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 domingo, 26 de diciembre de 2004  
Un año para empezar a olvidar la crisis
El país creció más de un 8%, con inflación controlada. Las cuentas del Estado dieron superávit récord

El que todos hubiesen querido tener. Así fue el año 2004 para la economía de la Argentina, un país que creció por encima del 8 por ciento, se contuvo la inflación y donde la recaudación impositiva fue casi un 30 por ciento más que el año pasado. Es cierto que algunos temas clave para la economía quedaron por resolver, como la deuda y las tarifas de servicios, pero a lo largo del año se generó confianza de que los indicadores de crecimiento son posibles de sostener en el tiempo, para empezar a pensar que la crisis quedó atrás y los argentinos de una vez por todas comienzan a transitar un período de bienestar.

El retraso salarial que quedó como resaca de la devaluación, el alto nivel de desempleo que aún sigue firme en dos dígitos y la falta de inversiones para avanzar en la capacidad productiva son las cuentas pendientes que indican que aún falta mucho por andar para hablar de una reactivación sostenida.

No en vano éstos son los temas de la agenda urgente para el año que se avecina y si no encuentran una solución, no habrá buen indicador que pueda sostenerse ni gobierno sin frentes de conflicto.

Después de lo que muchos llamaron boom -del que Santa Fe y en particular Rosario fueron protagonistas clave- el 2005 llega con la impronta de la calma y las definiciones.

Será la hora de poner blanco sobre negro en materia de las mega inversiones anunciadas, que en el cordón agroindustrial santafesino orillan los 500 millones de dólares entre nuevas plantas y ampliaciones de capacidad instalada.

También, de rever el papel del financiamiento para el sector productivo, especialmente pyme, que en 2004 y en la región, volvió a recuperar el protagonismo de la segunda mitad del siglo XX con mucho esfuerzo propio y poco apoyo crediticio.

El año cierra con una materia inconclusa con la que cierra este año: la salida del default. De hecho, 2004 arrancó con la consigna de llegar a diciembre con una renegociación exitosa de la deuda, pero el proceso de negociar la mayor cesación de pagos a la que haya asistido la humanidad, por 81.800 millones de dólares, no fue tarea sencilla e incluso por momentos hasta llegó a hacer trastabillar al ministro de Economía.

El gobierno nacional amagó con algunas soluciones a la falta de financiamiento y realizó un acuerdo con China por 20 mil millones de dólares que en diez años se comprometió a invertir el gigante asiático en el país, fundamentalmente en infraestructura.

Este romance desató inquinas internas, especialmente por parte del sector industrial que le dio un fuerte respaldo al gobierno de Kirchner, ante el temor de la invasión de productos asiáticos que echen por tierra el incipiente crecimiento.

Una idea mucho más cercana fue la de cancelar las acreencias con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 15 mil millones de dólares y así evitar revisiones y más revisiones sobre la marcha de la economía. El dulce de una recaudación récord animó esta hipótesis, que se fue desinflando con el correr de los días.

Animados por esta recuperación de la economía, los argentinos salieron a gastar -pese a que muchos necesitaron trabajar más para mantener el nivel- y el consumo se disparó. Servicios públicos y telefonía celular, siempre lideraron las subas, aunque también intervinieron los factores estacionales como la ropa, el turismo y demás.

Y para que la inflación -que acumuló hasta noviembre un 5,2%- no se comiera este repunte el gobierno inyectó fondos a través de aumentos salariales por decreto o beneficios excepcionales tanto para el sector público como el privado.

Ahora ¿cuánto más puede durar el aumento del consumo si no se avanza con el tema salarial? En rigor, una recomposición de los sueldos también serviría para descomprimir la sobreocupación, es decir la suma de varios empleos para poder mantener el mismo nivel de ingresos. Mucho más si se tiene en cuenta que el demorado aumento de tarifas de los servicios públicos privatizados se desatará en 2005. Negociaciones en el plano local e internacional permitieron al gobierno dilatar el tema, en un contexto externo donde el petróleo tocó cifras récord y el dólar se mantuvo clavado en la infranqueable barrera de los tres pesos.

El campo no perdió la estrella que traía desde el año 2003, pero la caída del precio de la soja - que arrancó en declive a partir de mitad de año y tocó el piso de los 450 pesos- asustó a más de uno, especialmente a los sectores urbanos locales que crecieron de la mano de los dineros del agro, como fue el caso de la construcción.

Aún así, parece que hay dinero verde por un buen tiempo y que las actividades que despegaron al ritmo de la soja ya comienzan a tener autonomía propia.

Rosario despide 2004 con algunas buenas en su haber. Por caso, capital latinoamericana de la biotecnología, destino de futuras inversiones millonarias, un polo turístico de fin de semana en franco ascenso y obras de infraestructura comercial, industrial y de logística en pleno desarrollo.

Será el año que amanece el que demostrará si todo esto puede hacer más felices a los que habitan estas tierras.
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