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 domingo, 12 de septiembre de 2004

Educación sexual
Madres demasiado pronto

Según un estudio realizado en 1999 más del 15 por ciento de los niños/as nacidos en Argentina tienen como madre a una joven de entre 9 y 19 años. De ese porcentaje, un número importante corresponde a niñas de entre 9 y 14 años que demasiado pronto cambian la muñeca por un bebé de carne y hueso, a la que se supone que deben alimentar, cuidar y criar con todo lo que esto significa, cuando aún ellas no han terminado de crecer.

La provincia de Santa Fe (después del estado bonaerense) aparece como el territorio con la cifra más elevada de maternidad infantil. En recientes declaraciones periodísticas, el doctor Andrés Ellena, director del Hospital Iturraspe de Buenos Aires, informó que de acuerdo con un estudio realizado por ese centro de salud se advierte el incremento de los casos de embarazos infantiles, e indicó que la educación es la mejor herramienta para prevenir esta situación.

Por otra parte, cuanto más joven es la madre mayores riesgos de muerte existen, tanto para ella como para su hijo/a. La tasa de mortalidad materna aún es alta en Argentina comparada con otros países (tasa que podría disminuirse porque responde a factores que pueden ser controlados por los gobiernos). Una de las políticas públicas que puede adoptarse para provocar esta reducción es la educación.

¿Podemos afirmar que la educación sexual desde temprana edad puede colaborar para prevenir los embarazos no deseados o prematuros? Los expertos aseguran que cuanto mayor educación se tiene al respecto más tardío es el inicio sexual de los/as jóvenes. La educación sexual está establecida en nuestra provincia por la ley 10.947, sancionada en l992. En l997 la resolución ministerial 847 fijó los contenidos a abordar desde el nivel inicial y de manera programática como un contenido transversal.

A su vez, la ley 11.888 del 2001, crea el programa de maternidad y paternidad responsable. Su decreto reglamentario establece en su artículo 8 que "la comunicación social se desarrollará a través de actividades de promoción y prevención dirigidas a la ciudadanía. Se articulará con la Secretaría de Estado de Promoción Comunitaria y el Ministerio de Educación, conforme lo previsto en la ley 10.947".

Si a esto sumamos lo que fija la ley federal de educación y la Convención de los Derechos de la Niñez podemos concluir que tenemos normativa suficiente que avalan que la educación sexual debe impartirse en todas las escuelas de todos los niveles y modalidades, tanto de la gestión pública como privada. Esta no es una cuestión de índole religiosa, moral o que requiera el consentimiento firmado de los padres o madres. Es una política de Estado porque es una cuestión de salud.

La muerte de niñas, el abuso infantil, la violencia de género son cuestiones de salud. El estudio realizado durante los años 2002 y 2003 por la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Santa Fe detectó que en muchas escuelas el tema ni siquiera se roza. Los/as docentes manifiestan no haber recibido capacitación y que, por otra parte, les preocupa la falta de acuerdos institucionales que avalen una decisión de esta naturaleza.

En algunos establecimientos se intenta cubrir esta falencia con charlas de profesionales (lo que revela buena voluntad pero de ninguna manera podemos decir que estemos frente a una educación programática como manda la ley). Por todo esto, la Defensoría del Pueblo recomendó al Ministerio de Educación que se adopten las medidas necesarias para garantizar la debida capacitación a todos los docentes en educación sexual y que se implementen "los cambios necesarios en las currículas de los profesorados de formación docente -tanto en el ámbito público como privado- a los efectos de asegurar que los egresados cuenten con las herramientas y conocimientos indispensables para abordar la educación sexual en su tarea cotidiana".

Se necesita ir un paso más allá en este tema porque al analizar los contenidos en aquellas escuelas que sí trabajan, se nota en algunos casos una marcada lectura biologista como también preconceptos o estereotipos de género que desconocen la construcción sociocultural de la femineidad y la masculinidad .

La diferenciación rígida de roles ha generado la prevalencia de estereotipos transformando en "naturales" diferencias que son sólo culturales. Sobre estos prejuicios se sustentan relaciones asimétricas de género, con evidente poder masculino, que determinan una desigualdad manifiesta entre varones y mujeres en las distintas instituciones sociales, económicas y políticas.

A pesar de los avances registrados en la igualdad de género (producto del accionar de décadas del movimiento de mujeres) la familia, el sistema educativo, la publicidad, los medios de comunicación, el sistema judicial, refuerzan estos estereotipos que se traducen en prácticas discriminatorias que vulneran permanentemente los derechos de féminas de todas las edades.

Si se trabaja desde temprana edad en el conocimiento y el respeto hacia el propio cuerpo y el de los demás; si se aprende que nadie es superior a otro ni puede ser subordinado a los deseos de otros; si se reconoce que la igualdad en las diferencias también es un contenido de la educación sexual, entonces sí habremos avanzado en la formación de personas que vivan la sexualidad sin temores ni violencias como un derecho humano internacionalmente reconocido.

Viviana Della Siega, comunicadora social

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