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 domingo, 05 de diciembre de 2004  

candi
Charlas en el Café del Bajo
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-Nunca olvido, siempre va conmigo, una frase que en determinado momento pronuncia Macbeth, el célebre personaje de Shakespeare: "La vida es sólo una sombra caminante, un mal actor que, durante su tiempo, se agita y pavonea en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia y que no significa nada".

-Es evidente que cuando pronuncia estas palabras aquel hombre alguna vez justo que se volvió un rey sanguinario está desesperado, frustrado y apesadumbrado. Todo lo ha logrado, pero todo se le ha negado. Es un poco lo que acontece con el personaje del poeta mexicano Peza, sobre el que hablábamos ayer: el cómico Garrik todo lo tiene, pero carece de eso que todo ser humano anhela y persigue: la felicidad.

-Claro, pero note usted, Inocencio, que la falta de felicidad de uno y otro personaje provienen de factores distintos. Por un lado Macbeth empeña su existencia en obtener más poder y gloria mediante vías reprochables. Se sirve de los demás para ello. Pero Garrik obtiene de todo sirviendo con su profesión de cómico, es decir allega para sí bienes materiales y espirituales alegrando la vida al prójimo. Aquí entonces se plantea una cuestión: el personaje de Shakespeare denota un vacío existencial por cuanto ha luchado junto al mal para la obtención de beneficios materiales, pero concluye en que eso no colma su necesidad existencial y exclama lleno de desazón: "La vida nada significa". Garrik tampoco es feliz y esto puede sorprender porque no lo es aun cuando todo lo logró, incluso amor, haciendo el bien.

-¿Cómo es posible que quien casi todo lo tiene viva en medio del vacío existencial?

-Un médico o un psicólogo podría decir que el cómico ingresa en trance depresivo por causas orgánicas o traumas psicológicos, pero también podría sostener que su melancolía se debe a su incapacidad para observar y valorar todas las cosas que posee. Esto último es muy importante, porque con frecuencia uno se encuentra con personas que tienen elementos importantes en su existencia para ser felices, pero no logran serlo. Pareciera que algunas estructuras psicológicas sucumben fácilmente ante pequeñas o medianas adversidades cotidianas y no sirven para mantenerlas a flote todas aquellas cosas hermosas de la vida. Cosas que desde luego pesan mucho más que cualquier infortunio pero que el afectado no valora. Esto ocurre porque la mente esta obnubilada, impedida de ver todo lo bueno que hay alrededor. El tema es largo y por respeto a los profesionales que saben de esto no puedo seguir tratándolo, pero diría que hay un "daltonismo mental" que impide ver todos los colores de la vida. Creo que eso le ocurre a Garrik.

-¿Cuál es la causa de ese daltonismo?

-Le reitero, ese es un tema que debería tratar un psicólogo. Las causas pueden ser varias, sin embargo yo creo que muchas veces hay cierta ingratitud por parte del ser humano. No aprecia debidamente todos los bienes que la vida le ha concedido sea porque está deslumbrado por cuestiones efímeras y frívolas o porque alguna tiniebla le impide apreciar la trascendencia de tales cosas. Claro, no las aprecia hasta que advierte que ya no están, que tales bienes y seres le faltan y cae en la cuenta del error cometido. "El tiempo se me fue -me decía un señor hace unos meses atrás- y ahora me doy cuenta de que me involucré demasiado en cuestiones del mundo y desatendí lo importante. Ahora los extraño tanto que con frecuencia lloro, pero es demasiado tarde para reparar mi error". Se refería a la muerte de su esposa y de su hija en un accidente de tránsito y de cómo les había negado su tiempo y su presencia muchas veces abrumado por las "responsabilidades" empresarias.

-¿Se puede ser feliz? Esa es la cuestión.

-Creo que se puede tener paz. Es cierto que a veces el logro de esa paz no depende exclusivamente de nosotros, por eso la importancia de comprender que el ser humano no puede desarrollarse sino es en comunidad, es decir en comunión. La interrelación afectiva es más que importante, decisiva, diría, para la persona y para la comunidad. Sin solidaridad, sin entrega, no puede haber paz, mucho menos felicidad. Desterrar el egoísmo es el principio de un camino arduo, a veces, pero que conviene ser andado.

Candi II
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