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 miércoles, 12 de enero de 2005  
Ancianos y niños, los grupos más vulnerables al calor

Cuando una persona sufre un golpe de calor, a nivel orgánico el cuerpo pierde agua para poder perder calor. "Llega un momento en que el cuerpo no puede perder más agua ya que corre riesgo su sistema circulatorio, entonces lo que tiende es a subir la temperatura", explicó el médico Carlos Regazzoni.

Los ancianos y los niños son los dos grupos de riesgo más propensos a sufrir golpes de calor. Los síntomas de la deshidratación son similares para todos: sed, dolor de cabeza, la sensación de tener la boca "pastosa" y sudar en exceso.

En los ancianos y en los bebés, se agrega además hipoactividad, pérdida de la iniciativa y aletargamiento. "En los ancianos, la edad deteriora la sensibilidad del centro de la sed. Es decir, son menos sensibles a sentir sed", comentó Regazzoni, del departamento médico del Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Además, es normal que los ancianos tengan un cierto deterioro cognitivo, por lo que aunque sientan sed no van a buscar líquidos. "También como producto de la vejez se pierden los mecanismos de conservación del calor. Nosotros tenemos una temperatura constante que suele ser de 36º, y la mantenemos merced a un montón de mecanismos como la acción muscular, la transpiración, y la circulación sanguínea. Estos funcionan mal en los ancianos lo que los hace susceptibles a tener períodos de hipotermia durante el invierno y tener problemas con el calor", agregó Regazzoni.


Los más pequeños
Con respecto a los bebés, el especialista dijo que sus síntomas son muy parecidos a los de los ancianos "suelen estar tranquilos, con una baja en su actividad normal, se quedan dormidos, pierden la iniciativa, tienden a no comer ni a llorar".

Para prevenir la deshidratación en los bebés, el pediatra suele dar una medida de líquidos a intervalos regulares de acuerdo a cada caso y al peso del infante. "Los chicos tienen que estar en lugares frescos y desabrigados. Si el chico amamanta no va a tener mayores dificultades con el calor, pero se le puede agregar medidas de agua. Esto se debe hablar con el pediatra y siempre tener en claro que el chico no va a pedir agua. Hay que ofrecérsela", recomendó Regazzoni.

Lo más importante es prevenir: "la persona mayor o el bebé deben estar en condiciones frescas, con agua suficiente. Si uno ve que comienza a sudar mucho, que está demasiado tranquilo o que tiene sed hay que ofrecer líquidos, y si se queda dormido o se desmaya hay que concurrir a un médico", aconsejó Regazzoni. Más información al (011) 59508470, www.hospitaldeclinicas.uba.ar (Télam)
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