Año CXXXVII Nº 48612
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 22/12
Autos 22/12
Turismo 19/12
Mujer 19/12
Economía 19/12
Señales 19/12
Educación 18/12

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 26 de diciembre de 2004  
Territorios: Pastor Britos
Cuando el tren vuelve a pasar
Un pueblo entrerriano revive con el regreso del tren que viaja desde Posadas a Buenos Aires

Claudio Benítez

Gracias al retorno del tren El Gran Capitán, que viaja desde Posadas a Buenos Aires, el pueblo entrerriano de Pastor Britos, a unos 250 kilómetros de Rosario, volvió a figurar en los mapas tras quedar al borde de la extinción cuando la desaparición del ferrocarril en la década del 90 empujó al éxodo a sus habitantes.

Pastor Britos es una pequeña población situada entre las localidades de Parera y Urdinarrain, muy cerca de Gualeguaychú, en el centro-sur de la provincia de Entre Ríos. Actualmente es habitada por apenas una veintena de familias y si bien volvió a figurar en los mapas de los trenes, todavía no aparece en los registros cartográficos más modernos.

Este presente sombrío era muy diferente treinta años atrás y hasta los comienzos de la década del 90. Más de 250 familias se distribuían entre el sector urbano y la zona rural, contaban con una estación de ferrocarril y un galpón en el cual almacenaban los granos que los colonos cosechaban de los fértiles campos.

Los trenes pasaban por el lugar diariamente y además del transporte de pasajeros eran utilizados para el comercio, porque se llevaban los granos y traían elementos de suma importancia para la vida cotidiana. Eran en suma, la base esencial de subsistencia para esta gente.

Alejados a más de 10 kilómetros del más cercano centro urbano y de una carretera asfaltada, con caminos de tierra que se tornaban intransitables los días de lluvia, el tren constituía la única alternativa de comunicación con el resto del mundo.

Pero cuando allá por mediados de 1993 el ferrocarril dejó de circular por la Mesopotamia, Pastor Britos vio como su horizonte se oscurecía languideciendo casi hasta la extinción.

"Cuando nos sacaron el tren, se llevaron el progreso", contó Ricardo Polverieiani, un porteño de 62 años que se afincó en la zona buscando la tranquilidad que había perdido en la gran capital.

Muy pronto las familias emigraron, el pueblo se convirtió en apenas algunas casas y un almacén "de campo" y la estación desapareció bajo las malezas.

Una mano pícara desmanteló el viejo galpón de granos, levantó el techo de la estación y vendió todo como si fuese propio.

Entonces Pastor Britos dejó de figurar hasta en los mapas y hubo que buscar muy profundo, bajo los yuyales, un resto de aquel apeadero próspero de otrora.

Hasta que un día, hace ya más de un año, el tren retornó. El Gran Capitán volvió a hacer sonar su estruendoso paso por el lugar y los vecinos creyeron ver renacer la esperanza. Pero nada de lo que tenían quedaba en pie.

"No sabíamos como hacer para que el tren parase -comentaba Polverieiani- porque por aquí pasaba siempre o a la madrugada o de noche y no había ningún indicador de que hubiese un pueblo o algo por el estilo".

El hombre no puede evitar la emoción al recordar lo vivido y relata que en una oportunidad, hace algunos meses, tuvo necesidad de viajar a Buenos Aires y cómo había llovido, no había forma de llegar hasta Urdinarrain. Entonces se animó y aprovechando que por un circunstancial atraso el tren estaba pasando de día, agitó un pulóver rojo procurando llamar la atención de los maquinistas.

Y el tren paró en el medio de la nada aparente para sumar a este pasajero solitario.

Fue la ocasión entonces para plantear ante las autoridades de la empresa prestataria del servicio, Trenes Especiales Argentinos (TEA), la posibilidad de poder contar con una parada eventual en el lugar ante la necesidad de un viaje.

Desde entonces los habitantes del lugar tienen un código de señales luminosas con los maquinistas cuando hay un pasajero y para facilitar las cosas, limpiaron el lugar, eliminaron los yuyos y dejaron al descubierto el viejo andén.

"El tren nos permitió volver a viajar más seguido y ya no estamos tan alejados de la realidad. Antes teníamos que ir hasta Urdinarrain para poder tomar un colectivo que nos lleve a las principales ciudades" destacó Pancho Mera, uno de los agricultores que impulsó la refacción del lugar que hoy sirve de plataforma al convoy.

De la misma manera se expresaron Almeida Lugo y Javier Altamirano. "Queremos que alguien nos escuche y nos acerque algo de ayuda. Necesitamos volver a montar un techo para guarecernos del sol y la lluvia y queremos reconstruir nuestra estación", dijeron.

"Desde que volvió el tren, volvimos a tener noticias, las que traen nuestros familiares, las que nos acercan los diarios que nos dejan, porque aquí, en la era de las comunicaciones y la tecnología, aunque estamos a solo 300 kilómetros de Buenos Aires, muchas veces parece que estuviésemos en el otro lado del mundo", reflexionó Polverieiani.

Pastor Britos volvió a figurar en el mapa del ferrocarril. Hoy es una de las "paradas eventuales" del Gran Capitán y el presente comienza a mostrar otro rostro.

"En el último mes, dos nuevas familias han retornado a la zona y esperamos que de a poco, podamos recuperar algo de lo perdido -explicó finalmente Ricardo Polverieiani- porque este es un lugar magnífico y merece una realidad "diferente".
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
El Gran Capitán volvió a colocar a Pastor Britos en el mapa de Entre Ríos.

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados