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 domingo, 09 de enero de 2005  
París: Un barrio cosmopolita y bohemio
Recorrido invernal por Montmartre, sitio que consagraron con su arte Picasso, Dalí y Van Gogh

Aurelio Alvarez

La colina donde se asienta la iglesia del Sagrado Corazón invita a ascender con un ánimo especial. El encanto del barrio parisino que la acoge, Montmartre, contagia a cada paso su magia cosmopolita y bohemia, incluso en el invierno europeo. Y no es para menos. Artistas e intelectuales de gran fama han puesto el contrapunto perfecto a la construcción erigida en el siglo XIX para el culto de la fe.

Mientras que la historia oficial cuenta que la construcción de esta basílica fue consecuencia de la promesa cumplida por dos empresarios que juraron levantarla si Francia triunfaba en la guerra de 1870 contra Prusia, narraciones populares dan cuenta que resultó ser la revancha del enfrentamiento civil de los versalleses contra los rebeldes de la Comuna. Dispuesta en la cumbre, tiene en su pórtico dos estatuas ecuestres: la de Juana de Arco y el rey Luis el Santo.

Una leyenda dice que en el lugar que ocupa hoy la basílica fue decapitado el primer obispo de Lutecia -como se llamaba París en el siglo III-, Saint Denis (San Dionisio) y de allí el nombre de Montmartre (Monte del Martirio).

Como en el resto de los templos católicos de París, se puede observar la estatua del santo llevando su propia cabeza, luego de la ejecución, tal como cuentan que sucedió. Desde la explanada que precede al imponente edificio, que se terminó de construir entrado ya el siglo XX, la Ciudad Luz se despliega con toda su belleza.

Junto a la basílica del Sagrado Corazón, la iglesia de San Pedro sintetiza la historia del barrio. Consagrado en 1147, el templo era parte de la Abadía de Mujeres de Montmartre. Las abadesas provenían de la aristocracia, hecho que significó que con la revolución de 1789 la última resultase guillotinada. Lo único que quedó en pie fue el antiguo edificio. Actualmente queda para observar un conjunto de pilares y capiteles del siglo XII, una pila bautismal de 1537, su fachada recompuesta en 1775, vidrieras recuperadas en 1954 y su altar mayor construido en 1977.

En el camino de procesiones que convergen al Sagrado Corazón se alza la figura del Chevalier de la Barre. Su historia es ejemplo de los contrastes ideológicos y los consiguientes dramas en carne y hueso. Este personaje pagó caro el hecho de cantar canciones irreverentes durante las demostraciones de fe, al punto que la justicia lo condenó a una muerte dolorosa, previo paso por la tortura. Apenas tenía 19 años y faltaba poco menos de 20 para la revolución. En su recuerdo, algunos arriesgados intelectuales encargaron su estatua, pero no tardó mucho para que el bronce fuese fundido a fin de fabricar cañones. La guerra demandaba esos aportes.

Con el paso de los años, una entidad organizó una colecta y el joven blasfemo volvió a ocupar su lugar, de cara a las procesiones, con los mismos gestos de irreverencia que le condujeron a su trágico final.

En el corazón de Montmartre, la plaza del "Tertre", es dominio de artistas callejeros que dan forma a retratos de turistas que se sientan en simples sillas de caño, esperando ser inmortalizados por el grafito. Así hacen un alto en su agitado caminar entre tiendas de recuerdos y restaurantes tradicionales. Es allí mismo donde Dalí realizó su célebre Don Quijote con un cuerno de rinoceronte a modo de pincel. El Espacio Montmartre Dalí figura también entre los museos imprescindibles de París.


De vinos y cabaret
La sorpresa asalta cuando descubrimos en plena urbanización una magnífica viña, en la zona norte de la colina. Plantada por primera vez en 1933, actualmente ocupa casi dos mil metros cuadrados, con una producción anual que ronda las 700 botellas. No es el mejor caldo francés, por cierto, pero pertenece a la bohemia parisina y con eso basta. Tanto es así que la vendimia se celebra cada año en octubre, con grandes desfiles y festejos populares.

Cerca de la viña, en una esquina, encontramos al "Lapin Agile" (conejo ágil), quizá el cabaret más antiguo de la capital francesa. Luego de muchos nombres, pasó a llamarse así cuando el pintor André Gill dibujó en 1875 el nuevo cartel que anunciaba la especialidad de la casa.

Desde 1900 hasta la Primera Guerra Mundial acogió a artistas por entonces desconocidos, entre ellos Picasso, Utrillo, Derain, Braque, Modigliani, Guillaume Apollinaire, Max Jacob y André Salmon. De sus mesas surgió una increíble broma, que en Montmartre se conoce como la "Pintura de Boronali": un burro obtuvo el primer premio de un concurso de artes plásticas gracias al ardid de los artistas, cansados de no conseguir hasta entonces el reconocimiento de los críticos de la época. Cuando se conoció la identidad del autor de la obra ganadora, el escándalo se abrió paso en la sociedad parisina.

Pasaron los años y el cabaret se convirtió en un lugar de espectáculos más organizados, por donde se estrenaron famosos cantautores locales. Hoy para entrar se pagan 24 euros, que incluye consumición. Las puertas se abren a las 21 y puede ser el cierre de un día especial. Informes en: www.franceguide.com
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El frente de la Basílica del Sagrado Corazón.

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