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 miércoles, 08 de septiembre de 2004

Orientación y contención emocional antes del trasplante

Belén Travesaro / La Capital

Enfrentar un trasplante es un cambio que genera ansiedades, temores y desorganización. Para afrontar la situación con menos angustia, las psicólogas rosarinas Alejandra Rigalli y Andrea Berretta brindan orientación y soporte emocional desde el momento mismo del diagnóstico hasta después de la intervención. "El objetivo es guiar a los pacientes y familiares para que este cambio pueda convertirse en una oportunidad para vivir mejor. Es decir que a partir de lo que le sucede, la persona pueda hallar un nuevo sentido a su vida, especialmente vinculado con la revalorización de los afectos y el cuidado de la salud", dijeron.

En diálogo con La Capital las especialistas a cargo del programa Psicología en Trasplantes de Pro Comunidad del Grupo Oroño enumeraron cuáles son las problemáticas más frecuentes en las diferentes etapas del proceso del trasplante y cómo hacer para resolverlas. Ambas hicieron especial hincapié en la importancia de comenzar con la atención psicológica desde el momento mismo del diagnóstico. "Si las situaciones difíciles no se trabajan precozmente, se agudizan", enfatizaron.

En primer lugar las profesionales comentaron que cuando se recibe el diagnóstico se atraviesa por un fuerte impacto psicológico, un shock que afecta no sólo en lo individual sino también en el contexto familiar, ya que la nueva situación asusta y desconcierta. "La angustia muchas veces se origina por el órgano o función biológica que se pierde. En tanto que los temores más frecuentes se deben a la futura exposición a una cirugía de complejidad y al riesgo de muerte sea por la enfermedad que sufre o por el trasplante en sí. En general el paciente se siente desconcertado debido a que se suma el hecho de recibir un órgano de alguien que falleció", explicó Berretta.

Para facilitar el tránsito por este momento las profesionales sugieren la "desactivación emocional" que apunta a prevenir el trauma psíquico. "En otras palabras, se busca que el paciente pueda descargar toda la tensión e inscribir psicológicamente la situación potencialmente traumática. Con esta estrategia logramos una mayor adherencia a la terapéutica médica. En esta instancia se apunta a que la persona pueda empezar a asimilar lo que le sucede y reorganizar su vida de acuerdo a la nueva situación. Por ejemplo, si es quien mantiene económicamente a la familia, tendrá que evaluar junto con los demás miembros, quién podrá ocupar ese rol", agregó Rigalli.


Estudios médicos
Luego del diagnóstico se le practican al futuro trasplantado una serie de estudios médicos para evaluar si está apto para recibir un órgano. Uno de esos estudios es la evaluación psicológica con el fin de analizar si entiende en qué consiste la intervención, si está dispuesto a la cirugía y si podrá asumir la responsabilidad de los cuidados posteriores, entre otros temas.

"En esta etapa el paciente suele estar muy ansioso. Además se le practican diversos estudios, algunos invasivos con internación, y requiere una contención especial", dijo Rigalli.

Cuando el chequeo general resulta favorable a la intervención, ingresa en una lista de espera para trasplante. La espera puede culminar mañana, el mes que viene o dentro de un año. "Esta situación también genera ansiedad e inseguridad porque no sabe si estará bien al momento del trasplante", agregó.

Tanto en el paciente como en su familia se generan crisis lo que lleva a replanteos. En tal sentido las profesionales aconsejan aprovechar esta instancia como una oportunidad para el cambio. En el marco del tratamiento psicológico los pacientes suelen manifestar frases tales como "vivía pendiente del trabajo"; "pensaba que lo más importante era el dinero y ahora me doy cuenta del valor de estar sano, ocuparme de la familia y disfrutar de los pequeños momentos". "Los guiamos para que lo que les sucede adquiera un sentido diferente, orientado a valorar más la vida", dijeron las psicólogas.


Disminuir el temor
Un tiempo antes de la cirugía las profesionales trabajan con el paciente y su familia para disminuir los niveles de temor. "Si bien el éxito de este tipo de intervenciones es de más del 80%, en las personas aparece como una operación terrible. Lo que suele ocasionar miedo está relacionado con los límites, como por ejemplo la muerte, la fragmentación del cuerpo, la pérdida de la identidad al recibir un órgano de otro", explicó Rigalli.

Luego de la operación el trasplantado comienza a recuperar su salud y a insertarse nuevamente en aquellas actividades que por su enfermedad no podía hacer. "Mientras el paciente estuvo enfermo solía aislarse de su entorno, por ello necesita reforzar los lazos sociales".

De acuerdo a la experiencia, lo primero que manifiesta el trasplantado es "nací de nuevo" ya que luego de haber atravesado por la enfermedad comienza a sentirse bien. "Están eufóricos, se sienten contentos, con ganas de salir y festejar. También desean hacer algo para agradecer a los familiares del donante", comentaron. Sin embargo, tanto Rigalli como Berreta afirmaron que en esta nueva etapa "el paciente debe seguir cuidando su salud".

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Las psicólogas aconsejan aprovechar el trasplante como oportunidad para el cambio.

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