Infancias y adolescencias, el tema de una jornada en la Isla de los Inventos

Graciela Frigerio: "Educar es ante todo un acto político"

La pedagoga sostiene que "un buen maestro es quien no se resigna"

Graciela Frigerio es doctora en educación, pero sobre todo una pedagoga reconocida entre los maestros por su mirada reflexiva sobre el campo educativo. Por eso no es casual que cada una de sus respuestas promuevan a nuevas inquietudes. Frigerio también es una de las directoras del Centro de Estudios Multidisciplinarios (CEM) con sede en Buenos Aires, que ahora promete llegar a Rosario con su equipo de pensadores.

En este sentido, el próximo sábado 18 de septiembre, la educadora estará en Rosario para coordinar una jornada de debate titulada "Infancias y adolescencias, teorías y experiencias en el borde" (ver aparte). "Esta jornada será la primera de una serie de encuentros que tendrán lugar en 2005", anticipa la especialista a La Capital.

Los debates que se abrirán en el seminario, "se proponen compartir elaboraciones teóricas y experiencias con todos aquellos que se desempeñan en los marcos institucionales (gubernamentales y no gubernamentales), que tienen por propósito abordar las problemáticas que asedian a las infancias y adolescencias en situación de extrema dificultad existencial, empeñándose en ofrecer alternativas donde todo parece clausurado", apunta Frigerio.

La pedagoga, autora de numerosos libros y publicaciones, recuerda que este encuentro inaugura un proyecto de trabajo del Centro de Estudios Multidisciplinarios en Rosario. "Proyecto al que nos alientan colegas, amigos e instituciones rosarinas con las que compartimos la preocupación por la injusticia que se encarna con saña en chicos y chicas que son estigmatizados por las políticas de desconocimiento del otro".

-Infancias y adolescencias, ¿por qué el plural?

-Podemos decir que el singular "infancia" o "adolescencia" nunca dio cuenta de la diversidad de modos de transcurrir un tiempo cronológico. Sabemos que una noción de infancia no alcanzó nunca a dar cuenta de los habitantes que nombra. Y, que al decir adolescencia, si conservamos el singular no encontraríamos ningún correlato entre la pretensión de universalidad y el universo de los que se intentan nombrar. Esto no es nuevo, historias, pertenencias, siempre las hubo y siempre marcaron a los sujetos en aquello que, a la letra, los distingue. Sin embargo, como al modo en que narran los cuentos "había una vez...", la ilusión de categorizar arquetipos de adolescentes pareció convencer, o tranquilizar, o sostener la ilusión de una identidad sin fisuras. Hoy se superponen maneras en que estos rasgos crean ocasionales coincidencias y el estallido de los arquetipos explicadores. Es la necesidad de construir el plural todo lo que nos lleva a insistir en agregar las "s".

-Esta referencia al plural, ¿implica otra manera de mirar a la educación de estos tiempos?

-La referencia al plural implica discutir categorías no conducentes a mayor justicia y discutir las relaciones que entre ellas se establecen. Un ejemplo de ello es la categoría "excluidos" de la que parece desconocerse que es una condición (impuesta por ciertas políticas) para que otros se ubiquen en un "incluidos". Esa dupla debe ser cuestionada: no se podría nunca incluir al mismo modelo que hace de la exclusión su imperativo. La referencia al plural implica volver a hablar (y a definir) políticas de justicia, no políticas de equidad, porque en materia de derecho la equidad no viene a cuento. La referencia al plural implica interpelar la triste noción que alude a "condiciones de educabilidad" como excusa para renunciar al acto político, a la responsabilidad política propia a toda democracia: la de distribuir. Educar es hoy más que nunca, en todo contexto (escolar y no escolar), un acto político, una política cultural y una política económica de distribución, política que no omite distribuir conocimientos y reconocimientos.

-¿Qué define hoy a un buen maestro?

-Es una pregunta curiosa, podríamos decir que si hablamos de un maestro casi por definición éste sólo podría ser "bueno". ¿Qué sería aquí bueno? Sería sinónimo de maestro emancipador al decir de Rancière (quien recupera el pensamiento pedagógico de Jacotot) es decir aquel que fuerza a una capacidad que se ignora a reconocerse. Podríamos decir que es aquel que se resiste a perpetuar la reproducción de las desigualdades; que interrumpe la repetición de lo mismo cuando lo mismo sólo construye diferencias; y se habilita a inaugurar. Un buen maestro es el que no renuncia, el que no se resigna. El que siente que su confianza en el otro es, lo que es para cada otro, un resto existencial. Recuerdo un escritor que ofrece una excelente definición de maestro. El escritor se llama F. Cheng y a su modo nos da clases contándonos las lecciones que recibe de maestros involuntarios: la dignidad de los campesinos, la solidaridad de un grupo de artistas, la generosidad de una amistad. Cheng presenta la figura del maestro bajo distintas vestimentas y oficios pero fundamentalmente como aquel que enseñándole a sujetar el pincel a mojarlo en la tinta y a caligrafiar su primer carácter, le ofrece, con la escritura, un regalo: el auténtico nacimiento al mundo. Hacer que un pequeño nazca al mundo de la cultura, volvernos sujetos sociales, eso es lo que hacen hoy, en la Argentina, maestras y maestros concretos, en situaciones concretas (en las que la adversidad no está ausente pero no es causa de renuncia), ofreciendo a chicos concretos la posibilidad de ser simplemente chicos (no chicos pobres, ni vulnerables, ni carenciados), simplemente chicos, chicos no adjetivados. A esos maestros les debemos gratitud y reconocimiento.

M.I.

Frigerio disertará en Rosario el sábado 18.