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 domingo, 05 de septiembre de 2004

Matanza en Rusia. Los testimonios
"Tuvimos que beber nuestra propia orina a escondidas"

Beslán, Rusia. - Calor insoportable en un gimnasio exiguo donde se amontonaban centenares de personas, niños sedientos obligados a beber su propia orina para calmar la sed, ejecución sumaria de los hombres más fuertes: son algunos de los horrores vividos en dos días y medio de secuestro a manos de un comando armado hasta los dientes en la escuela de Beslán.

Según los médicos, lo primero que confesaron los niños liberados fue que "tuvieron que beber su orina", traumatizados por el miedo y el calor. "Tenía sed. Los bandidos no nos daban agua. Decían que estaba envenenada. Bebíamos a escondidas cuando íbamos al baño. Nos dejaban salir rara vez. Las personas orinaban en las botellas y bebían después", cuenta Asamas, de 10 años.

"No sólo los niños, sino los adultos estaban desnudos. Cuando los guerrilleros nos ordenaban que nos tumbáramos boca abajo, nos tumbábamos unos encima de los otros porque no había suficiente espacio", cuenta Diana Gadjinova, de 14 años. "Los bandidos exigían que dejáramos pasillos libres para que pudieran desplazarse libremente. Amenazaban con tirar sin aviso si un pie o una mano sobresalía".

"Cuando todavía nos dejaban ir al baño, algunos niños pasaban escondidos a una sala vecina donde había flores. Se las metían en la boca. Otros las escondían en su ropa interior para compartirlas con los compañeros".

"El día de la toma los guerrilleros fusilaron a 10 hombres, entre los más corpulentos, que habrían podido oponer resistencia", cuenta la cocinera Sima Albegova.

"Los guerrilleros dividieron a los niños en grupos y colocaron entre ellos granadas. El grupo donde estaba mi hija estaba vigilado por cuatro personas, de ellas dos mujeres con cinturones de explosivos", cuenta Indira Dzetskelova, cuya hija Dzerasa, de 12 años, logró huir por una ventana rota del gimnasio.

El primer día del secuestro, un hombre fue ejecutado delante de una niña y otros rehenes fueron obligados a sacarlo de la sala. Dzerasa también contó a su madre que los secuestradores violaban a las jóvenes en la sala de al lado.

El artificiero Andrei Galagayev, de los primeros en entrar en la sala, vio un espectáculo dantesco. "Estoy en la guerra desde 1994 pero nunca he visto tales horrores. Cuerpos mutilados que ardían todavía...", cuenta. (AFP)

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Putin visitó a los heridos en el hospital de Beslán.

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