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 domingo, 17 de octubre de 2004

Astrología: Bajo el influjo de la luna

En astrología, el símbolo que ha permanecido a través de los siglos para identificar a la mujer es la Luna: tanto en la poesía como en mitos y leyendas ha representado el principio femenino, la deidad de la mujer y la fertilidad, en contraste con el principio masculino simbolizado por el Sol y sus héroes.

Como símbolo primario de la energía femenina revela el crecimiento y la fertilidad. Según los antiguos, la Luna era la fuerza que fertilizaba la vida: el ciclo de apareamiento de los animales, el crecimiento natural de los granos en determinada estación, así como el ciclo menstrual y los embarazos.

En las tribus primitivas no sólo provoca el embarazo sino también vigila el nacimiento: cuando una mujer está a punto de parir la invoca en su ayuda. Para estos indígenas la mujeres son de la misma naturaleza de la Luna por su tendencia a "hincharse" como también por su ciclo menstrual (tiene la misma duración).

La Luna creciente ampara a todo lo que crece: la semilla debe ser sembrada durante el primer cuarto y las ovejas esquiladas para que la lana crezca rápidamente.

En cambio, bajo la Luna menguante se dice que todas las cosas disminuyen y crecen menos: los árboles tiene que ser talados en la fase menguante sino la madera no envejece bien, y el heno y los granos deben cortarse para evitar su rebrote o fermentación.

Si bien la esencia del principio femenino está simbolizado por la Luna, existen desde la astrología otras figuras mitológicas que también lo representan. Venus Afrodita con sus poderes de divina belleza y magnetismo amoroso: diosa de la satisfacción sexual y de los placeres del cuerpo. En el mapa natal indica la capacidad para dar y recibir afecto.

También las llamadas diosas asteroides (Vesta, Juno, Palas Atenea y Ceres) simbolizan otros principios de la naturaleza femenina. La incorporación de estos símbolos es más reciente y son utilizados por algunos estudiosos orientados hacia la astrología psicológica.

Mapa astrológico

Lo femenino indica una mitad de la polaridad humana que no existe sin la otra mitad masculina. Las dos mitades existen en ambos sexos. En el mapa astrológico de nacimiento hay símbolos planetarios asociados tanto a la parte femenina o receptiva como a la masculina: la Luna y Venus como símbolos de lo femenino, y el Sol y Marte de lo masculino.

En la filosofía china el yin o principio femenino, símbolo de la oscuridad, el frío y el poder receptivo, es opuesto y complementario del yang, principio masculino relacionado con la luz, el calor y la energía creativa.

En el mapa natal la Luna representa los sentimientos más primarios: es el receptor emocional, la predisposición subconsciente. Se la relaciona con la infancia, la madre, la familia o la esposa (en la carta natal del hombre). Se la asocia a las primeras vivencias afectivas e infantiles: a través de ella se reacciona y se siente la vida. Por eso, aunque sea Venus el planeta más asociado al amor erótico, la Luna juega un papel protagónico en las relaciones.

Las características particulares que adopte en cada mapa individual dependerá del signo en el que se encontró en el momento del nacimiento. Los signos representan cualidades de la experiencia, por lo tanto la Luna en un signo de fuego (Aries, Leo o Sagitario) inclina a expresar las emociones más espontáneamente con la intensidad de los signos de fuego y pedirá a los otros que sean positivos.

Con mayor vehemencia y entusiasmo lo hará la Luna en Aries que se lanzará a nuevas experiencias sin medir las consecuencias. Con mayor orgullo, autodeterminación y creatividad lo hará en Leo que proyectará su calidez y alegría hacia los demás. En Sagitario se manifiesta de manera expansiva, abierta y jovial.

La Luna en signos de tierra (Tauro, Virgo, Capricornio) buscará demostraciones tangibles: que la acaricien, la alimenten y le proporcionen cosas. La Luna en Tauro está considerada cálida, sensual y muy fértil y necesita experimentar estabilidad y seguridad interior. En Virgo es una Luna servicial y organizada que debe sentirse útil y productiva. En Capricornio equipará el amor con la responsabilidad, el respecto, la consideración hacia el otro y con cosas tangibles y concretas.

La Luna en signos de aire (Géminis, Libra, Acuario) se identifica con ese elemento: liviano, rápido e inquieto. La Luna en Géminis, cuyas necesidades emocionales son muy variables, simboliza el placer de experimentar y conocer, es cambiante e inconstante y necesita que la estimulen mentalmente.

En Libra valora el romanticismo, la galantería, el compañerismo y la comunicación. Anhela sentir belleza, paz, colaborar con los demás y establecer relaciones satisfactorias.

En Acuario brinda afecto a todo el mundo pero de una manera desapegada y abstracta. Necesita experimentar y expresar su individualidad, ser libre para actuar en reciprocidad con muchísimas personas y usar sus actitudes inventivas.

La Luna en signos de agua (Cáncer, Escorpio y Piscis) necesita fusión, ternura, proximidad emocional y es la más sensible e imaginativa. El elemento agua está sintonizado con el mundo sutil e intangible de los sentimientos. Cáncer es el signo de la Luna: maternal y nutriente, aunque está más orientada hacia sus propias necesidades personales y la de las personas que ama. En Escorpio es muy intimista, celosa y posesiva, la que menos demostrará la profundidad de sus sentimientos. Buscará la fusión con los que ama y es muy apasionada. En Piscis es la más sensible, soñadora y compasiva. Le es fácil olvidarse de sí misma, cambiante y receptiva a las influencias ambientales.

Cristina Giménez, astróloga

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