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 sábado, 25 de septiembre de 2004

Germán Cantero: "La escuela debe desalentar la cultura del neoliberalismo"
El educador analiza la situación de los docentes que trabajan en contextos de pobreza

Leandro Regalini (*)

Germán Cantero es licenciado en educación, docente investigador en varias universidades públicas, y ha desarrollado investigaciones en el campo de la educación popular y la formación docente en contextos de exclusión y pobreza. En octubre, participará del Segundo Congreso Internacional de Educación, organizado por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral (ver aparte). En un diálogo previo al congreso analiza los problemas con los que se enfrentan muchos docentes en la actualidad, y la vinculación entre la educación y la formación de ciudadanos.

"Es historia conocida que la socialización de niños pertenecientes a distintos sectores sociales transita por andariveles del sistema educativo paralelos y diferentes en calidad, desde el jardín de infantes a la universidad. Lo inédito es la polarización entre los sistemas público y privado, y la creciente transformación de la escuela pública en una escuela pobre para pobres", afirma Cantero al referirse a la disparidad que caracteriza hoy al sistema educativo argentino.

Al respecto agrega que "una cosa es saber esto y otra bien distinta es convivir con ello. Patricia Redondo, en un bello y trágico texto, -añade el especialista- muestra a docentes tensados entre el desasosiego y la obstinación cuando reciben impotentes la noticia de que una alumna ha fallecido por una laringitis que se ensañó en un cuerpito desnutrido, o cuando asisten también impotentes al espectáculo de padres, abuelos y niños en brazos que hacen cola a la salida del comedor escolar por las dudas sobre comida de los chicos. Y la comida no sobra. Esta realidad socava cada día la salud de estos maestros, que viven dando la cara por un país rico pero indiferente ante un pueblo pobre".

-Ante esta realidad, ¿qué se puede hacer desde el ámbito académico?

-Ante esto que todos podemos observar y constatar, no es lo mismo contemplarlo desde la resignación, que naturaliza, que desde la indignación que denuncia y predispone a la acción. No es lo mismo desde la actitud intelectual prescindente de algunos universitarios remisos al compromiso, que desde una apuesta esperanzada que anima a la lucha. Investigar en escuelas pobres que trabajan con sectores populares es una opción desde la indignación, es una prioridad no sólo académica sino también política. Si la educación que pretende emancipar a sujetos de derecho es por ende una práctica política, la práctica investigativa orientada en este sentido también lo es.

-Usted enfatiza en la relación entre educación y política ¿cuál es el lugar que tiene esta última en la escuela?

-El derecho a la política comienza en otra escuela. La escuela pública tiene que revisar sus prácticas desalentando con ellas la cultura que el neoliberalismo consiguió instalar: aquella que sólo vincula el ejercicio de los derechos y responsabilidades ciudadanas al esfuerzo individual y a la esfera privada. Raymons Willams afirma que la hegemonía no sólo consiste en un control político, sino en la naturalización de una particular manera de ver el mundo. Esto significa que la educación ciudadana, la que puede permitir ver el mundo de otra manera, debiera ser entendida como política y popular.

-¿Existen en la Argentina escuelas de este tipo?

-A través de la investigación he constatado que en diversos puntos del país existen escuelas de la obstinación, que han sido capaces de desarrollar experiencias en este sentido; se trata de experiencias parciales, vulnerables y aún discontinuas. Pero son escuelas que han sido capaces de convertirse en el centro de la vida social de sus entornos, que han recuperado la autoestima de sus alumnos desde el rescate respetuoso de su identidad cultural, desde el reconocimiento de las realidades de vida de los chicos, desde la escucha de sus problemas y necesidades. Son escuelas que han elaborado sus proyectos institucionales y curriculares desde este conocimiento y desde el acompañamiento de los procesos de organización y movilización popular de las instituciones y movimientos de sus entornos. Son escuelas que han logrado el ejercicio de la palabra de sus chicos, no como ritual escolar, sino como ejercicio de subjetividades políticas en formación.

-Pero la mayoría de los establecimientos no responde a las características que usted menciona.

-Es cierto, tan cierto como la existencia de sanciones, desalientos, traslados. El Estado reproduce en su interior las relaciones de fuerza que se dan en el conjunto de la sociedad. A través de él se expresa la hegemonía y mientras esa hegemonía vaya en contra de los intereses populares, necesita asegurarse el máximo de gobernabilidad posible mediante el mínimo de tolerancia de cualquier experiencia amenazante. Poca amenaza es un puñado de escuelas antagónicas o apenas disidentes; extremadamente riesgosas serían decenas de miles.

(*) Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL

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