduras indecibles", considera a La estrategia del colgado como un interminable juego de espejos cuando, en una breve nota al comienzo, escribe: "Una manera de mirarlos (a los actores, a los directores, al público) de frente a los ojos, y mostrarles los míos".

Para el que no está al tanto, Bertol vive en Rosario desde hace mucho tiempo. Es psicólogo y director de teatro también desde hace mucho tiempo. Egresado de los talleres de teatro del mítico grupo "Arteón" en 1978, fue actor hasta 1982 cuando dentro del también mítico grupo "Discepolín" dirigió su primera obra: "Alicia en este país". Luego le siguieron: "Los rostros perdidos", en 1985; y "El cairo", en 1987, codirigida con Norman Brisky. Hacia 1990, funda y crea al Centro de Experimentación Teatral Rosario Imagina. Entre sus mejores creaciones figuran "La sonata de los fantasmas", de August Strindberg, en 1998; "Mateo", de Armando Discépolo, en 2001; y la performance teatral "Lo mismo que el café", en 2003. En 2005, estrenará una segunda versión de "Lo mismo que el café" y, basándose en el clima que se desprende de ciertos personajes de ciertas obras de Chejov y en la propia vivencia familiar, Bertol pondrá en escena "Artificio Chejov", un espectáculo que bordea la performance con la estructura clásica de una obra de teatro.


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Bertol propone un juego de ligaduras.

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